Producción: Mara Pedrazzoli

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¿Cómo puede ser?

Por Sofía Ruano (*)

El consumo masivo en Argentina registra una tendencia alcista sostenida desde el mes de junio, de acuerdo con los datos de Scentia. Sin embargo, fueron los resultados de agosto y septiembre los que permitieron dar vuelta la tendencia acumulada del año a números positivos: Con un incremento del 5,8 por ciento en volumen en agosto y 8,5 por ciento en septiembre, el consumo masivo revirtió su tendencia acumulada que en julio era de -0,5 por ciento, a un acumulado a septiembre de 1,1 por ciento de crecimiento. Dicho de otra manera, fueron agosto y septiembre los meses que más empujaron al consumo masivo a crecer en 2023. Casualmente, dos meses que elevaron el piso inflacionario a un promedio de 12,6 por ciento. La pregunta que surge es muy obvia (y cada vez más frecuente para los que analizamos consumo en Argentina): ¿Cómo puede ser?

Con una inflación de doble dígito en agosto y salarios que no acompañan el ritmo, un incremento de 5,8 por ciento en volumen de consumo parece difícil de explicar. Lo mismo en septiembre. Sin embargo, hay dos elementos que construyen un marco muy lógico para esta evolución del consumo, y posiblemente también un pequeño vaticinio de lo que se viene en los últimos meses del año, y en los primeros de 2024: el aparato de medidas de compensación anunciadas post PASO, y la incertidumbre del escenario electoral.

Después de las PASO, Sergio Massa anunció un total de 22 medidas económicas, algunas de las cuales se esperaba tuvieran un impacto muy directo en el consumo masivo: Devolución del IVA, eliminación del impuesto a las ganancias, bonos a jubilados, suma fija a trabajadores, renovación del Previaje y refuerzo de la tarjeta Alimentar. Casi todas estas medidas comenzaron su implementación en septiembre y octubre, por lo que es muy probable que hayan impactado de forma directa en los 8,5 puntos de crecimiento de consumo masivo en septiembre respecto del año anterior. Y, por lo tanto, muy probable que continúen sosteniendo el panorama de consumo al menos durante el mes de octubre, y alguna parte de noviembre.

Además de verse reflejadas en el consumo masivo, las transferencias directas al bolsillo tuvieron su impacto también en las olas de turismo en los dos fines de semana largos de agosto y octubre. Según los datos de CAME, en agosto viajaron 835 mil turistas, gastando un 7,7 por ciento más que en el mismo período de 2022 (a precios constantes), y en el fin de semana XXL de octubre, 1,5 millones de turistas, con un gasto un 8,3 por ciento superior al de 2022. Octubre lógicamente movilizó todavía más turistas y más gasto, no sólo por la longitud del fin de semana, sino porque comenzó a regir la quinta edición de Previaje, también anunciada dentro del paquete de medidas de Massa.

Sin embargo, el incremento del consumo de agosto y el turismo movilizando casi 1 millón de personas en el mismo mes, no pueden explicarse por las medidas económicas que sólo llegarían a los bolsillos uno o dos meses más tarde. Por lo tanto, hay un segundo eje de impulso al consumo que tiene mucho que ver con el escenario electoral de profunda incertidumbre.

El día posterior a las PASO, Sergio Massa anunció una suba del tipo de cambio oficial del 22 por ciento, causando fuertes impactos en toda la cadena formadora de precios para el consumo. En una semana en la que se perdieron los precios de referencia, los consumidores corrieron a acopiarse de los bienes necesarios y no perecederos, así como a adelantar compras que tenían planificadas para el resto del mes o del año. De hecho, según datos de Scentia, la semana post PASO el consumo masivo creció un 26,7 por ciento en volumen respecto de la misma semana el año anterior.

Considerando lo anterior, es lógico pensar que, en las semanas previas a las elecciones generales de octubre, los consumidores probablemente hayan adoptado medidas similares, en preparación a un potencial panorama de devaluación, incremento de precios, o la incertidumbre que podría haber causado una derrota del oficialismo, con todavía 2 meses de gobierno por delante. Aunque nada de esto sucedió efectivamente, el panorama anímico es de profunda incertidumbre y ansiedad.

El clima que se vive entre los consumidores argentinos es de una preparación para algo mucho peor, con un consenso tácito de que el 2024 será un año muy difícil. Esta emocionalidad latente, impulsa a gastar hasta lo que no se tiene para prepararse para ese futuro que se sabe peor que el presente. Los consumidores usan tarjetas, o piden préstamos a amigos y familiares. Se valen de los medios que pueden para traer algún grado de seguridad a un escenario de mucha angustia e incertidumbre. Y algunos consumidores (los que todavía pueden financiarlo), compran de más para calmar la ansiedad que es la emoción que gobierna, especialmente, a la juventud.

Ansiedad, incertidumbre y un futuro que se sabe peor, son una tríada perfecta para garantizar un crecimiento del consumo en el corto plazo, que posiblemente se extienda, al menos hasta noviembre. Si encima hay dinero extra en los bolsillos, más razones para que crezca el gasto. Sin embargo, el escenario de consumo en alza está sostenido con alfileres, que posiblemente comiencen a caerse hacia un 2024 que se perfila fuertemente más recortado.

(*) Consultora especializada en consumo.

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Reparación de ingresos

Por Agustín Romero (**)

El hecho disruptivo en términos económicos para Argentina durante 2023, ha sido el impacto de la sequía, una de las más importantes de la historia. Esto, sumado a los problemas económicos que ya se arrastraban, puso a la conducción económica en un dilema: frente a la fuerte caída de exportaciones se podía dejar caer a la economía en una fuerte recesión, o se podía intentar sostener los niveles de actividad y empleo, asumiendo un rebote inflacionario. El camino elegido fue el segundo, y la aceleración inflacionaria se hizo evidente.

A su vez, el proceso electoral marcó también los tiempos para la política económica. El día después de las elecciones primarias, la principal noticia en el plano económico fue una suba del tipo de cambio oficial del 22 por ciento, luego de duras negociaciones con el FMI. Desde el organismo se exigió a la Argentina romper con su política cambiaria que hasta entonces consistía en devaluar de manera gradual, evitando saltos repentinos del tipo de cambio.

Si bien una parte de la devaluación se vio rápidamente trasladada a precios, las medidas asumidas fueron contundentes y lograron recuperar el poder de compra de millones de personas. Esto implicó un fuerte aumento del gasto del Estado, aunque se vio acompañado por un aumento en la recaudación tributaria.

Desde el Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV se estimó que, para septiembre de 2023, el aumento real del Salario Mínimo fue de aproximadamente 22 por ciento en relación con el mismo mes del año 2022, mientras que el aumento real del Potenciar Trabajo fue del 9 por ciento respecto al año anterior. Por su parte, el RIPTE (salario registrado) aumentó un 2 por ciento interanual en términos reales. Además, la jubilación mínima considerando bonos fue en septiembre un 8,2 por ciento mayor que a final de 2019 en términos reales (+4 por ciento interanual). Asimismo, deben considerarse el bono a monotributistas, a trabajadoras de casas particulares, entre otras medidas como la devolución del IVA y la modificación del Impuesto a las Ganancias. En suma, se estima que las medidas de ingresos beneficiaron a unos 19 millones de personas.

En este sentido, los indicadores disponibles indicaron en el mes de agosto un crecimiento del consumo en supermercados del 2,7 por ciento mensual y del 5,2 por ciento interanual. El consumo en shoppings y centros de compras en agosto de este año se encontraba un 16,6 por ciento por encima en términos reales respecto a agosto de 2022, y acumuló un aumento del 12,9 por ciento para enero-agosto contra el mismo período de 2022, según información del Indec.

Si bien no hay datos oficiales de consumo para el mes de septiembre, las cifras de recaudación denotan que continuó creciendo. Durante septiembre se recaudó por IVA un 18,3 por ciento más que en agosto, lo cual significa un aumento mensual real de casi 5 por ciento y un aumento interanual real superior al 23 por ciento. Esto está relacionado con el mayor consumo en cadenas y a través de medios bancarizados, aprovechando beneficios, promociones, descuentos y devoluciones en la compra de bienes de consumo masivo. A su vez, las expectativas de inflación creciente posiblemente hayan impactado en el adelantamiento de ciertos consumos.

Cabe mencionar que, pasado el pánico y la incertidumbre que generaron los resultados de las PASO y los dichos de Javier Milei atentando contra la demanda de pesos, el panorama de corridas de las cotizaciones del tipo de cambio presenta una mayor estabilidad. Esto es, tanto por la ampliación del régimen de exportación de la soja a todo el resto de las exportaciones argentinas (probablemente con cierto efecto en los precios), a la vez que se habilitó el segundo tramo del SWAP con china para la importación por 5.000 millones de dólares, a lo que se suma un swap “extra” a modo de puente para el pago del próximo vencimiento con el FMI.

En este sentido, con un sector externo más calmo, observando los datos de recaudación del IVA, y la recuperación del poder de compra de los ingresos antes mencionados, para septiembre es esperable que los niveles de consumo continúen en alza. En conclusión, podemos observar que en un escenario adverso como el planteado por el año de la sequía, en un año de elecciones presidenciales, y en conjunto con la consolidación de un régimen de alta inflación; tras la devaluación impuesta por el FMI luego de las PASO, la política de reparación del ingreso fue efectiva para los meses que siguieron.

(**) Economista miembro del Observatorio de Políticas Públicas de UNDAV.