Sobre el final de una semana extremadamente turbulenta, Mauricio Macri rompió el silencio. El expresidente hizo público que estará al frente de la campaña de Javier Milei y que pretende seguir digitando al conglomerado antiperonismo. "Nosotros somos el cambio o no somos nada", enunció. En su primera aparición postderrota electoral, además de declarar su "apoyo incondicional" al libertario, le echó nafta al incendio de la coalición opositora para acelerar su proceso de desintegración. "Ellos quieren apoyar a (Sergio) Massa", afirmó sobre la UCR y los acusó de "vivir transando". "Él es el responsable del fracaso", le contestó el radical Martín Lousteau. Durante una entrevista radial, Macri también armó un forzado relato sobre cómo fue la reconciliación entre Patricia Bullrich y el candidato de La Libertad Avanza, y aseguró que el pacto secreto cobró fuerza por una reflexión de su hija de 11 años: "Anoche Antonia me dijo 'papá, no hay alternativa, tenés que apoyar a Milei".
La "reconciliación"
Justificar la "tabula rasa" no fue para nada sencillo. Requirió el armado de un guión de ficción que contara de forma amena y pormenorizada cómo se selló la paz. Según el libreto macrista, bastaron solo unos segundos para que se dejara atrás la feroz campaña en la que el libertario acusó a la exministra de asesinar infantes.
El encuentro secreto fue el martes a la noche. El fundador de Cambiemos ofició de anfitrión en su casa de Acassuso, en la zona norte del conurbano bonaerense, y también estuvieron invitados Karina Milei, hermana del candidato y a quien llama "el jefe", y el asesor Guillermo Francos.
"Acá llegó la montonera", asegura Macri que dijo cuando Bullrich ingresó a su hogar pasadas las 22 horas. “Sí, la que tira bombas en los jardines”, agregó ella, según el exmandatario. Luego de ese intercambio, Milei expresó: “Uh, qué mal que estuve. Perdón, perdón, me equivoqué”. Y al instante, Bullrich le respondió: "Yo también". "Ahí se dieron un abrazo y empezó la conversación. Fue muy lindo”, concluyó el exmandatario sobre el supuesto paso de comedia que convirtió las heridas en risas y perdones.
Luego, Macri dio una singular argumentación para explicar por qué el encuentro se hizo a espaldas del resto de los integrantes de la mesa chica del PRO: “La reunión no se puede hacer con 70 personas”, señaló sin pudor, respecto a la no invitación de Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Lo extraño del planteo es que sí hubo espacio para Cristian Ritondo y Diego Santilli, dos dirigentes que están alineados a su postura.
“Siempre alguno dice ‘ah, yo quería haber estado en la reunión’. Bueno, las cosas no suceden así. Las cosas van a una velocidad (…) que llevó a Patricia a sentir que a esa decisión la tenía que comunicar”, se excusó Macri en diálogo con radio Mitre.
La actitud separatista enfureció al alcalde porteño, quien cuestionó las “reuniones secretas" y denunció que el trasfondo tiene "acuerdos que no se saben qué son”. "No le hemos pedido nada. No se habló de cargos", jura y perjura Macri sobre el "apoyo incondicional" que le prometió al libertario entre gallos y medianoche.
Lo cierto es que ya trascendieron una serie de nombres que el fundador de Cambiemos pretende imponer en un eventual gabinete. El exministro de Justicia Germán Garavano es uno de ellos. Un hombre de extrema confianza, en un área sensible para Macri que acumula más de 200 causas en los tribunales. Para el equipo económico suenan Luis "Toto" Caputo, exministro de finanzas, y Guido Sandleris, expresidente del Banco Central. Sus incorporaciones desataron un fuerte ruido interno en La Libertad Avanza porque ambos se manifestaron en contra del plan económico de Emilio Ocampo, el gurú de Mieli. “Dolarizar la economía argentina con un Banco Central con muy pocos dólares generaría una hiperinflación y/o un corralito a los depósitos”, sostuvo Sandleris, quien estimó que el dólar se iría a 3.700 pesos.
Más allá de las negociaciones y tensiones por los ministerios, el espíritu de la reunión --dijo el exmandatario-- no fue para discutir los cargos sino para "congraciarse" y "reconciliarse". Bajo esa premisa, negó que haya “obligado” a Bullrich a pactar con Milei. "Ella ha comunicado lo que siente y lo que piensa. Y hoy yo estoy confirmando que adhiero", enfatizó. La afirmación sonó poco creíble, sobre todo porque también explicó que su jugada comenzó tiempo atrás y que incluso fue tomando forma durante la campaña electoral. De acuerdo al expresidente, con Milei conversaron seis veces por teléfono y se vieron cara a cara en dos oportunidades. La última fue durante esa madrugada del martes en su casa, donde asegura que le dijo al libertario: "Javier, lo único que vale en la vida es la palabra. Si no la tenés, no podés generar confianza. Y, si no se genera, el país no va a salir de donde está”.
Tras detallar cómo fue la rosca que lo llevó al acuerdo con la ultraderecha, Macri apeló a un mensaje sentimental. Sacó a relucir una supuesta conversación con su hija de 11 años para justificar la estrategia electoral. “Antonia me dice: ‘Papá, tenés que apoyarlo a Milei’. Y si lo dice Antonia, es palabra sagrada. Además, no tengo dudas que si ella votara, lo votaría a Milei”, concluyó, admitiendo inconscientemente que la opción de La Libertad Avanza está por encima de Juntos por el Cambio.
A punto del derrumbe
Por si a alguien le quedaban dudas de que el expresidente busca dinamitar la coalición opositora, ayer hizo todo lo posible para dejarlo en claro. Macri aprovechó su incursión mediática para tensionar aún más su vínculo con la UCR. "Ellos lo que quieren es apoyar a Massa, que lo digan", disparó. Así, acusó a su dirigencia de "vivir transando" y le puso nombres y apellidos a la denuncia: "Morales, Yacobiti, Lousteau y otros estuvieron siempre transando por detrás nuestro. Tal vez con la excusa de que necesitaban para sus provincias". La líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, también fue blanco de sus dardos. La describió como alguien a quien "le gana el ego". Con esas palabras, y a pesar de que afirme que la alianza "no se rompió", terminó por sepultarla. En los cálculos del ingeniero, ambos partidos quedaron vetustos y ya no interpelan a la sociedad como La Libertad Avanza, que no solo llega a los jóvenes sino también a los sectores populares.
Rápidamente todos los alfiles radicales salieron a contestarle. Lousteau sostuvo que Macri "es el gran responsable del fracaso" de Juntos por el Cambio y señaló que la derrota electoral fue producto de "un capricho personal". "Él no podía ser candidato y destruyó las candidaturas de Larreta y Bullrich", cuestionó y sentenció: "Era él o nadie". Tras las críticas, el senador recibió una dura respuesta por parte del diputado nacional Hernán Lombardi, quien lo tildó de "individualista, soberbio y falso sabelotodo" y le recordó haber sido el "autor de la (resolución) 125". "Votá a Massa si eso es lo que pensaste siempre, funcionario del kirchnerismo", escribió en redes sociales.
Morales, por su parte, volvió a subirse al ring. Insistió en que el exmandatario "es el gran responsable" del resultado electoral y calificó de "persona indigna" a Bullrich por el acuerdo con Milei. "Macri está feliz en este escenario, es lo que quería. No sé cómo van a compatibilizar la libre venta de órganos y armas. En Estados Unidos hubo 500 muertos este año en escuelas e instituciones", apuntó el gobernador jujeño, y añadió que "le parece bien que ponga la cara y hable" porque "le ha hecho un gran daño" a la coalición.
La fractura de Juntos por el Cambio está expuesta. Solamente falta que se formalice. El expresidente, sin embargo, finge demencia y asegura que la alianza "no se rompió". Es más, ayer lanzó un llamado al diálogo interno para dentro de 20 días: “Cuando pase esta PASO (sic), nos vamos a sentar de vuelta y vamos a decir en qué cosas vamos a trabajar unidos para defender la institucionalidad, gobierne Massa o gobierne Milei. Si tenemos un compromiso con la República, estaremos ahí dialogando”, manifestó en modo zen después de haber detonado todo. ¿Habrá tabula rasa en Juntos por el Cambio? Hoy, en medio del derrumbe, parece imposible. Mientras tanto, todos miran la puerta de salida, esperando a ver quién es el primero en irse.