Ramón Carrillo, en Villa Soldati, es un barrio al suroeste de la ciudad. Para llegar a él hay que tomar subte y luego premetro, el cual no se mueve si no hay un policía armado en la cabina. Mientras voy camino a la escuela veo las paredes llenas de Marra-Milei escritas en blanco y violeta, y pienso en mis alumnxs, muchxs de los que deciden votar, los votaron. En la escuela se hace una labor hermosa sobre derechos humanos y memoria, que se mezcla con el trabajo barrial, la religiosidad popular y un deseo profundo de que ningunx chicx quede afuera.
Me surgen tantas preguntas que no puedo responder, una de ellas es que si acaso para ellxs el Estado tiene mi rostro o si acaso tiene la cara de los gendarmes que se pasean con fusiles apuntando a sus ojos cada vez que pueden. Es por eso que decidí escribirles y leerles una carta antes de la última elección.
Fue hecha más con el corazón que con la cabeza, sin otra pretensión que compartir los sentires y preocupaciones que nos surgen a tantxs con el avance de esta necropolítica. Escribí algunos trozos de esta carta esperando el premetro mirando el sol fundiéndose con el oeste por Mariano Acosta, porque Carrillo tiene uno de los atardeceres más hermosos de Buenos Aires y también es uno de los barrios en los que en la última elección la lista violeta perdió la mayoría que había ganado durante las PASO.
Queridxs jóvenes,
Me urge poder escribirles. Cuando vimos el género epistolar creo que les dije que a veces para algunas personas y en algunas ocasiones puede ser más útil escribir cartas que hablar. Esta es una de esas ocasiones, prefiero escribirles para que no solo hable la urgencia, sino que puedan convivir todas las cosas que quiero decirles y todas las cosas que siento en este momento y que coexisten en mí, y en tantos otrxs docentes de nuestro territorio.
Si bien siento angustia, miedo y tristeza ante este presente en que vivimos, también convive con ellos, el gran cariño que les tengo, incluso con los que he tenido algunas diferencias, porque si no abriera mi corazón cada día no podría viajar más de una hora para llegar a la escuela y pararme frente a ustedes con una tiza en la mano y más preguntas que respuestas en la otra...
A veces alguna noche de insomnio me quedo pensando en cómo enseñarles tal o cual cosa, otras me llenan de alegría leer sus textos, ver cómo han mejorado muchísimo su escritura, y como en el último trabajo todxs, pero absolutamente todxs, mejoraron su ortografía.
Los he visto crecer mucho en pocos meses, también es la edad, están viviendo momentos en que todos los días crecés un poco, en que todos aprendés algo nuevo. Y para mí es un regocijo enorme poder ser parte de eso. Ustedes saben lo que yo pienso acerca del contexto en que estamos atravesando juntxs. Prefiero que sepan lo que pienso para que puedan debatirme y discutirme con herramientas, si no están de acuerdo. Me gusta que lo hagan, porque así también yo aprendo de ustedes. Sobre todo, ahora que estamos trabajando debate y comenzando a ver lógicas y falacias.
Les pregunté en la última clase si algo falaz era una mentira. Ahora les pregunto ¿Acaso lo verdadero es siempre real? Me duele cuando los veo pidiendo más cárcel, expulsión para los extranjeros con antecedentes o privatización de las escuelas. ¿Acaso podría nuestra escuela funcionar si la educación no fuese un derecho para todxs quienes habitamos esta patria? ¿Acaso no hay entre ustedes compañeros y compañeras migrantes, o profesores, como quien les escribe? ¿Acaso piensan en ustedes mismos cuando avalan los discursos punitivistas y carcelarios de algunos políticos?
Ustedes me dirán que no son todos los migrantes, pero cuando se instalan esos discursos xenófobos, se instala la idea del migrante como un enemigo, no hay ni “buenos” ni “malos”, solo enemigos que hay combatir. Enemigos que vienen a robarle el trabajo a los argentinos y a robar sus casas y sus cosas. Pero no es así, ustedes lo saben.
Y esto empeora cuando esas mismas figuras piden cárcel para los “chorros”. ¿En quién creen que piensan? ¿Cuál es ese chorro en que los medios piensan que hay que eliminar? Piensan en jóvenes de entre 14 y 22 años, de barrios vulnerables. La prensa se ha encargado de ponerle el rostro de chicos como ustedes a la figura del chorro. Porque para los ojos de aquellos que piden más represión, ustedes son el peligro.
Los jóvenes pobres, los migrantes, las travestis, los pueblos originarios, los trabajadores del subte que protestan para no morir de cáncer, los jujeños, los planeros, y los docentes putos que les escriben cartas a sus alumnos invitándolos a reflexionar en medio de este apocalipsis, todxs nosotrxs somos el peligro.
No pretendo escribir esta carta para que cambien a última hora su voto, sino para decirles que la política no solo se trata de la “casta”, casta a la que pertenecen los mismos que la acusan. Que la política también se trata de compartir ese deseo profundo que tienen muchos de ustedes de sacar adelante a su familia, de que ustedes y los suyos puedan vivir bien. La política también es amor, cariño, ternura y un deseo de felicidad. ¿Y si ampliamos ese deseo? si lo transformamos en un deseo de que todxs vivamos bien?
Ustedes, su familia, sus compañeros y sus profesores, también las familias de ellos, sus vecinos del barrio, y los que no son sus vecinos, ni compañeros y ni familia también. Porque nadie se salva solo. Nos necesitamos unxs a otrxs, para aprender y para vivir.¿Por qué no cultivamos juntos ese deseo de vivir mejor? Que de alguna forma lo cultivamos, tenemos la suerte de trabajar en una escuela en que ese diálogo existe y se concreta a través de la palabra que recorre los pasillos y las canchas.
Les escribo esto, porque creo en ustedes, en cada unx, y no es demagogia pedagógica, realmente creo en ustedes. Les he visto crecer y aprender, les he visto abrirme sus corazones a través de sus escritos, y les he ido conociendo. Sé que solo quieren ser felices, como todxs lxs que nacieron antes y lxs que vendrán. Porque detrás de todo lo que hacemos existe ese deseo de felicidad profundo, ligado al amor y la ternura, que es querer compartir la felicidad con un otrx.
Con todo esto quiero decirles que entiendo que están molestxs, que están enojadxs con el mundo y el tiempo en que les ha tocado vivir, qué más les podemos pedir si han crecido en un territorio en una crisis constante que pareciera que siempre va a peor, pero insisto que nadie se salva solx y que se vienen tiempos muy duros. Tengo miedo del futuro, de las épocas duras y difíciles que se vienen, siento tristeza, a veces también enojo, como tantas otras personas que han intentado aportar su granito de arena para que el mundo sea un lugar más justo.
Les pido que salgan por un momento de sus celulares, que miren hacia afuera, que miren nuestra escuela, el barrio, que miren la historia de este país y de este mundo que se repite. Que miren los libros de historia y vean como hace 90 años en Alemania también hubo un hombrecito de peculiar peinado haciendo promesas a lxs jóvenes y disfrazando muerte de libertad. Que miren a sus corazones y nos preguntemos juntos: ¿Qué hacemos ahora? Pregunta que intentaremos contestar durante el tiempo que les queda en la escuela antes de salir a eso que llaman el mundo de afuera.
Me despido no sin antes decirles que más allá de lo que suceda, sus docentes seguiremos en las aulas como siempre hemos estado, intentando entregar en lo posible mucho más allá de los conocimientos necesarios para escribir una carta, sino herramientas para vivir mejor y ser felices. Con gratitud, cariño y con algo más de esperanza, les mando un abrazo a cada unx de ustedes.
Pabli, el profe de Lengua.
PD: Recuerden que “más” lleva tilde, como cuando decimos “Nunca más” y que también los interrogativos siempre llevan tilde, para que jamás dejen de hacerse preguntas.
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