La operación del Gobierno para desviar la atención y la investigación judicial de la desaparición forzada de Santiago Maldonado se hizo añicos. La ministra de Seguridad se había encargado en persona, el 16 de agosto, de instalar públicamente una línea de investigación que se centraba en que Maldonado había sido herido el 21 de julio durante un ataque de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) a un puestero, Evaristo Jones, de la Compañía Tierras del Sur, propiedad de Benetton.

Bullrich leyó la declaración de Jones durante su intervención en el Senado de la Nación, donde había concurrido a brindar explicaciones luego de una citación impulsada por la oposición. A pesar de todas las pruebas que demostraban lo contrario, y que sustentaban la versión que indica que Maldonado estaba presente en la Pu Lof en Resistencia el día de la represión de Gendarmería, la ministra de Seguridad decidió apoyar aquella falsa línea investigativa, que terminó de caerse ayer con las pruebas de ADN sobre las prendas de Jones que no coincidieron con el perfil genético del joven desaparecido. 

En su visita al Congreso, Bullrich presentó el testimonio del puestero en primera persona, que contaba el episodio supuestamente ocurrido el 21 de julio y que generó una andanada de versiones y artículos que trataron de engordar la versión del Gobierno: que Santiago había quedado malherido por los cuchillazos de Jones y que podría haber muerto días después (ocultado por los mapuches), o bien, que había huido hacia algún lugar desconocido.  

“Aproximadamente a las dos de la mañana, estaba solo en el puesto durmiendo y escuché ladrar los perros con mucha desesperación. Me levanté y fui hasta la cocina para ver si veía algo. Estaba muy oscuro. En un momento determinado vi una sombra pasar corriendo y que llevaba una luz, como si fuera una linterna pequeña. Inmediatamente después sentí un fuerte golpe y vi a una persona entrar por la puerta que había sido forzada. Entraron dos personas juntas, encapuchadas”, leyó Bullrich. 

“Me desesperé y ante la situación agarré el cuchillo que estaba sobre la mesada y encaré a uno de los dos que entraron primero. Me atropellaron sin decir palabra y entonces yo le tiré una puñalada para defenderme y estoy casi seguro que lo lesioné. No sé cuál será la lesión que le hice, pero lo lesioné”, repitió la ministra el relato de Jones. “Enseguida me tiraron al piso porque creo que ellos eran tres o cuatro. Creo que tenían armas de fuego. Mientras me tenían tirado en el piso, uno me tenía apretando las piernas y creo que tenía un arma corta. Con la poca luz, veía que otro revolvía y rompía las cosas del puesto, ese parecía que tenía un arma larga, que me la apoyaba constantemente en la cabeza. También veía que había gotas de sangre en el piso”, continuó. 

Las salpicaduras de sangre fueron luego cotejadas por el Servicio de Huellas Digitales Genéticas de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, y el resultado fue negativo: la sangre no pertenecía a Maldonado. 

La versión de Jones también abonaba al relato oficial que señala a las comunidades mapuches como violentas o "extremistas", en un revival del léxico militar. “Me decían que no tenía que trabajar en la estancia, que no era en contra mío, sino en contra de la estancia. Me decían que me quedara tranquilo mientras pateaban las cosas. El más violento me pegó una patada en la espalda y me apoyaba algo en la cabeza que parecía ser un arma”, repasó Bullrich, antes de ser interrumpida.