Astor Massetti es licenciado en Sociología, especialista en Antropología Social y Política y Doctor en Ciencias Sociales. Además de desempeñarse como subdirector del Observatorio de Educación Superior de la Universidad Nacional Arturo Jauretche de Florencio Varela, Massetti dirige el programa de Estudios del Conurbano, un doctorado interinstitucional que, además de dictarse en la casa de estudios varelense, se desarrolla en las universidades nacionales del Oeste, Avellaneda, Hurlingham, José C. Paz, Moreno y Quilmes. Antes de la preinscripción del año próximo, que se realizará entre el 18 de noviembre y el 18 de diciembre, Massetti dialoga con BuenosAires/12.
--¿Cómo le explicarías a un alumno lo que propone Javier Milei para la educación pública?
--No lo focalizaría en un alumno. Una de las cuestiones que están en tela de juicio es si se debe politizar o no la acción docente. Pero definitivamente, más allá de eso, poner en tela de juicio el rol de la universidad pública, que es fruto de cientos de años de trayectorias, deseos, impulsos y luchas de la población, implica que Milei le tiene miedo a la capacidad que tiene la población de pensar y encontrar soluciones para sus problemas. Milei quiere obturar la capacidad cultural y social de pensar y proyectarse a futuro. El modo de impedir que la población encuentre soluciones para si misma es privándola de la cultura en general y de la universidad en particular.
--¿Cuántos conurbanos existen por zona geográfica y densidad?
--El conurbano es un fenómeno mundial. La conurbanización es una especie de línea borrosa entre la ruralidad y lo urbano, que es muy compleja en su estructura social y en su historicidad. Nuestro país, que se conformó radialmente, está muy centrado en cuatro puntos, cuatro conurbanizaciones al rededor de cuatro ciudades. Las conurbanizaciones más grandes son el Área Metropolitana de Buenos Aires, el Gran Rosario, el Gran Santa Fe, y Córdoba. Esos son sectores claros de las conurbanizaciones más típicas, no son sistemas de pueblos como en el norte donde, en pocos kilómetros, existen varias agrupaciones poblacionales.
--¿Todos los conurbanos de Argentina son iguales?
--No, son conurbanizaciones distintas y las historias son diferentes. Por ejemplo, la relación que tiene Santa Fe con el río es diferente a la que tiene el AMBA. Las conurbanizaciones en Argentina tienen que ver con el desarrollo de la industria y el desarrollo de las poblaciones trabajadoras. Son aquellos lugares que se mostraron aptos para la recibir la inmigración, y que luego formaron poblaciones que estaban cercanas a los centros industriales, pero que no estaban habilitadas a vivir en las ciudades por los altos costos que estas representaban.
--¿Entonces la creación de los conurbanos se explica en lo económico?
--Si, ese es el chiste de las conurbanizaciones. Se desplazan por la apropiación del suelo urbano que generan las élites. Se expanden en búsqueda de terrenos accesibles y prácticos para vivir.
--¿Cuál fue el proceso histórico que atravesó el conurbano bonaerense?
--Básicamente tiene que ver con la conformación de la historia que nosotros entendemos por Argentina. Está relacionado a los procesos sociopolíticos que se dieron a partir de 1870, con la reconfiguración del mapa poblacional de los pueblos originarios y los esclavos, que nutrieron la vida económica de las zonas portuarias de la Argentina. Eso se extendió hasta las guerras civiles y el inicio de la apertura del proceso inmigratorio, que se dio a los ponchazos y acompañados de grande crisis epidemiológicas, como la fiebre amarilla o el cólera, que fueron redistribuyendo los focos poblacionales. La densificación que eso significó multiplicó cada cinco años la cantidad de población: primero de ultramar, después del campo a la ciudad, y luego de los países limítrofes a los grandes centros urbanos. De allí en adelante, fueron setenta años de configuración para el territorio nacional. Para 1913, la morfología de las áreas centenarias eran muy parecidas a los mapas de la actualidad.
--¿Cuáles son las formas de habitar el conurbano?
--La forma de habitar es como uno se imagina a sí mismo, hacia dónde quiere ir, y de qué manera se proyecta desde sus necesidades contemporáneas hacia el futuro. Hay modos de habitar que hoy interpelan desde lo sexogenérico, con la necesidad de transformar las relaciones entre los géneros, los derechos y los cuidados que hacen a la vida cotidiana de las personas. Otra forma de habitar tiene que ver con el reconocimiento de las identidades originarias y los idiomas como el guaraní y el quechua, las tradiciones festivas, y el reconocimiento de los rasgos físicos como un valor y no como algo negativo. También aparece la dignidad humana, que debe estar detrás de la búsqueda de condiciones socioambientales equitativas, justas y que no sean perjudiciales para la salud. Otra es la discusión sobre la forma en la que se conciben los procesos colectivos de acceso a la vivienda, la construcción del hábitat popular, la regulación del acceso al suelo urbano, los alquileres, y las viviendas ociosas. Cuando hablás de 'modo de habitar', hacés un programa de futuro. En ese sentido, el doctorado tiene su potencial más grande, porque nos interesa estimular estos estudios, estas discusiones, y estos diálogos para proyectar un futuro común.
--Se proyecta el futuro, pero se trabaja en la actualidad. ¿Cuáles son las necesidades básicas de una familia promedio del conurbano?
--El tema de la familia promedio es que no hay un promedio familia, existen diversidades en los modos de convivencia. Ahora se observa mucho las familias monoparentales, las mujeres que se hacen cargo solas de sus hijas. Debemos abandonar la mirada de 'familia promedio' y empezar a atender las nuevas tendencias, que generan cambios en los modos de vida y en las necesidades. El conurbano, como impronta, tiene déficit en accesos a los servicios públicos, los medios de transporte al interior de las zonas y la densificación de población en zonas que necesitan mucho desarrollo. Uno imagina el conurbano como pequeños manchones de bienestar y grandes áreas con desarrollo deficitario, sobre todo en zonas que necesitan una gran inversión en infraestructura para ser plenamente habitables.
--¿Cuál es el rol de las juventudes? ¿A qué apuntan hoy en día?
--No hay generaciones homogéneas. Ser joven, o tener determinado tipo de edad, no es una marca indeleble. Son diversas experiencias de vida, hay muchas formas de transitar las edades. Lo que si son estructurantes, son las oportunidades que ofrecen los territorios. En territorios donde hay universidades públicas gratuitas e irrestrictas, vas a tener juventudes con proyecciones diferentes que en lugares donde se vacía de esa posibilidad y dependés de recursos acumulados para desarrollar esa trayectoria de vida en otro barrio, otra provincia u otro país.
--¿Y el trabajo? Para los jóvenes es cada vez más difícil conseguir un empleo y la informalidad aumenta...
--La informalidad es producto de la recomposición de las estructuras productivas del mundo, es un rasgo distintivo en el conurbano y en todo el continente. Si nos referimos por informalidad a tipos de empleo que se desarrollan por fuera de lo que se conocía por 'seguridad social', eso tiene que ver directamente con la forma en la que las empresas trasladan el costo laboral a la población en general.
--¿Qué pasa con los chicos, las chicas y la droga?
--Cuando hablamos de la problemática de los consumos, hacemos énfasis en pensar al narcotráfico como un problema ligado a los jóvenes, que de hecho lo es, pero los consumos, la sedación como opción de vida, atraviesa todas las generaciones y todas las edades. Como sociedad tenemos que hacer un trabajo muy grande para acompañar los procesos de aquellos que están buscando una forma de reubicar su vida, para que no sea un consumo problemático lo que ordene su cotidianidad.
--¿Cómo analizás la vida en las villas y los barrios populares?
--Lo interesante es la recuperación de la idea de que el conurbano es un gran laboratorio de experiencias colectivas. Todos los modos de hábitat populares, están atravesados por las experiencias colectivas de la resolución de los problemas cotidianos. Eso que uno llama 'villas', es una gran experiencia que está cargada de estigmas muy grandes, porque parecerían ser zonas indignas, cuando en realidad son laboratorios de organización popular. Se dan diálogos y se encuentran soluciones comunes para los problemas más acuciantes.
--¿Qué implica desenvolverse en la marginalidad?
--La marginalidad es según quien la mire. Por lo general, uno establece los márgenes en función a prejuicios, y se le atribuye el carácter de marginal a identidades mezcladas, heterogéneas y diversas que no son tales. Cuando hablamos de marginalidad: ¿Hablamos de lo ilegal y las estructuras delictivas? ¿De la población discriminada? ¿De condiciones de vida insatisfactorias? ¿O de cosas que se resuelven por afuera de las leyes de mercado? Solemos reproducir modelos estigmatizantes, donde enfocamos en la vestimenta o en colores de piel caracteres negativos que en realidad son prejuicios.
--¿Existen 'vías de escape' para no afrontar la realidad? ¿O lugares que, como el fútbol, ofician como descarga?
--No hay escape a la realidad, en todo caso son filtros. Ojo, porque también hay escapes que pueden ser no deseados. El fútbol es uno más dentro de la histórica forma de construir las masculinidades. Vos no te vas a ningún lado, no te escapas de nada, solo estás siendo parte de algo.
--¿Creés en la idea de la identidad del conurbano? Tanto positiva como negativa...
--Si, por supuesto. No hay una identidad que se pueda constituir solo desde lo positivo. Forma parte de los modelos sociopolíticos de hoy en día. El conurbano es una forma de vida, es una experiencia, una forma de vivir lo público. Es estar en la vereda tomando mate, es el encuentro en el club del barrio, son las festividades y las escuelas, que dejan marcas indelebles. Hay una mirada enamorada de los territorios, y así como existe la identidad del conurbano, existe la identidad bonaerense, varelense, quilmeña, y así con cada lugar.
--¿Qué rol cumplen las universidades en la construcción de esa identidad?
--Las universidades públicas actualizan la idea de la identidad, porque son parte de la ambición del territorio por ser. Una universidad en tu territorio es la demostración de que hay un modo de vida viable. Te da oportunidades, capacidad de soñar y capacidad de aportar en concreto cosas que antes no estaban, y que son generadas desde el conocimiento, la ubicación y la interacción con los territorios. Eso es muy valioso y muy concreto.
--¿Cómo se creó el doctorado de Estudios del Conurbano?
--El doctorado de Estudios del Conurbano nació a partir de la visión de siete universidades, que tienen la vocación de laburar en conjunto para encontrar una agenda común de trabajo y desarrollar políticas que permitan potenciar los recursos, las llegadas y la expansión de las casas de estudio del Bicentenario. Detectamos que, por la novedad de las universidades y las políticas de captación de recursos humanos, era necesario desarrollar políticas de posgrado de alto nivel, que tuvieran como preocupación interdisciplinaria de investigación las problemáticas de la población del conurbano, y que en base a eso aportaran soluciones de alto valor científico y de alta pertenencia social, cultural y política.
--Las universidades del Bicentenario apenas superan los diez años ¿Eso explica esta unión?
--Salvo la de Quilmes, el resto de las universidades que conforman este doctorado fueron creadas del 2010 en adelante. Esto genera que, por ser agrupaciones tan jóvenes, necesitaban agruparse para tener una masa crítica propia que pudiera sostener un programa doctoral. De allí surgió este esfuerzo conjunto para potenciar los avances de cada una de las universidades, y de esa manera, acelerar y ganarle al futuro agrupando y generando una sinergia que permitiera llegar al programa doctoral, sin tener que recorrer el largo camino que implica la alta acumulación de doctores en cada universidades como hechos aislados.
--¿Cuál es el sello distintivo que aportan las casas de estudio en este tipo de abordajes?
--Que sean siete universidades ya es una marca de origen muy fuerte. Lo más difícil, en todo sistema, es el trabajo en conjunto al interior de las instituciones y con ellas. Esto, al candidato o candidata a doctor, le aporta una plataforma súper diferente. Después, la historia de la institución aporta otro sello distintivo, porque son universidades que, en la búsqueda de la intuición social, desarrollan mecanismos de calidad y sistemas científicos de formación continua. Están muy centradas en el desarrollo local, en la mejora de la calidad de vida, y se relacionan con los territorios priorizando diversos ejes temáticos y miradas, que son completamente diferentes a la de universidades que tienen una vida más larga, porque esas han atravesado muchos períodos de la historia y han superpuesto sus objetivos institucionales a sus quehaceres cotidianos.
--¿Qué características geográficas tienen las regiones de influencia de las universidades que componen el doctorado? ¿ Es un territorio homogéneo?
--No es homogéneo. Es un conjunto de territorios muy complejos, muy heterogéneos y muy ricos para el análisis. El conurbano es una forma de transitar la historia de la Argentina, a través del vasto conjunto de recorridos que implica un área de influencia que supera los ochenta kilómetros cuadrados de extensión. Aquí viven casi 15 millones de personas con problemáticas ambientales, sociales, políticas, económicas y productivas. Hay áreas rurales, donde prima la producción agropecuaria, y zonas industriales. Existen zonas con una gran integración a la ciudad de Buenos Aires y áreas mucho más retraídas. Áreas con población migrante y tradiciones muy viejas, y otras de historia más reciente.
--¿Cómo imaginás el conurbano bonaerense de acá a diez años?
--El proceso que encaró Axel Kicillof de más derechos, de obras al servicio de la población y de instituciones sensibles con las necesidades populares, promete un conurbano integrado y deseable para vivir, que es el camino que ya se está recorriendo.