Además, el enojo ha sido considerado como una manifestación de resistencia. Entonces, ¿el enojo es un sentimiento? ¿Está en el mismo campo que la alegría? Si estuvieran en el mismo campo, parecería que ocupan extremos diferentes. La alegría acerca a las personas, mientras que el enojo pareciera alejarlas.

La alegría es un sentimiento que aparece al nacer. El niño nace alegre. Si bien un bebé nace llorando, es por el trabajo que cuesta nacer. El enojo es un sentimiento más tardío y requiere una existencia externa, más alejada del momento de nacer, y no está bajo el control de nuestra fuerza. Asimismo, la alegría parecería no desaparecer sin una situación externa (que la interrumpa).

Así las cosas, el enojo significa angustia, porque es la evidencia de que algo escapa del control del sujeto en cuestión, lo enfrenta con ello (con que escapa de su control) y, de alguna forma, no se siente amado por quienes desea que lo amen.

Ahora bien, ¿insatisfacción y desobediencia son resultado de un enojo?

A propósito, el tema del poder amerita mencionar algunas cuestiones. Por empezar, para que el poder pueda ejercer sus funciones, es necesario alguien que desobedezca, que no lo deje satisfecho llegar a acuerdos mediante la razón, sin violencia, sin impaciencia (que permita esperar hasta lograr consensos), donde uno que compra encuentre quien venda para que otro pague lo que no se ofrece gratis, lo que no se da con placer y hay que quitarle. Por lo tanto, el poder está sostenido sobre la violencia, sobre quien no esté de acuerdo, que se niegue a acordar, a negociar, a pagar para que otro venda, a vender para que otro pague... Tal cual vemos, el poder no puede existir por sí solo. Por lo cual, la soledad impide la existencia del poder, porque no se podría obligar a quien se niegue (si alguien estuviera solo en un espacio-tiempo determinado, al no poder obligar a otro, no podría ejercer el poder). Como los seres humanos poseen la capacidad de no someterse, de no quedar satisfechos en una negociación (tener para poder dar, dar para que uno tenga, etc.), hace su aparición la violencia como elemento fundamental para buscar concretar el ejercicio de la acción de poder.

De esta manera, los seres humanos no podemos dejar de impedir la existencia del poder, porque somos desobedientes, aunque no se manifieste en todo momento. Los animales son obedientes, se someten a la ley, no pueden rebelarse contra ella. Fueron los seres humanos quienes comenzaron con la desobediencia. En otras palabras, desobediencia y seres humanos aparecieron juntos. Es decir, los seres humanos somos condición necesaria de la existencia del poder y también somos condición necesaria de la rebelión contra él. Ejercer el poder es humano, pero la rebelión también, y la historia de la humanidad la han construido personas que se han colocado de uno u otro lado. Se trata de advertir de qué lado del poder está uno (sometimiento o desobediencia).

Juan Carlos Nocetti es psicoanalista.