La liturgia sindical peronista se vistió de mujer. Y no es una metáfora. El Camping Néstor Kirchner de la Federación Argentina de Trabajadores de la Industria del Cuero y Afines (Fatica), en la localidad de Exaltación de la Cruz, recibió a mil mujeres en el marco del Segundo Encuentro Nacional de Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de Trabajadores de la CGT, que tuvo en el cierre a Cristina Fernández de Kirchner.
El encuentro, en el que se incorporó el “Punto 27” al Programa de la Corriente Federal que implica interpretar todo el proyecto integralmente con perspectiva de género, fue una jornada en la que se pensó, sobre todo, en cómo seguir dando una disputa de poder real en una de las estructuras más machistas, como lo es la gremial.
“Compañeras para qué hacen cola en el baño, hoy están todos para nosotras”, disparó una de las anfitrionas cuando vio que se acumulaban mujeres que vinieron de Capital, otros lugares de la provincia de Buenos Aires y del interior del país, como Córdoba, Rosario y Chaco. Mientras algunas se lavaban los dientes y se acomodaban el pelo, una trabajadora del Sitraju Capital se sacaba leche las tetas: prefirió dejar al nene de dos meses en su casa y no perderse el encuentro.
Con chalecos, remeras y pecheras de sus gremios, las mujeres de más de noventa sindicatos de la CGT, la CTA y de la Economía Popular se fueron congregando en uno de los salones del predio, mientras sonaba la clásica melodía de los bombos pero esta vez comandados por una batuta femenina. Claudia Lázzaro, una de las anfitrionas del predio y una de las pocas mujeres dentro del sindicato de cuero, arengaba desde el micrófono: “Unidad de las trabajadoras y al que no le gusta se jode, se jode”, “Ole olé, olé ola, Mauricio Macri ya vas a ver, que no fue magia nos conduce una mujer”. Las chicas se iban subiendo a las sillas, aplaudiendo, emocionadas: “La cumbia de la unidad, la bailan trabajadoras, la derecha no la baila, porque es la explotadora.”
Las palabras de inauguración estuvieron a cargo de un varón, Walter Correa, porque hay cosas que no se pueden negociar. En el código sindical la bienvenida la da siempre el dueño de casa y él es el Secretario General del Sindicato de Obreros Curtidores. “En el sindicalismo hay muchos machos, pero también somos muchos varones que queremos pensar en otro tipo de sindicalismo que se la juegue y por eso me llena de orgullo poder recibir a las compañeras. El 8 de marzo no es un producto del marketing, es el producto de mujeres trabajadores como ustedes”.
En la mesa inaugural, previo al momento de los debates en grupo, se sentaron Vanesa Siley, secretaria general del Federación de Sindicatos de Trabajadores Judiciales (Sitraju) y referente de la Corriente Federal de Trabajadores de la CGT; Claudia Ormachea, secretaria Nacional de Derechos Humanos, Género e Igualdad de la Asociación Bancaria; Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA; María Teresa Hernández, secretaria adjunta de la CGT regional Tucumán; Yolanda Saavedra, delegada de UOM San Miguel; y Graciela Aranda, de la CGT de Chaco.
Cada una desde su sector llamó a reivindicar no sólo la unidad de las mujeres sino en fortalecer las centrales sindicales en un contexto de neoliberalismo y avasallamiento de los derechos de los trabajadores. “Quiero rescatar el concepto de la sororidad –argumentó Ormachea– porque apela a la unidad, al apoyo de unas con otras y en momentos de crisis y precarización como las que estamos viviendo, tenemos que tener en claro que las mujeres somos las primeras que lo sufrimos. Nosotras queremos estar en los lugares en los que se toman las decisiones, y para eso tenemos que unirnos para trabajar sobre los cambios sociales en una cultura capitalista y patriarcal”. Por su parte, Hernández contó la experiencia de una CGT dividida que logró unificarse gracias al trabajo, sobre todo, de las mujeres: “El trabajo es arduo pero siempre tenemos que buscar en las cosas que estamos unidas”, sostuvo.
Estela Díaz invitó al “redefinir el mundo del trabajo”: “No sólo tenemos que poner en valor el trabajo de las mujeres en el mercado sino también en la casa, en la familia, que es un trabajo que en general hacemos las mujeres. Tenemos que democratizar la vida doméstica”. Saavedra también una rara avis en el mundo de los metalúrgicos fue la más concreta: “Compañeras nosotros tenemos que estar en todos lados y no dejar espacios vacíos, si tenemos que llevar al pibe adonde nos invitan, llevemos al pibe, pero nunca dejemos de participar”. Por último, Aranda fue la más dura contra la cúpula sindical. “Me duele tener una CGT liviana, tibia, con dirigentes nacionales que no se ponen al frente para que crezca el movimiento sindical”, arengó, mientras una entre el público gritó “faltan mujeres ahí” despertando el aplauso de todas.
Las mil mujeres se dividieron en tres grandes grupos de debate: Comisión sobre Equidad y Representación Política y Sindical, con el objetivo de ampliar la representación de las mujeres; la Comisión sobre Herramientas para la Igualdad Laboral, para debatir la brecha salarial; y la Comisión sobre Prevención y Eliminación de la Violencia. La jornada avanzó entre debates y experiencias laborales con el objetivo de generar un documento. Pero el mayor acto del día fue la incorporación al Programa del “Punto 27”, que fue entregado de manera simbólica al resto de los sindicalistas varones que conforman la Corriente y que se hicieron presentes en el encuentro.
En diálogo con PáginaI12 Siley, la única mujer dentro de la mesa y candidata a diputada por Unidad Ciudadana, explicó que se trata de “un hito histórico porque para las que entendemos al sindicalismo como algo más que un espacio que pelea por salarios y mejores condiciones laborales, sino que lo entendemos pensando en formato de Nación, de país, de Estado, es muy importante que se incorpore a las mujeres en este modelo”. Y agregó: “Hemos iniciado un camino desde nuestro primer encuentro. Dijimos que estábamos sembrando una semilla que podía cambiar la realidad del movimiento obrero en Argentina y esa semillita creció y es una planta. Somos mujeres que para los medios masivos de comunicación estamos invisibilizadas, no existimos. El gremio tiene que ser un espejo del universo de trabajadores y trabajadoras se representa”.
Como el resto de la jornada, el cierre también estuvo organizado por las mujeres y con la llegada de Cristina Fernández de Kirchner el cordón de seguridad también estuvo armado íntegramente por mujeres. En el escenario, junto a Siley y un puñado de delegadas, la ex presidenta sostuvo que “es un gran desafío porque pocas veces se condensa en un mismo espacio y al mismo tiempo dos colectivos tan poderosos. Por un lado el colectivo de la mujer que después de Ni una Menos ha cambiado la historia no solamente en Argentina sino también en el mundo y al mismo tiempo el de trabajadoras organizadas. Es importante saber que dentro del mundo el trabajo la mujer está precarizada aún estando registrada. Miren cuántas luchas que hay que dar al mismo tiempo”. También diferenció entre los gremios y los dirigentes: “Cuando hablamos de sindicatos no estamos hablando de dirigentes, eso es lo que muchas veces desde el neoliberalismo se intenta instalar. Yo le pido a la sociedad argentina que seamos capaces de diferenciar que los sindicatos son las organizaciones de los trabajadores. Por eso el otro gran objetivo que demanda la hora, que es la unidad de los trabajadores y trabajadoras, se va a convertir en un salvoconducto. Esta situación debe demandar organización, temple y unidad. Hay una mayoría que no está de acuerdo con este rumbo económico”.
Y para terminar, se dirigió específicamente a las “chicas”. “Necesitamos políticas de inclusión porque cuando hacés ese tipo de políticas no distinguen si sos de derecha, de izquierda, de arriba o de abajo. Porque estas políticas son para los trabajadores.”