Las fiscales Verónica Pérez y Fabiola Juanatey, de la UFI 2 Especializada en Femicidios, de Lomas de Zamora, pidieron el procesamiento con prisión preventiva de Marcelo Villalba y Marcos Bazán, ambos detenidos por el femicidio de Anahí Benítez. El pedido fue acompañado por una marcha de los familiares y amigos de la adolescente, desde la Ensam, la escuela donde cursaba, hasta los Tribunales locales, en reclamo de justicia. Al caso se sumó la denuncia (en Facebook) de una mujer que identificó a Villalba como quien había abusado de ella en la calle, manoseándola en pleno centro en abril pasado. En aquella oportunidad, Villalba fue detenido. La mujer criticó al juez y a la fiscal que decidieron liberarlo. La respuesta judicial fue que Villalba, sin antecedentes en ese momento, y por el delito del que era acusado, no podía ni debía legalmente quedar detenido.
Pérez y Juanatey acusaron a ambos imputados de los delitos de “privación ilegal de la libertad y homicidio triplemente calificado por criminis causae –matar para ocultar otro delito y lograr la impunidad–, por alevosía –por el estado de indefensión de la víctima–, y por violencia de género”.
En el caso de Villalba (40), también se le sumó el delito de “abuso sexual agravado” –su ADN fue hallado en el cuerpo de Anahí y lo identificó como el presunto violador– y “robo”, por haber obtenido el celular de la víctima.
Si sobre Villalba existen pruebas contundentes como su ADN y la tenencia del celular de la víctima, sobre Bazán surgen argumentos más endebles, al menos en instancia pública. Según versiones, varios chateos lo complican, aunque no está clara la veracidad de las mismas hasta que los chateos sean confirmados oficialmente. También cuentan el hallazgo en su casa de una tijera que pertenecía a un amigo de Anahí; y que los perros rastreadores marcaron al galpón donde vive Bazán como un lugar donde estuvo la adolescente.
Villalba, por efecto de la difusión en redes, fue denunciado por una mujer en su muro de Facebook. La mujer, Katia Documet Silva según el muro, denunció que en abril pasado, mientras caminaba por Carlos Pellegrini y Juncal, al mediodía, fue atacada por un hombre que luego fue identificado como Villalba. “Se me acercó un individuo que, con una manifiesta intención lasciva, puso fuertemente su mano derecha en mi cola”, señaló la mujer. “Reaccioné pidiendo ayuda y defendiéndome como pude a carterazos. El agresor no había notado que había personal policial en el lugar, que observó todos los hechos y reaccionó inmediatamente. Trató de escapar hacia la 9 de Julio pero fue reducido y aprehendido, en el acto, por el eficaz accionar de una mujer policía, llamada Sandra Cantero, a quien le estoy muy agradecida.”
“Quizás lo que me hizo a mí no haya sido algo tan grave, pero me motivó a tomar ese rol activo un sentimiento de responsabilidad social con el género”, escribió Documet Silva. En la comisaría “se tomaron todos los recaudos para las cuestiones de género”, sostuvo, pero en Tribunales “todo cambió”. “Me hicieron sentir que los estaba molestando por una pavada. Ninguna consideración por la cuestión de género. Me cruzaron tres veces con el agresor (a pesar de haber pedido expresamente no cruzármelo) que hasta se fue en libertad antes que yo terminara de hacer los trámites y pasó por al lado mío con una sonrisa altanera”, denunció.
Desde la esfera judicial se sostuvo que sin condenas previas y con la calificación de “abuso sexual simple” –que es excarcelable– no es posible mantener al denunciado detenido.