La voz de Maurice Grosse es la primera que aparece en La maldición de Enfield (reciente estreno de Apple TV+). “Ahora son las 23.15. Todo parece normal”, susurra el investigador mientras la cámara se pasea por una casa proletaria del norte de Londres. La segunda es la de un vozarrón inquietante, el supuesto espectro de un antiguo morador que utilizó a una niña de once años como conducto para hacer de las suyas. Los cuatro capítulos de la entrega corcovean entre el documental y el terror fantástico a partir del fenómeno paranormal más documentado en la historia de Inglaterra. El mismo que dio lugar a la segunda parte de El conjuro, una miniserie, libros y hasta una obra de teatro. El término poltergeist, vaya casualidad, proviene del alemán: poltern, hacer ruido, y geist, fantasma. “Desde un punto de vista documental, teníamos estos sonidos bastante ambiguos, las fotografías y las declaraciones. Pero es el sonido el que te lleva a lo visual. Oís unos pasos y ya tenés un imaginen bastante vívida de lo que podría ser y será de la peor manera posible”, le dice su director, Jerry Rothwell, a Página/12.

La historia es bien conocida y forma parte del pop del terror setentoso desde que los tabloides se interesaran. Por casi un año y medio, el hogar de la familia Hodgson sufrió la ira de Bill Wilkins, cuya alma en pena hacía volar cosas y  personas, lanzaba objetos, creaba ruidos horripilantes, y parecía estar ensañada particularmente con Janet. Así lo contaron y lo testificaron decenas de testigos. La celebridad del hecho, según su director, fue uno de los motivos que los llevó a explorar otro formato. Lo más novedoso de La maldición de Enfield es, sin dudas, desnudar el artificio (las dramatizaciones con lipsync, la ruptura de la cuarta pared, la reconstrucción de esa vivienda suburbana) para darle más valor a su elemento primal. “Lo que escuchás es lo original y lo que ves es como una subcapa interpretativa de eso. Eso es intencional y me pareció una manera muy honesta de explorar cómo lo paranormal juega con los límites de nuestra percepción”, dice el realizador.

La maldición de Enfield se suma a otros experimentos del género documental (Casting JonBenet, El Ensayo), aunque aquí hay un apreciable enrosque con la estética de los últimos años ’70, la tesitura de ciertos films de terror (El exorcista, El ente) y el sentido analógico de aquel pasado. “El horror siempre aparece en tiempos de inseguridad. Y esos días en Inglaterra eran particularmente inestables, por las huelgas, la crisis del petróleo, la representatividad política, lo que quieras. Y la actualidad tiene un paralelismo con aquellos años”, plantea su director.

-Las grabaciones funcionan como vigas para la narración. ¿Eso fue liberador o un karma?

-Exactamente esas tres cosas. Reconstruimos la casa para que los actores hicieran lo que se escucha en las grabaciones. Por lo cual teníamos que ser muy meticulosos para no salirnos de la norma. El audio nos daba pistas y nos dirigía, en cierto sentido. Y por momentos era un verdadero trauma porque los actores no podían interpretar, sino que se limitaban al registro sonoro. Como artista está bueno ponerse límites, y en este caso estábamos ceñidos a algo muy particular, que dio sus frutos.

-¿Cómo jugó la fama del caso en este proyecto?

-Es interesante, todos los que cubrimos este caso tratamos de hacerlo de otra manera. Traté de no ver demasiado para no influenciarme, pero la fuente es la misma, lo que es distinto de este documental es que la ficción no va por el sensacionalismo, es decir, lo sobrenatural está por fuera de la cámara. Otro gran interés nuestro era el de poner el foco en la familia, especialmente en estas hermanas adolescentes, que sufrieron una experiencia traumática.

-La recreación de la casa es otro aspecto central, las entrevistas a los testigos y a Janet Hodgson se hacen allí mismo, ¿qué logró con ello?

-Los espacios pueden evocar la memoria y reconstruimos lo más detallado posible gracias a las grabaciones. Maurice Grosse era muy minucioso, incluso con aspectos arquitectónicos, hacía dibujos para que no se le escapara nada. La visita al set dio lugar a algo muy emocional para todos los que estuvieron allí, les pareció intrigante y fue un buen punto para empezar la conversación.

-¿Por qué cree que el caso aún genera tanta atención?

-Fue en una casa común y corriente de una familia trabajadora, no fue en un palacio ni en el campo. Sucedió en un suburbio de Londres, durante casi un año y medio frente a numerosos testigos. Está la cuestión psicológica de cómo un grupo de personas llega a creer en algo paranormal y la otra es sobre lo que efectivamente sucedió. Alguien lo dice, los menos interesante para decir sobre los fantasmas es si existen o no. Existen porque las personas creen en ellos y significan algo para nosotros.

Programados

* Mujeres Alfa, la serie web creada por Sole Castro Virasoro, se estrenará el próximo miércoles (www.mujeresalfa.net). En diez episodios se sigue a una “mala feminista”, sus amigas, el psicólogo y el sueño de Pedro Almodóvar hecho realidad: “cuatro mujeres hablando sin censura y sin límites”.

* Disney+ anunció el estreno de tres especiales de Doctor Who en medio de los festejos por el 60° aniversario del viajero intergaláctico e ícono británico. La bestia estelar (25 de noviembre), Doctor Who: Salvaje y azul lejanía (2 de diciembre) y Doctor Who: Risitas (9 de diciembre), reunirán nuevamente al Decimocuarto Doctor (David Tennant) con Donna Temple (Catherine Tate) para combatir al Juguetero (Neil Patrick Harris). El próximo año, por oitro lado, habrá una nueva temporada de la saga protagonizada por Ncuti Gatwa. Es decir, el Eric de Sex Education tendrá que aprender a manejar la Tardis para viajar por el espacio tiempo.

* ¿Agentes inmobiliarios infernales? Algo así sucede en SurrealState,  comedia cuya segunda temporada puede verse por Universal+. La serie sigue a un equipo de bienes raíces encargados de vender las casas poseídas por espíritus del más allá. Cazafantasmas que se quedan con un 4% de comisión por transacción.

El personaje

Roderick Usher de La caída de la casa Usher (Bruce Greenwood).  Magnate farmacéutico que perdió a sus seis hijos en el ínterin de dos semanas. Lo persiguen varios espectros y un delirio cada vez más real. Coñac en mano, ojos vacíos y sabiéndose derrotado, Mr. Usher oficia de maestro de ceremonias de un festín del terror.