El acuerdo firmado con China para la construcción de dos centrales nucleares sufrió un duro revés el viernes cuando la Legislatura de Río Negro aprobó por amplia mayoría una ley que prohíbe la instalación en esa provincia de reactores atómicos para la generación de energía eléctrica. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner había previsto instalarlos en la localidad bonaerense de Lima junto a Atucha I y II. Luego de la asunción de Mauricio Macri como presidente, el entonces flamante subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, propuso sumar sólo uno en Lima y buscar otro sitio para la quinta central. Entonces, apareció la opción de Río Negro. El gobernador de esa provincia, Alberto Weretilneck, aceptó la oferta, pero el mal resultado electoral que obtuvo en las elecciones primarias del 13 de agosto lo llevó a cambiar de opinión. Ahora el gobierno nacional busca volver a la idea inicial de instalar los dos reactores en Lima, pero el fracaso de su propuesta dejó como consecuencia una ley provincial que rechaza la instalación de reactores nucleares y que podría ser imitada por otras jurisdicciones.
Cuando estaba concluyendo la construcción de Atucha II, el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner tomó la decisión de construir una cuarta central. La decisión oficial fue que combinara uranio natural y agua pesada para aprovechar la experiencia y los recursos que el país posee en esa área. De hecho, tiene una planta de agua pesada en Neuquén y, si bien importa el uranio, controla el proceso de fabricación de los elementos combustibles. Además, varios componentes de la central podrían fabricarse localmente, lo que permitirá garantizar un porcentaje significativo de integración nacional. Como el Estado nacional no tenía los recursos para iniciar la construcción se realizó una gira internacional en busca de interesados en financiar la obra. China ofreció las mejores condiciones, pero su interés principal era venderle al país su reactor PWR de uranio enriquecido y agua liviana. Finalmente, el 18 de julio de 2014 se firmó un acuerdo de cooperación para la construcción de una cuarta central de agua pesada y uranio natural y una quinta de agua liviana y uranio enriquecido. Así se buscó combinar los intereses de ambas partes. Ahora la quinta central no tiene siquiera un sitio seguro donde va a ser instalada. Especialistas del sector consultados por PáginaI12 coincidieron en que esa situación podría demorar todavía más la firma de los contratos con China.
El Ministerio de Energía responsabilizó por el traspié a Weretilneck. En un comunicado distribuido la semana pasada la cartera que conduce Juan José Aranguren recordó que en febrero el gobernador aceptó la propuesta, que en mayo formó parte de la comitiva oficial que viajó a China para conversar sobre el tema e incluso se recordó una conferencia de prensa en la que Weretilneck había declarado que el proyecto implicaría un “antes y un después” para la provincia, comparable con lo que significaron el riego y el ferrocarril.
Entre los científicos y técnicos del sector nuclear, en cambio, los reproches no se agotan en Weretilneck y también le apuntan al gobierno nacional. PáginaI12 conversó con fuentes de Nucleoeléctrica, la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Autoridad Regulatoria Nuclear y en todos los casos coincidieron en que Gadano se equivocó en la manera en que manejó el tema. Fabián Roucco, director ejecutivo del Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT), incluso cuestionó públicamente al gobierno. “Se notó claramente la falta de una estrategia participativa, previa a los anuncios, que tuviese en cuenta a la población que legítimamente necesitaba canalizar sus dudas y sus temores ante un mega proyecto de este nivel”, aseguró. CEDyAT es el organismo que realizó el estudio de impacto ambiental para la modernización de la central de Embalse.
En una charla brindada ante los trabajadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica el 20 de septiembre del año pasado, Gadano aseguró que uno de los pilares centrales de su trabajo consistiría en ayudar a reconstruir la confianza de la sociedad para con el sector nuclear. “En la década del 60 los pueblos se peleaban por tener centrales nucleares. Hoy no es así. Lamentablemente las sociedades están atrapadas por la ignorancia, por la falta de información, y a veces le tienen un miedo a lo nuclear injustificado”, afirmó. Pese a tener claro el diagnóstico, el modo en que el subsecretario procedió en este caso no hizo más que agudizar los temores de los vecinos. “Llevar adelante un proceso de conexión con la realidad nuclear hacia la población requiere años de idas y vueltas -no meses-, generalmente se realiza con equipos de expertos profesionales interdisciplinarios, que efectúan un diagnóstico social respecto de los niveles de aceptación o de rechazo, estudios cuali y cuantitativos, procedimientos básicos de escucha de inquietudes, es decir un abordaje sociológico, ambiental y antropológico integral, entre muchas otras cuestiones de orden práctico. Eso claramente no sucedió. Los pobladores se enteraron por los diarios. De un día para el otro. Una imposición así generalmente suscita resistencias irreversibles y conflictivas”, aseguró Roucco.