Durante el fin de semana, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich se ufanó de haber logrado la detención de una paciente psiquiátrica internada en una clínica especializada. El alarde de Bullrich –revelando el nombre y apellido de la mujer– se produjo aún después que se supiera la condición de la persona ya que cuando fueron a detenerla, por orden del juez Ariel Lijo y por pedido del ministerio, se encontraron con que estaba internada. El magistrado le tomó ayer declaración al psiquiatra de la mujer, citó a los médicos de la clínica y el expediente se cerraría en los próximos días. La familia de ella, a través de sus abogados Gabriela Carpineti y Nahuel Berguier, analiza presentar una denuncia contra Bullrich por violación de los derechos de una paciente de salud mental. El alarde de la ministra es parte de una política de sobreactuación ante supuestas amenazas, que como contrapartida incluye la puesta en marcha de mayor represión.
La historia empezó el jueves, cuando la mujer publicó una amenaza en su Facebook. No se trataba de un método muy sofisticado: escribió en su propio muro. En el marco de la consigna “¿Donde está Maldonado?”, escribió: “Macri, tu hija no va a ‘desaparecer’. No la saques de tu casa. Sé a qué colegio va”. Abajo del texto copió un dibujo de una ametralladora. Seguramente el post merecía una investigación, pero si al final de la pesquisa se llegó a un psiquiátrico, las cosas debieron terminar ahí. Sin embargo, la ministra se despachó ensalzándose a sí misma porque lograron detenerla. Bullrich no se privó de publicar el nombre y apellido de la paciente, violando la ley de salud mental y los derechos de alguien internado.
El juez Lijo fue un poco más cauto. Cuando le dijeron que se trataba de una clínica psiquiátrica decidió no efectivizar del todo la detención, sino que ordenó que permaneciera en su lugar de internación. La versión es que el juez instruyó a la policía para que ponga una custodia, pero los familiares que fueron a visitar a la paciente no vieron ningún efectivo.
Ayer, los abogados Carpineti y Berguier se presentaron en el juzgado como representantes de la mujer y ya tienen intervención en el expediente. El juez le tomó declaración al psiquiatra, sobre todo porque la amenaza la escribió la mujer el jueves y la internación se produjo el viernes. Lijo quería conocer la historia clínica y el profesional le informó de episodios anteriores que venía sufriendo la mujer. También van a declarar los médicos de la clínica. A esto se agrega que el posteo se realizó desde un celular y el aparato fue entregado ayer al magistrado. Todo indica que Lijo cerrará la causa por inimputabilidad en los próximos días. También es un hecho que los abogados de la familia presentarán una denuncia contra la ministra.
El episodio marca la sobreactuación de Bullrich. La ministra hace alardes de detenciones en casos que bordean el ridículo. La semana pasada se adjudicó un espectacular triunfo cuando anunció que logró detener a un joven de 18 años que encontró en el celular de su novia un teléfono a nombre de Esteban Cambiemos. Creyendo que se trataba de alguien que quería seducir a su pareja, el joven se despachó contra el hombre para él desconocido. En realidad, era Esteban Bullrich. Todo terminó con las fuerzas federales entrando a Tapalqué, donde vive el muchacho, para concretar su detención. “Este procedimiento fue posible gracias a la inteligencia criminal y el alto nivel de profesionalismo de las fuerzas federales”, escribió una insólita Bullrich.
La contracara de esta sobreactuación, del armado de un clima de victimización y un falso ambiente de peligro, es el visto bueno a acciones represivas. Es un mensaje a los ciudadanos y a las fuerzas de seguridad de que se necesita mano dura.