“Cuando la vergüenza asume sus múltiples formas, una descarga electrificante recorre la piel, alternando pulsiones de deformación y reconstrucción, produciendo pliegues y deconstrucciones, sudor frío pero también calor” dice Nicolás Cuello en el texto curatorial de la obra “Vergüenza” de Jazmín Kullock. La artista de 28 años inauguró su segunda obra individual en la Galería Sendros en el barrio de La Boca. Allí expone una serie de autorretratos y desnudos, una combinación infalible para entrometerse y deambular en la complejidad de un sentimiento expulsivo.
“La exposición en sí puede ser muy cruel y la vergüenza tiene que ver con eso”, dice mientras recorre la sala, un espacio amplio donde cada autorretrato tiene su propia morada para poder desplegar los distintos estadíos de ese sentimiento. Hay entonces cuerpos deformes, caras escondidas, temblores en las manos y una infaltable mirada del otro representada por una ronda invertida de bufones en el centro de la sala que observan con la boca abierta y cuerpos de simios.
La artista comenzó haciendo retratos a otras personas, tal vez el camino más evidente para explorar un trabajo hiperrealista: “Empecé a ver conflictivo destapar a otras personas y por eso decidí usar mi imagen. Lo del cuerpo no hegemónico es algo que no podía ser de otra manera a la hora de hacer la obra” dice. El vínculo con la deformidad se sutura a través de la creación de un espacio íntimo, en donde muy lejos de buscar una mirada dolente frente a la normalidad, expurga belleza y conmoción.
En 2021 Jazmin Kullock expuso “La noche espesa” una obra más vertiginosa, en donde los cuerpos desnudos aparecían más expuestos, en “Vergüenza” asegura que “hay un estado post voracidad, en donde por ejemplo la genitalidad no está tan a la vista como en la obra anterior”.
Para los autorretratos que forman parte de la muestra no utilizó ni espejo ni fotos, fue a las representaciones de sí misma y a los recuerdos. En ese sentido la infancia fue uno de los destinos ineludibles para la búsqueda: “De chica era tímida y ahora no lo soy tanto, pero la infancia es el momento en el que más te encasillan, con la timidez y con otras cosas”.
En los pliegues y las curvaturas de los autorretratos también aparecen los senderos de la timidez, el miedo y la vulnerabilidad y allí es donde también, se puede seguir girando para mostrar la complejidad de la emoción: “En ese sentido, Kullock no busca reponer ningún origen narrativo a la causa de lo vergonzante. No le interesa que atendamos o imaginemos el porqué de su aparición arrebatada. En su lugar, nos ofrece capturas de una reacción en curso, concentrando la fuerza de su pintura en todo aquello que la vergüenza, en tanto potencia expresiva, es capaz de decirle al cuerpo desde su interior” dice el texto curatorial.
“Me sorprendió saber de la cantidad de producción teórica queer que hay en relación a la vergüenza. Cuando yo elijo un tema, a medida que me voy metiendo empiezan a aparecer esas producciones teóricas”, explica ya en uno de los extremos de la sala, en donde la muestra puede verse con una perspectiva que invita a acercarse a lo íntimo, al pliegue y a la deformidad casi como un paseo contemplativo que también tiene su contrapunto: “Lo grande de esta obra ayuda a ir al hueso, me gusta lo imponente y poder ir al shock”.
“Vergüenza”, en Galería Sendrós. Wenceslao Villafañe 584. Hasta el 29 de octubre de 14 a 18hs.