El asesino 7 puntos

The Killer, Estados Unidos, 2023

Dirección: David Fincher

Guion: Andrew Kevin Walker, basado en la historieta francesa Le Tueur, de Alexis Nolent y Luc Jacamon

Música: Atticus Ross y Trent Reznor

Duración: 118 minutos

Intérpretes: Michael Fassbender, Tilda Swinton, Charles Parnell, Arliss Howard, Kerry O’Malley, Gabriel Polanco, Sala Baker.

Estreno: Disponible en salas.

Si se pudiera analizar una película a partir de una planilla de datos estadísticos, similar a las que desde hace unos años se usan para evaluar a los jugadores de fútbol, midiendo metros recorridos con la pelota, cantidad de pases acertados, número de asistencias o posibilidades de gol concretadas, se llegaría a la conclusión de que El asesino, nuevo trabajo de David Fincher, podría estar entre los candidatos a un Balón de Oro cinematográfico. Así de calculada es su fotografía, donde los haces de luz que entran en cada plano parecen haber sido seleccionados uno por uno. Así de efectiva es la estimulante banda sonora de Atticus Ross y Trent Reznor, una máquina de generar tensión a fuerza de bits electrónicos. Así de preciso es el montaje, capaz de quitarle al corazón la potestad de establecer el ritmo cardíaco del espectador.

Claro que esa exactitud no es casual, sino fruto de una estrategia meditada. “Ceñite al plan, no improvises, peleá solo las batallas por las que te pagan. Preguntate: ¿Qué gano yo con esto? Es lo que hace falta si querés ganar.” Estas y otras máximas son las que se repite como un mantra el protagonista sin nombre (o con demasiados nombres, si se quiere) de El asesino. Pero también parecen ser los objetivos que se impuso el propio Fincher durante el plan de rodaje. Acá nada parece librado al azar ni resultado de decisiones tomadas con apuro. Por el contrario, se trata de una película realizada con método y objetivos claros, características que, por otra parte, constituyen el núcleo del cine que el director viene haciendo desde su debut, en 1993, con Alien 3.

El asesino es la historia de un sicario metódico nivel TOC, que tras fallar por primera vez en un “trabajo” acaba del otro lado de la mira, convertido en target de uno de esos encargos que habitualmente él ejecuta. La primera secuencia, morosa y tensa, registra durante más de 10 minutos la previa a uno de esos trabajos. Una espera rutinaria, cargada de rituales obsesivos que lo ayudan a mantenerse enfocado, en la que el asesino, solo en un departamento en obra, no hace otra cosa que observar, atento a la aparición de su víctima. Desde prácticas de yoga y el repaso compulsivo del plan, hasta cronometradas sesiones de sueño, la vida de este asesino se parece mucho a la de cualquier personaje del videojuego Los Sims.

Esa calma matemática será alterada por un elemento inesperado que lanza a la película hacia el vértigo, pero los elementos rectores serán los mismos: orden, método, plan. A partir de ahí, El asesino se parece un poco a John Wick. No solo porque los protagonistas son colegas, sino por otro giro que marcará un cambio de rumbo para la acción, aunque desde lo argumental y lo estético las diferencias entre ambas son notorias. Mientras Wick es pura reacción de mecanismos automatizados, el protagonista de El asesino es cerebral. No es casualidad que esté organizada por un relato en off que presenta en tiempo real los pensamientos del personaje mientras actúa. De hecho, si bien su voz se escucha todo el tiempo, el protagonista casi no habla en toda la película.

El asesino es efectiva en el objetivo de replicar desde la estética un determinado orden mental, el del protagonista. Por eso es una película fría donde el personaje nunca actúa en caliente, incluso cuando la furia se convierte en su motor. Esa sequedad no impide que el humor surja, convirtiéndose en el único termómetro emocional del relato. Un humor que a veces es un puñal afilado y otras un mazazo en la cara, en línea con las habilidades de este criminal, al que Michael Fassbender le aporta una máscara apropiada, similar a la del androide que interpretó en las precuelas de la saga Alien. Ahora bien, ya lejos de las estadísticas futboleras y optando por una mirada mas sensible, se podría concluir que El asesino tiene más de la maquinalidad de Erling Haaland, otro androide, que de la fantasía imprevisible de Leo Messi.