Prácticamente el equipo económico en pleno participó del Tercer Encuentro de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) esta última semana. El lobby patronal con mayor peso en la economía argentina, nacido en 2002 pero con antecedentes en la época de Adalbert Krieger Vasena y Onganía, no sólo repasó la gestión de cada funcionario sino que señaló los puntos prioritarios en el futuro del plan económico. Esto es, las medidas que se deberían tomar inmediatamente después de las elecciones de octubre, cualquiera fuera su resultado. Surgieron, a partir de este encuentro, algunas señales claras para delinear ese futuro inmediato: exigencia de baja de impuestos empresarios que serán compensados con una reducción del gasto público, como ser los subsidios a las tarifas públicas; flexibilización laboral pero no por vía de una reforma que deba pasar por el Congreso, sino mediante “acuerdos” sectoriales mano a mano con sindicatos; impulso a la inversión en obra pública pero cediendo las decisiones a empresas privadas, que no sólo ejecutarán las obras sino que elegirán cuáles tendrán prioridad, sin límites para la contratación de servicios o compra de insumos en el exterior. Las caras principales de Techint, Arcor, Clarín y el Citi, entre otros, no necesitaron gran esfuerzo para convencer a los titulares de Finanzas, Hacienda, Producción, Banco Central y Banco Nación, entre los funcionarios presentes, sobre cuál es el camino a seguir.
“Lo mejor que tenemos son nuestros empresarios”, expresó ayer el ministro Francisco Cabrera, todavía conmovido por las caricias recibidas en el Palacio Duhau. En palabras de los funcionarios, la apuesta a la inversión y a la innovación tendrá éxito si se “crean las condiciones” para convencer al capital privado. El pliego de condiciones fue expuesto por AEA en diversas intervenciones, pero tuvo su resumen esta semana. “Es necesaria la eliminación o la reducción lo más rápido posible de los impuestos distorsivos, empezando por ingresos brutos y el impuesto al cheque”, definió Jaime Campos, director ejecutivo de AEA. ¿Sería posible sin provocar un descalabro fiscal? El propio Campos tiene la respuesta: “Los ciudadanos somos previos al Estado, hay que ver si los gastos del Estado son los que corresponden”. Antes de fin de año, la reforma tributaria pedida llegará al Congreso.
El titular de Tecpetrol (grupo Techint), Carlos Ormaechea, dio precisiones con respecto a los “costos laborales”: ejemplificó con el caso del petróleo, que dijo que necesitaba “una baja del 50 por ciento para tener competitividad”, que se logró para Vaca Muerta mediante un acuerdo con el sindicato petrolero neuquino. Ayer, Cabrera recogió la propuesta: no hay reforma laboral a la vista, pero dijo que había que conversar con los gremios sobre cómo “aumentar la productividad”.
Julio Figueroa, el hombre del Citi en AEA, expuso las bondades del esquema de “participación pública-privada” en la obra pública, factor “clave para acelerar la inversión”. Como muchos sectores pyme ya han expresado, ese esquema entierra la última posibilidad para la industria nacional de verse beneficiada por el motor del gasto público.
Si la economía se pone en marcha, muchos no serán de la partida. Y en la selección de pasajeros, AEA tiene larga experiencia. Su primer antecedente como lobby fue el Consejo Empresario Argentino (CEA), creado en 1967 para apoyar la gestión de Krieger Vasena. Ya en 1975, tuvo activa intervención en impulsar el desabastecimiento, la inflación y lock outs que abonaron eln clima para el golpe de marzo del 76. El presidente del CEA era José Alfredo Martínez de Hoz, que pasó a ser ministro de Economía tras el golpe. Más acá en el tiempo, en 2002, tras estallar la convertibilidad, CEA se reconvierte: confluye con la Fundación Invertir y crea la actual AEA, bajo el impulso inicial de Techint (Rocca), Arcor (Pagani) y Clarín (Magnetto). Otros apellidos que la integran: Braun, Bagó, Pescarmona, Coto, Ratazzi, Miguens, Cartellone, Bulgheroni, Costantini, Blaquier, Pérez Companc, Grobocopatel, Saguier. Una estirpe que tiene mucho que ver con el rumbo económico futuro del país.