Con el baile y las ganas intactas, Matilda continúa en su tesitura y presenta nuevo álbum. Bailando en la tempestad es otro salto de calidez y calidad en la trayectoria del dúo electro pop, que integran Juan Manuel Godoy e Ignacio Molinos. Con letras que dialogan de manera filosa y sensible, e invitan a un mundo de sonidos compartidos, el dúo presentará su séptimo disco mañana a las 21 en Galpón 11 (Estévez Boero 980).
“En cada uno de los discos, las letras tienen que ver con lo que te va sucediendo en la cotidianeidad y con la vida. Los que pertenecemos a una generación que se crió escuchando ciertos discos y canciones, cuando escuchamos a Víctor Jara, Chico Buarque o quien fuera, más allá de hacer otra música -como el electro pop-, todo hace que tengas seteada la cabeza de determinada manera, hacia cierto tipo de canción y de cosa que querés decir. Ese nexo generacional existe, y uno trata de sostener todavía este tipo de arte, el de canciones que hablen un poco de lo que nos sucede, como personas y como sociedad”, comenta Juan Manuel Godoy (Checho) a Rosario/12.
“En lo particular, no me interesa la canción onanista o vanidosa, que hable de mí o de mis problemas vulgares o pasatistas. Quizás en discos anteriores, como El río y su continuidad (2016) e Imaginario Popular (2019), habíamos atravesado diferentes experiencias, y las letras no fueron tan oscuras como las de este disco. En Bailando en la tempestad, las letras sugirieron ciertos sonidos y atmósferas, de manera tal que la producción artística fue yendo para ese lado, pero sin abandonar el pulso y el baile, que para nosotros son lo vital; más allá de lo oscura que pueda ser la vida, hay que atravesarla y surfear los problemas”, continúa el músico.
-Pienso en el mismo paso del tiempo -ustedes ya tienen más de 20 años de trayectoria- y en cómo éste también influye en la tradición musical que referís.
-Con respecto a esa tradición y al haber ingresado hace varios años al mundo de la adultez (risas), uno comenzó a notar que ciertas cosas o información cultural o social que se daba por sentado con tus contemporáneos, al menos con los de tu círculo, como ciertos discos, obras, artistas y hechos políticos; ya cambió. Hay toda una nueva generación que ya no tiene esa data y por diferentes cuestiones. Entonces, a uno le pasa que, al escuchar ciertos discos y canciones, uno no se encuentra en esas letras. Últimamente me pasa demasiado, ya no estás en ese diálogo. Pero tampoco uno, como músico, puede ni debe hacerse el joven; estamos acá para decir lo que nosotros sabemos y conocimos, y de la manera en que concebimos el mundo y la vida. O de lo contrario sucede lo que ahora pasa con la música mainstream, que se infantilizó, y gente de 15 a 45 años baila reggaetón o trap con letras de un pibe, algo que está bien para un adolescente pero no para gente grande. Por eso me parece importante, al menos desde nuestro lugar, sostener cierta mirada de lo que es para nosotros el mundo, porque está bueno que haya otra mirada, que enriquezca a ese todo.
-En ese diálogo generacional, destaca la participación de Litto Nebbia en la canción “Lejos del centro”.
-Para nosotros, Litto es como un estandarte, un ejemplo a seguir, de trabajo constante; además de que nos gustan mucho sus canciones. En su momento, Nacho produjo en 2014 el disco Mañana, un homenaje a Los Gatos del que participaron un montón de bandas indies de Rosario; y en ese momento, Nacho lo conoció a Litto. Cuando empezamos a delinear las primeras canciones para el disco, surgió este tema, y Nacho medio en joda y medio en serio dijo “qué lindo sería que en esta parte cantara Litto”. Nos animamos a escribirle y nos respondió en seguida, diciendo que cuando pudiera salir -era pandemia- la iba a grabar. Al poco tiempo recibimos la grabación y para nosotros fue un honor total. Medio en broma, él nos decía “qué dirán mis seguidores al grabar este estilo de música” (risas), porque para él fue algo tal vez nuevo participar de una canción así; y para nosotros es un honor y un lujo muy grande que nos pudimos dar. Habla también de lo que es Litto, y de cómo siente la música, de su empatía con los nuevos artistas.
-En ese cruce, está también la figura del pintor Orlando Belloni, a quien le dedican el videoclip de la canción.
-Yo quería sacar el single con una obra pictórica, y en ese momento me acordé por el libro que editó Iván Rosado, de las pinturas de Orlando Belloni. Sus imágenes me gustan mucho, porque de chico yo viví en un barrio muy similar al que pinta él, un barrio suburbano, de canchitas de fútbol, de potrero, de carneada de vaca en algún lado, de chicos tomando cerveza en la esquina. Esa canción en realidad está inspirada en Villa Moreno, donde trabajé durante 24 años, inspirada un poco en los murales del lugar, con los chicos que han matado y que pintan los amigos para recordarlos. Cuando llega la hora de hacer el video, no quise hacer lo obvio y filmar el barrio, sino darle una vueltita y se me ocurrió que podía ser a través de Belloni, un tipo que se dedicó toda su vida a pintar su barrio. Me pareció que ir a su casa y filmarlo en su cotidianeidad, en su estudio y mostrando sus cuadros, era mostrar el barrio de una manera creativa y con un poco más de vuelo. Él tiene 90 años, no quiso casarse, tener hijos ni hacerse famoso, sino pintar. Él es parte de Tablada y de su paisaje, y pinta todo lo que ve. Dedicar toda la vida a eso y seguir con ganas a uno lo emociona, por ser un artista interesado en la creación, más allá del rebote que pueda tener la obra.
-Una definición que bien podría pensarse de ustedes y la música.
-Cando comenzamos a tocar con Nacho, luego del alejamiento de Maxi (Falcone), hace más de 20 años, nos planteamos hacer música desde un espacio de felicidad y creación, que no fuera un padecimiento ni un hacer cualquier cosa para el éxito comercial. Sino algo que nos acompañara durante todo el tiempo posible, y que fuera sano en todo sentido, en lo ético y en lo estético; por eso nos gustan artistas como Belloni o Nebbia.
Bailando en la tempestad fue producido entre 2021 y 2023, y cuenta con las participaciones de Patricio Oneto (cuica y percusión), Natalio Rangone (sintetizador), Pauline Fondevile y La Negra “Sonido” Cerfoglio (coros). La grabación estuvo a cargo de Ignacio Molinos (Mansión Mutante) y Lucas Lorenzo (Estudio Oznerol); la mezcla y el mastering las realizó Carlos Altolaguirre (Estudios Penny Lane); y el diseño de portada es de Juan Manuel Godoy con la colaboración de Rodrigo Jávega.