La inflación se aceleró fuertemente en los últimos meses al registrar una suba de 12,4 por ciento en agosto y 12,7 por ciento en septiembre. Página/12 conversó con Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Martín Burgos, miembro del departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación (CCC) y Fabián Amico, investigador del Instituto Estadístico de los Trabajadores de la UMET, para tratar de desentrañar qué ha venido pasando y, sobre todo, puede pasar con los precios en lo que queda del año.
“En estos días se ha visto es la importancia que tienen los votos, o el poder político, para ordenar buena parte de las variables macroeconómicas. La semana pasada los dólares paralelos estaban desbocados y Ciara-Cec decía que no habían más granos para liquidar, pero eso cambió cabalmente luego de la elección: el Banco Central compró dólares esta semana y el ruido del blue desapareció e incluso tuvo una tendencia a la baja sin intervenciones”, recalca Hernán Letcher del CEPA. “El ministro ya no es el tercero de una votación, sino el primero y ganó por siete puntos, el poder se reacomoda”, recalca.
En la misma línea, Martín Burgos del CCC señala que “en este momento de transición es esencial la función que cumple Sergio Massa, como garante del poder y la estabilidad en su rol de ministro de Economía y con la posibilidad de mantener el poder mañana si se proclama presidente”. Y continúa: “si no fuera por esa doble condición, y por la ventaja que está teniendo en términos electorales, hubiese sido muy difícil para el gobierno mantener los precios a raya, como en todo proceso de transición”.
Ambos reconocen las dinámicas especulativas que marcaron el sendero de precios previo a la elección y el problema de algunos faltantes, que es la forma que tienen las empresas para presionar. “En octubre hubo un aumento significativo pero no uniforme de precios en la previa de la elección y también problemas de abastecimiento en algunas marcas. Pero tras la elección no sucedió, por ejemplo, esa remarcación del 25 por ciento con la que amenazaba Coca Cola”, advierte Letcher. “Se necesita un Estado fuerte para morigerar las subas de precios”, completa Burgos.
Por su parte, Fabián Amico de UMET enfatiza en otras variables macro. “Lo que queda por hacer, lo que es factible para el gobierno -porque no puede por ejemplo ir a un nuevo régimen de política económica y discutir cuestiones necesarias como el acuerdo con el Fondo- es administrar y mejorar la acumulación de las reservas y mantener a raja tabla la estabilidad cambiaria hasta el final del mandato”, sostiene el economista. “Esto equivale a esperar sin sumar un shock adicional, así la inflación se va a mantener en un nivel alto pero no se va a acelerar y quizás pueda mermar un poco”, concluye.
Amico recuerda que hubo dos devaluaciones, una a fines de julio cuando se tomaron medidas que elevaron el tipo de cambio efectivo con “el aumento del impuesto PAIS del 7,5 por ciento a las importaciones de bienes y de fletes, del 25 a la importación de servicios, y una mejora de 26 por ciento en el tipo de cambio de las exportaciones de maíz y economías regionales” y otra inmediatamente después de las PASO. Esto “produjo el fogonazo inflacionario de agosto pasado y puso la dinámica de precios en los dos dígitos: entre julio y agosto, mientras los precios minoristas casi duplicaron su tasa de aumento, los mayoristas la triplicaron, lo que indicaba la certeza de que la inflación minorista aún tenían un recorrido adicional”, agrega.
Alimentos versus regulados
Al observar con cierto detalle la evolución de los precios, es posible identificar presiones puntuales en carnes y panificados por ejemplo, que contrastan con la estabilidad de los precios regulados.
“La carne tuvo un comportamiento particular pues bajó de precio en Hacienda en septiembre pero subió en el mostrador, a diferencia de lo que ocurre históricamente: cayó 1 por ciento el precio en Hacienda y subió 20 por ciento en mostrador. En tanto, en octubre subió 20 por ciento en Hacienda y en mostrador trepó menos, alrededor del 10 por ciento (con agunas discusiones también para topear el kilo vivo en alrededor de 1.000 pesos). Noviembre es un mes donde hay menos oferta, con lo cual suelen aumentar también los precios”, sostiene Letcher. “Esto es relevante porque la carne pesa mas o menos el 10 por ciento en el IPC, entre el 7 y 13 por ciento dependiendo la región”, agrega.
“Los panificados también aumentaron mucho en la previa de la última elección y en esta semana subieron los productos vinculados a las fiestas navideñas. Pero todo esto va acompañado de un congelamiento de las principales variables macroeconómicas (dólar, transporte, prepagas, servicios públicos y las naftas que tuvieron un aumento menor que la inflación) de modo que los precios regulados están compensando los incrementos de los no regulados”, concluye el director del CEPA.