“Bajo el imperio de la ley, hay gobiernos que adoptaron una legislación “liberticida” que ejercita un tipo de violencia mortal que se podría resumir en la siguiente fórmula: cuanto más te defiendas, cuanto más defiendas tu vida, más vas a ser golpeado/asesinado” explicaba Elsa Dorlin en una entrevista en 2019 a proposito de su libro Defenderse, una filosofía de la violencia.  Su trabajo de investigación se centra en la autodefensa de grupos a los que históricamente se les ha negado el derecho a proteger su vida. Su tesis podría ser oportuna para desplegar algunos apuntes sobre la existencia de un voto defensivo plasmado en la última derrota del liberal Javier Milei.

“Fue un voto contra el quiebre del estado de derecho, la defensa de lo público y en contra de valores ultraconservadores que quieren darle un golpe de gracia a un paradigma que ya está herido” explica Pato Laterra, docente en Economía y Género Universidad Nacional de La Plata. La propuesta de cambio de paradigma dice “es algo que ya vivimos en la dictadura y también en los 90, privatizando lo público, llevando a lo extremo la precarización de la vida y proponiendo un modelo de ruptura de solidaridad, en donde cada uno se salva como pueda a través de la meritocracia, su nicho y la mercantilización (una solución a cambio de dinero). La propuesta de Libertad Avanza no es la libertad, es un modelo de mercantilización de todo lo que sea humano, que no le sirve ni al mercado” explica.

¿Cómo no defender la vida frente al intento de ser mercantilizada? ¿Cómo no crear una estrategia frente a una ofensiva concreta que intenta desarticular lo colectivo y lo público? ¿Es el voto en este caso un método de resistencia que debería abrir horizontes más allá del ballotage que se viene?

“Un voto defensivo podría ser el estar unidxs frente a la avanzada del fascismo pero también es el entregar una cuota de fe y de aprobación al candidato actual Sergio Massa, incluso para decirle voy a ser tu mejor oposición” dice Lucas Fauno Gutierrez, activista y periodista queer: “No es una defensa pasiva sino también una ofensiva, ese voto habla de la acción que tomamos de aquí en adelante”.

Resulta urgente pensar la defensa como un armado posible que apunte a regenerar lo que se pretende exterminar: la colectivización de la vida. Urge también un estado de alerta constante con explícita atención en esa fórmula a la que apuntaba Dorlin “cuanto más te defiendas, mas vas a ser golpeada”. En este sentido, Gabi Mitidieri, lesbiana feminista y trabajadora del CELS, habla del “blanco” como sector al que se pretende dañar, refiriéndose no solo a feministas y a personas LGTBIQ+ sino también a quienes vienen siendo parte de la genealogía de los derechos humanos: “Muchas de las propuestas que tiene la Libertad Avanza van en contra de muchas de las conquistas feministas: lo que sostienen sobre el aborto, sobre la ESI, el rechazo a la brecha salarial de género o lo que sostienen en relación a que toda intervención estatal en busca de justicia social es un robo”, explica y agrega un dato bastante relevante en relación a las experiencias de ultraderchización en el mundo: “Hemos visto en países como Brasil o Estados Unidos que cuando este tipo de fuerzas conservadoras de ultraderecha llegan al poder legitiman ciertos discursos que le dan un aval a la violencia callejera misoginia y homo-lesbo-trans odiante. En Brasil es espeluznante lo que creció la tasa de femicidios, travesticidios y violencia callejera durante el gobierno de Bolsonaro”.

La autodefensa feminista que propone Dorlin es siempre un modo colectivo de pensamiento, acción y afección. Una jugada que en definitiva ya está aprendida y entrenada por ciertos cuerpos por el solo hecho de habitar el mundo: “Este voto no solo es defensivo sino que también llama a la acción, que es en donde nos posicionamos y frente a quien. Está claro que en un contexto totalitario y no democrático oponernos implica otro tipo de acción” explica Lucas Fauno.

Ese posicionamiento es una de las claves del voto defensivo, de la práctica de autodefensa colectiva y de poder sentar algunas coordenadas para lo que vendrá. Por supuesto con la mirada atenta y en guardia para un escenario que plantea desde alianzas desopilantes hasta resultados inciertos. El entrenamiento de esta práctica colectiva puede estar vinculado a la contienda electoral, pero también a la rearticulación de los lazos solidarios, la organización callejera y la puesta a punto de un modo de enfrentar a una ultraderecha que más allá del resultado de las elecciones, está en nosotrxs.