Con condiciones climáticas adversas y a solo 50 kilómetros del aeropuerto de Medellín, donde debía aterrizar, la aeronave de la empresa boliviana Lamia se precipitó a tierra en Cerro Gordo, una zona de difícil acceso y mucha vegetación, luego de reportar una falla eléctrica y perder el contacto con la torre de control. Los motivos de la caída aún no están claros, pero al fallo del sistema eléctrico distintos analistas sumaron la hipótesis de la falta de combustible en la aeronave. Ayer, funcionarios de la Aeronáutica Civil de Colombia (Aerocivil) confirmaron que fueron localizadas las dos cajas negras (que en realidad son naranjas) en buen estado para ser peritadas.
Con ochenta y un personas a bordo del avión, el Avro 146-RJ85, con matrícula LMI 2933 RJ 80, había despegado del aeropuerto Internacional Viru Viru, de Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, para cubrir la distancia de 2986 kilómetros, hasta el aeropuerto de Medellín. 
La aeronave, un cuatrimotor de fabricación inglesa que comenzó a volar en 1999 y que, según los especialistas, cuenta con una autonomía de vuelo de 3000 kilómetros, solo alcanzó a recorrer 2975 kilómetros, para luego de declarar la emergencia por falla eléctrica, salir del radar aéreo, y caer en el paraje rural donde fue encontrado.
Rubén Cafaro, ingeniero mecánico aeronáutico y perito judicial en temas de aeronavegación, explicó a PáginaI12 que “estadísticamente hay un accidente cada millón de partidas, y de esos accidentes el noventa por ciento son por falla humana. No digo necesariamente del piloto sino de comunicación, de mantenimiento, de meteorología”. “Por ahora lo que se sabe es que el piloto sintió que entraba en emergencia por falla eléctrica y eso puede plantar un motor, no todos; pero un accidente es una sucesión de errores.” Y agregó que “con las llamadas cajas negras, el Cockpit Voice Recorder (CVR) –grabadora de audio de cabina– y la Flight Data Recorder (FDR) –que guarda datos del vuelo– se podrá hacer una buena reconstrucción de esa sucesión de eventos”, señaló. 
En cuanto a las versiones sobre la falta de combustible, el ingeniero remarcó que “para ese tipo de aviones la autonomía estaba al límite, si realmente se confirma sería una falla gravísima”, y detalló que “un avión tiene que cargar combustible hasta su destino, un adicional para un destino alternativo por si hubiera problemas en el de llegada, y otro más para volar en espera”.
Por otra parte, el piloto argentino Carlos Colunga coincidió en que “en ese avión, que es un British Aerospace y en el cual los únicos operadores en Sudamérica son de Chile y Argentina, no puede haber ninguna falla eléctrica capaz de parar los cuatro motores, la única falla que pudo haber tenido es por falta de combustible”, aseguró.
“No se registra en el mundo ningún accidente en el que se paren los cuatro motores a la vez; no hay sistema eléctrico que pueda tumbar un avión”, dijo el piloto, quien se preguntó entonces “por qué faltó combustible; si es porque tuvo una pérdida en el tanque o porque no tenía suficiente combustible para hacer el vuelo”.
Colunga señaló que “si no es un accidente en el que el avión se llevó por delante la montaña, cosa que no pasó, parecería que es el tema del combustible”, y explicó que cuando un suceso tira un avión hacia abajo “pueden pasar dos cosas, una que puedas ir controlándolo, acomodando el avión en la bajada, y otra que esté descontrolado, que no responda a tus mandos, pero este avión entró controlado a la zona”.
A su vez, añadió que “hay muy baja posibilidad de que el combustible requerido no estaba, me cuesta mucho creer que un piloto de trayectoria no tenga combustible, el tema puede ser que se haya consumido más combustible de lo previsto a causa de estar en una zona conflictiva”.
“Para mí –continuó– esto es lo que pasó porque entrar en una zona de tormentas donde hay que estar esquivando y zigzagueando, consume más combustible. Esto hay que verlo, y hay que esperar a ver lo que dice la junta.”
Por otra parte, ayer, el gobierno británico envió un equipo de tres investigadores, representantes de la AAIB (organismo oficial británico que investiga los accidentes aéreos), que llegarán hoy a Colombia, y que estarán asistidos por miembros de la empresa BAE System, la constructora británica de la nave.