Avelina Rogel -Mamá Ave- y Lolita Chávez, llegaron al 36º Encuentro de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries en Furilofche (Bariloche), convocadas por Feministas del Abya Yala. Avelina Rogel -Mamá Ave-, sanadora y autoridad espiritual del territorio Kitu Kara, es parte de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador). Lolita Chávez, defensora territorial y de la vida, forma parte del Consejo de Pueblos K’iché’ por la Defensa de la Vida, Madre Naturaleza, Tierra y Territorio, y de Feministas del Abya Yala.

“Los temas centrales en Ecuador -cuenta Avelina- son los que suceden en todo el mundo, en este sistema capitalista, jerárquico, hegemónico, que todo lo toma. El extractivismo es uno de los principales problemas. Frente a eso resistimos desde nuestros territorios, según nuestras urgencias y prioridades. Estos estados capitalistas, imperialistas, persiguen las luchas legítimas con la criminalización, el “terruqueo”, inventando que somos terroristas, diciendo que estamos incentivando el caos, las violencias, para ponernos enfrente a los militares, los policías”.

En estos días se realizaron elecciones en las que se impuso el derechista Daniel Noboa. ¿Cómo va a incidir en las luchas de los pueblos?

--El resultado electoral va a hacer que nuestros pueblos se junten más. Nosotros en ningún momento hemos bajado nuestras posiciones de lucha. Tenemos agenda propia, y estamos en asambleas permanentes en los territorios. Seguiremos por esa línea, enfocados en la defensa del territorio, la autodeterminación, los derechos colectivos, el reconocimiento de nuestras autoridades en cada comuna, comunidad”.

Lolita Chávez se encuentra desde 2017 fuera de su territorio, debido a la persecución que sufre por su papel en la defensa de la vida. Recibió amenazas de muerte, sufrió atentados, y se encuentra judicializada. Nos cuenta: “Hay en Ixim Ulew -mal llamado Guatemala-, un estado racista, colonial, donde gobierna una estructura mafiosa del pacto de corrupción e impunidad. En estas elecciones se dieron con la sorpresa del resultado electoral. Ganó SEMILLA, un partido relativamente nuevo, con gente vinculada a los movimientos. Las oligarquías dieron el grito al cielo, y empezaron un ataque, no solo hacia el partido, sino a expresiones territoriales. El pacto que tienen ellos es internacional. Guatemala es estratégica para las potencias mundiales, para la narcoactividad, porque por ahí pasa el traslado del sur al norte, del norte al sur. Estamos en el centro de Abya Yala, y ellos quieren seguir controlando ese territorio.


Lolita Chávez, una presencia indispensable en las asambleas de feministas de Abya Yala.

¿Cómo viene siendo la resistencia popular?

--Estamos hace más de 19 días en pie de lucha. Quienes levantaron el movimiento, diciendo: “este territorio lo defendemos en contra de las agendas del extractivismo, del empobrecimiento de mi pueblo” son principalmente los pueblos originarios. Más del 80 por ciento de las comunidades están empobrecidas, como resultado de estos gobiernos que vienen desde los años 40, cuando se quiso generar un cambio, pero la respuesta que hubo fueron golpes de Estado para mantener ese control territorial. Estamos frente a mafias. No es sólo el presidente el mafioso, ni solo Consuelo Porras, a la que quieren sacar del Ministerio Público. Hay un pacto de impunidad y corrupción más amplio, que alimenta a los mafiosos, que así sostienen a sus familias con un enriquecimiento ilícito. A las empresas que entran les hacen el juego de que no les realizan ningún análisis, ni hay consulta a los pueblos. Nosotras no queremos minería, ni hidroeléctricas, ni monocultivos, ni otras empresas transnacionales. La agenda de ellos es de exterminio para los pueblos originarios. Nuestra agenda es de vida, y lo hemos demostrado. Desde el 2000 al 2023 hemos parado más de 350 licencias mineras. Eso les duele. Por eso odian a los indios, porque no les hemos dejado entrar en los territorios. Estamos en pie de lucha. Hay grupos de choque que nos están atacando ahorita a los pueblos que estamos en la defensa territorial, con armamentos que entran ilícitamente. Ahí hay una gran expresión sagrada, espiritual, cosmogónica. Por eso cuando hay un ataque se prevé, y se cambia de movimientos. No hemos caído en las trampas de los grupos de choque, que quieren provocar enfrentamientos. No ha habido hasta el momento mayores expresiones de violencia, porque quienes mantienen en todos los territorios la lucha son autoridades ancestrales. Se está moviendo también la juventud, y otros colectivos populares que dicen: “nos vamos a unir porque ya no aguantamos tanta corrupción, tanta impunidad y tanto crimen”. A la juventud la están jalando para las maras, la Mara 18, la Mara Salvatrucha. La rabia de la juventud la están metiendo a estas estructuras mafiosas, y a las niñas en la prostitución, como pasó con las niñas del hogar Virgen de la Asunción, donde más de 52 niñas fueron quemadas el 8 de marzo del 2017, y esto sigue en la impunidad. Nuestra lucha es contra la impunidad, contra el racismo, en defensa del territorio.

Mamá Ave

Las mujeres y disidencias en las luchas indígenas en Ecuador

Nos cuenta Mamá Ave sobre el rol de las mujeres en las luchas de la CONAIE:El lugar de las mujeres ahora es protagónico. Es indudable, y no se puede invisibilizar esa potencia que da la mujer en nuestras comunidades desde siempre. La mujer siempre ha sostenido la lucha casa adentro, ha cuidado nuestros tejidos comunitarios indígenas, ha sostenido la resistencia, y ha permitido no entrar en estos sistemas desarmonizados, hegemónicos, capitalistas. Ha sido la mujer la que ha cumplido ese rol de criar la vida, desde entendimientos colectivos, comunitarios, sosteniendo hacia adentro todas las dinámicas: la memoria, el relato oral, que nos da la fuerza para la lucha. Los varones han estado llevando el mensaje casa afuera. Eso para el mundo occidental, que entra dentro de lógicas siempre fragmentadas, lógicas abismales, es caótico. En los tejidos originarios de nuestros pueblos y nacionalidades hay mucha diversidad. En la lógica occidental les cuesta entender lo que no está relacionado a lo hegemónico y a lo cuadrado. Nosotros todo el tiempo estamos dinamizándonos con el entorno, eso les vuelve locos.

Hay mucha democracia dentro de nuestros territorios, no queriendo decir con esto que no haya imposición, no queriendo romantizar porque sería ilógico. Hay violencias dentro de nuestras familias, nuestros territorios, y es importante trabajarlas. Sin embargo, en las recientes luchas han sido justamente las ideologías, las formas de hacer, los roles femeninos, las que han ido liderando las luchas que nacen desde un sentir, un hacer milenario, y no dentro de lo que es ir a confrontar poderes, a buscar la visibilización desde lo masculino, sino más bien desde el cuidado de la vida, el autocuidado, habilitar nuestras técnicas, nuestra sabiduría, nuestras ciencias milenarias. Una de ellas es la espiritualidad, que se ha constituido en el pilar fundamental para sostener las luchas. Se han elevado los juegos, las ceremonias de agua, la memoria del Taita Wayra, que es el aliento sagrado de vida, para conectarnos con otras palabras, formas de hacer, y las ceremonias dirigidas a la Madre Tierra, que es la que nos da la fuerza para sostenernos, y salir de esta política de miedo que impone el Estado, esta política reductiva de ponernos al fondo, de fragilizarnos. Buscamos empoderarnos a través de nuestras propias memorias y del camino. Honrar el camino que ya está hecho, y retomar desde esos lugares, porque no estamos inventando nada, somos pueblos milenarios, con una ciencia, con una memoria establecida en el cuidado de lo colectivo y lo comunitario.

¿Hay expresiones de participación de disidencias dentro del movimiento indígena ecuatoriano organizado en la CONAIE?

--El año pasado tuvimos una de las primeras experiencias en abrir las puertas de la Casa de la CONAIE, y hacer un círculo de palabras con las disidencias. Es fundamental reconocer y abrazar todas las luchas, todas las epistemes que salen fuera de lo jerárquico, de lo hegemónico, y establecer alianzas respetuosas, que dignifiquen. En las asambleas de jóvenes estamos con mesas de diálogo para reconocer y para entender qué es también, porque vivimos en una estructura hegemónica, antropocéntrica, falocéntrica, en donde siempre se ha dicho y se ha hecho como la voz del hombre dice, y el hombre siempre está separando, cortando todo. Desde la mujer que abraza el todo, desde ese vientre sagrado de vida, consideramos que todos somos hijos e hijas de la gran Madre Tierra, y que necesitamos integrar. En nuestros pueblos y nacionalidades la memoria, nuestro lenguaje, no separa. El pai, él o ella, no nomina el estuche sino al ser, al espíritu. No hay separación. Estamos retornando a nuestros orígenes cosmogónicos, entendiendo que la diversidad es lo que tenemos que abrazar.

Lolita Chávez en el Encuentro Plurinacional de La Plata, en 2019.  


Feminismos comunitarios: organizadas frente a la violencia patriarcal

Lolita nos relata el camino de acercamiento a los feminismos comunitarios realizado por algunas hermanas de comunidades originarias en Ixim Ulew.
"Nos hemos acercado al feminismo comunitario en K'iche', un pueblo maya muy vinculado a la espiritualidad, con una cosmogonía vinculada a la tierra, a la defensa del territorio y a la comunidad. Nosotras estábamos viviendo bastantes violencias, torturas sexuales, había mucho alcoholismo, las niñas se estaban casando a muy temprana edad, vivíamos mucha hambruna. Sostenemos familias ampliadas, asumiendo los cuidados hacia toda la familia. Tenemos un respeto bastante grande hacia los ancianos y las ancianas, pero esta carga que ahora le llamamos múltiples opresiones, estaba cayendo sobre nosotras. Al ir a las asambleas llegábamos enfermas, muy cansadas, sin dinero. También estábamos muy divididas, nos peleábamos entre nosotras, con muchos celos. Cuando salíamos no teníamos donde dejar a nuestros hijos e hijas. A la vez teníamos un compromiso de defensa territorial y un camino desde nuestro calendario maya, de ver nuestra misión de acuerdo al Nahual. Pero no podíamos cumplir con esa misión mientras teníamos las opresiones de los machismos, de las exclusiones, de mucho racismo. Empezamos a hacer reuniones clandestinas, a autoconvocarnos. Empezó a haber grupos de autocuidado. Luego surgió que otras compañeras ya habían avanzado también en otros territorios, en Sololá, en Quetzaltenango, y cuando supieron que nos estábamos reuniendo, nos visitaron y nos dijeron que podíamos tener como una esperanza: uno, de sanación, dos, de autocuidado, tres, de liberación económica, desde nuestras economías comunitarias. Vimos que había derechos, mecanismos nacionales e internacionales que podíamos exigir al Estado. Podíamos exigir salud, educación, trabajo. Nos movió mucho luchar contra el racismo y elevar nuestra dignidad. Empezamos a ver que somos sujetas políticas, porque antes nos estábamos viendo desde la victimización. En la victimización el problema es que nos ven desde la caridad, y nos tienen pena. Nos decían “las pobrecitas”, pero no teníamos capacidad de exigir. Cuando generamos red, ya podíamos tener voz y capacidad más colectiva en las asambleas comunitarias, y pudimos asumir vocerías. Empezamos a generar procesos de formación, de educación popular, de sanación y de organización. Ya después empezamos a hablar del clítoris como un planteamiento cósmico-político, a conocer nuestro cuerpo, la defensa del territorio tierra vinculada a la defensa del territorio cuerpo, vinculado también a nuestra cosmogonía. Nuestro feminismo no fue impuesto dentro de un planteamiento europeísta o académico, intelectual, sino más bien surgió de nosotras y lo único que reconocimos fue que en castellano le podemos llamar feminismo. El feminismo nuestro es comunitario, y le llamamos porque es así como en un común que podemos entrelazarnos. Cuando nos nombramos feministas, es porque reconocemos que nosotras luchamos contra estas opresiones patriarcales. Eso a mí me dio mucha fuerza. Yo sufrí seis intentos de asesinato, y creo que si la solidaridad, por ejemplo, solo se hubiera tejido en mi pueblo y no hubiera habido exigencia de justicia afuera, creo que ya estuviera muerta. Las abuelas también rompieron el silencio con el caso de Sepur Zarco, de violencia sexual y tortura sistemática. Eso nos dio el valor de decir “vamos por buen camino”. Ellas estaban vinculándose con feministas populares. También consultamos al fuego, al agua, a la tierra, al tzité. El ataque más fuerte fue de los militares que habían ejercido violencia sexual desde las patrullas de autodefensa civil. Nos plantamos contra ellos, varios eran familiares, vecinos. Pero ya sabían que no estábamos solas, que estábamos acuerpadas, y pararon. Aprendimos de las abuelas como Bartolina Sisa, como Mamá Maquín, que fueron defensoras territoriales, aunque no se nombraron feministas. Ahora las niñas ya vienen con otro planteamiento, más conscientes. Se nombran con fuerza como feministas comunitarias. Somos el referente para la juventud de las mujeres y las disidencias, que ya no quieren opresión y violencia sobre su ser.

En solidaridad con la Machi y el pueblo Mapuche

El 36º Encuentro fue intenso en la denuncia sobre la persecución racista contra las mujeres y el pueblo mapuche. Nos dice Mamá Ave:
“Llevo para mi familia nuclear, para la familia extendida y para la gran familia CONAIE, la fortaleza, esta memoria de que es fundamental reactivar la espiritualidad, desde nuestras formas cosmogónicas, endógenas, desde la cosmovisión, la cosmovivencia, en la que se plantea justamente el cuerpus praxis, que es el cuerpo practicando constantemente, relacionándose con el entorno, porque no podemos defender lo que no conocemos, y no podemos conocer algo si no lo amamos. Solamente cuando amamos, la lucha se hace concreta. Si luchamos desde lo conceptual, siempre va a quedar cortada la integralidad. Ver el trabajo que están haciendo en territorio Mapuche, entender que se despierta la memoria del entendimiento de la guía espiritual, me da mucha esperanza, me voy muy tocada profundamente desde lo afectivo. Estas guías han sido arrasadas en todo el planeta. Se ha perseguido no solamente en Abya Yala sino en todos los continentes a las sacerdotisas, a las sanadoras, porque ahí está la fuerza y el entendimiento de la totalidad, de la conexión con el cosmos. Al habitar un espacio de entendimientos antropocéntrico hay ese corte, hay la imposición del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la imposición de Eva, la costilla de Adán. Eva, la que se come el fruto prohibido y la que es desterrada de un paraíso. La mujer nace condicionada a la culpa, al sacrificio. Pero en nuestras cosmovisiones, la diosa es la que sostiene la vida, es la dadora, la fertilidad, la magia de la gratitud. Ver a mi hermana, la Machi Betiana sosteniendo la palabra desde su autoridad espiritual, conectada a las ancestras y a los ancestros, me llena de fuerza. Me voy con ese mensaje: es importante que sigamos formando círculos de palabra, que sigamos sanando. No puede haber lucha sin la sanación, sin resolver la violencia que hemos vivido y seguimos viviendo.
Con el Malón de la Paz, fue como encontrarme conmigo misma. No me siento fuera de casa, me siento más bien en mi casa. Todas las actividades espirituales, cotidianas, que hacen o reaccionan, soy yo misma, es un espejo. Me ha dado la tranquilidad de sentir que estoy en toda la confianza, que son espacios llenos de compromiso, y que no necesitamos hablar, que hay una comunicación implícita, que solo nos miramos y sabemos qué es lo que queremos, qué es lo que estamos decidiendo para ahora, para nuestros hijos, para nosotras, para lo comunitario".

Sanamos para luchar y luchamos sanando

Lolita Chávez comparte las dimensiones descolonizadoras de la sanación.
“La sanación es un camino cósmico-político. Gracias a esa sanación, al salir de mi territorio, pude vivir y cobrar fuerzas. Ya tenemos en Abya Yala bastantes expresiones vinculadas a las plantas, a los elementos. Cuando he ido caminando, he encontrado que dentro del movimiento feminista comunitario, del movimiento popular, resguardamos nuestros saberes, porque las farmacéuticas nos atacan permanentemente, desvirtúan y al mismo tiempo utilizan nuestras sabidurías ancestrales. Cuando pasamos guerras, hemos visto en los pueblos originarios que la sanación ha liberado nuestros territorios, nuestros cuerpos, de los traumas, de duelos colectivos, porque nosotros los duelos no los vivimos de forma aislada, como se hace en Occidente, donde no hay acuerpamiento. Los duelos son comunitarios y los acuerpamos. Los pueblos originarios no estamos perdidos en el camino de sanación. Nuestras energías llaman a las plantas, las plantas nos llaman. Tenemos una conciencia cósmica de la memoria que ha quedado ahí, que nos está ayudando. En el 2012, en mi pueblo se dijo “florecerás, renacerás, te reconstituirás”. Nos referíamos al ser Mayab, pero yo lo estoy viendo no solo ya en mi pueblo, sino en varios territorios donde hay esa liberación a través de la sanación. No podemos estar luchando contra los extractivistas, los patriarcas, los que generan odio, los que nos atacan, si no hemos sanado internamente, porque la debilidad entra a través del opresor que llevamos adentro y se alimenta. Esa es la fuerza: poner la sanación en el centro y vincularla a la espiritualidad. Porque también las religiones hicieron a muchos movimientos, que se alejaran de su propio espíritu, de su propio cosmo-ser, de su propio cosmo-cimiento. No es una espiritualidad aislada de lo político, de lo económico, de lo organizativo, de la comunidad, del territorio, sino es territorialidad. Y tenemos el vínculo con la Madre Tierra. Cuando llegamos a un territorio, primero pedimos permiso para entrar a la Madre Tierra. Eso nos da la fuerza para que nuestra Pachamama nos abrace y nos diga: “aquí estoy, guerreando con ustedes, no se preocupen, avancen”. Y algo muy importante: no sanamos para el individualismo, para la supremacía, para decir “yo soy sanadora, entonces soy la privilegiada del mundo mundial”. No, sanamos de forma recíproca. Por eso decimos “yo soy tú y tú eres yo, sanando tú, sano yo, sanando yo, sanas tú”. Estamos sanando en comunidad. No es para privilegios, ni es para que Europa use nuestra propuesta de sanación, se la lleve y la comercialice (porque lo hacen también). Quieren usar nuestras ceremonias mayas, quieren usar nuestras expresiones del vínculo con el Temazcal, con las plantas, para comercializar. No queremos que se privatice ni que se use en lo individual de decir “ay, ya estoy sanada yo, entonces yo ya no me meto a la lucha, porque si no esa lucha me va a traer desarmonización”. No, en mi pueblo se dice sanamos para luchar y luchamos sanando".

¿Cómo viviste tu relación con la Machi y las hermanas mapuche?

--Yo escuchaba indignada cómo las hermanas estaban en la cárcel. ¿Cómo podría vivir la Machi en una cárcel, si nosotras tenemos que ir a la montaña, a los ríos y lagos, levantar los fueguitos? Al verla ahora, y ver que está tejiendo toda una fuerza del pueblo y territorio, dije: “no nos equivocamos, estuvimos con esa fuerza espiritual, nos dimos fuerza, nos da fuerza y le damos fuerza”. Sentí la fuerza energética de las ancestras machis que están en la otra dimensión. Necesitamos dar más denuncia internacional de que el Rewe es un territorio sagrado. Hay que seguir denunciando que la Machi no ha regresado a su territorio, que su casa fue destruida, su siembra fue destruida, sus plantas fueron atacadas. Cuando atacan a una Machi atacan a los espíritus del espacio, a un territorio, a todo un pueblo y toda una comunidad. Me impresionó también conocer al Tercer Malón. Saber que son 400 comunidades en pie de lucha, con un importante poder colectivo territorial comunitario. Llevo a mis territorios el mensaje de Jujuy, la denuncia que las reformas que están implementando son inconstitucionales, entonces deben ser irrespetadas. Estamos en caminos de liberación. Si hay liberación territorial hay liberación de nuestras propias vidas. Que no quede la menor duda de que abrazarnos también es darnos esperanza, que éstas son también nuestras luchas.