“Es la historia de dos amigos. No es una película de tango ni de música. Hay música. Hay tango. Pero es la historia de dos amigos”, define Rodrigo Vila a Tango en París. Recuerdos de Astor Piazzolla, que reconstruye la amistad entre el bandoneonista y su amigo José Pons con un envidiable archivo repleto de material inédito: grabaciones a cinta abierta con Piazzolla tocando en el living de la casa de Pons, grabaciones hogareñas en Super 8, cartas y fotografías. Tango en París se estrena mañana en el Hoyts Abasto y las proyecciones en Buenos Aires funcionarán como antesala antes de empezar un largo recorrido por festivales europeos. En diálogo con PáginaI12, el cineasta Rodrigo Vila reconstruye el proceso de trabajo que lo llevó a crear el documental.

“Hace unos años hice una película documental de la vida de Mercedes Sosa, La voz de Latinoamérica, con el hijo de Mercedes, Fabián, y la familia de ella. Yo sabía por Fabián de su relación con José y Jacqueline Pons en París, sobre todo en su época de exilio, que ellos la habían ayudado muchísimo, y fui a entrevistar a Jacqueline a París porque sabía que tenía un archivo de Mercedes muy bueno”, rememora Vila. “Cuando la conocí, aparte de darme un material muy lindo de Mercedes con Astor, me mostró otro material riquísimo de archivo fotográfico, fílmico, audio y cartas entre Astor y José Pons”, agrega. Un enorme patrimonio cultural que permanecía guardado en estantes de una piecita parisina.

Así que cuando terminó el documental dedicado a Sosa, Vila volvió a encontrarse con Jacqueline Pons. “Pudimos desenterrar este material para un público un poco más masivo, porque esta historia reúne un patrimonio cultural argentino enorme, de tango y de folklore. ¡Pensar que en esa casa Piazzolla y (Atahualpa) Yupanqui se hicieron amigos y decidieron hacer un tema juntos!”

–Por lo que se ve en el documental, era un departamento chiquito.

–¡Lo era! Y ella sigue viviendo allí. Pero de golpe entraban treinta, cuarenta personas, comían todos ahí y Jacqueline, que era bretona, había aprendido a cocinar locro. Fue una casa donde iban artistas que estaban buscando avanzar con su carrera, o luego durante el exilio en Europa se refugiaban, encontraban ahí un pedacito de la Argentina en Europa. Algo que, más allá de sus figuras artísticas, para ellos como personas era invalorable. Ese lugar en el barrio latino de París se transformó en una especie de embajada paralela.

–¿Cómo se conocieron Piazzolla y los Pons?

–Por una de esas cosas del destino. Jacqueline lo conoció en un vuelo en el que de casualidad viajaban Amelita Baltar y Piazzolla. El no podía dormir y caminaba por el avión, y le ofrecía cuidar a los nenes. Cuando llegaron a París entablaron diálogo con José. Intercambiaron teléfonos y a los dos días Amelita la llamó a Jacqueline para arreglar para comer. Se juntaron y ese primer día se quedaron juntos hasta la 1 de la mañana. Ahí nació una amistad entre Astor y José, que se transmitió a Jacqueline y Amelita. Fueron el núcleo fuerte, después se fueron sumando Atahualpa, Jairo, Horacio Ferrer. Y tenían 50 años, eso es lo más llamativo.

–Usa la palabra “destino”, que en el film aparece muchas veces en la voz de Piazzolla.

–Creo que tanto Astor como José creían mucho en el destino. Uno a los 50 cree que sus amigos profundos ya los tiene. Y sin embargo, ellos dos a los 50 años se sintieron casi como hermanos. En las cartas, Piazzolla le menciona de muchas partes de su vida que sentía que tenía cierto destino. Incluso con el tango, porque él tenía una formación más clásica en la música y terminó volcándose en el tango y representándolo. Otra cosa increíble es que Piazzolla haya conocido a Gardel a los 13 años en Nueva York. ¿Cuántas posibilidades tenés de eso? ¡Y después convertirte en Piazzolla! Actuó en una película con Gardel, Gardel lo invitó a tocar el bandoneón con él, y el primer tango que tocó en un bandoneón fue acompañando a Gardel: una posibilidad en un trillón. El más grande del tango, que tres meses después se mató en un accidente, y ese pibe de 13 años terminó siendo el hombre que transformó el tango para siempre.

–En un pasaje, Baltar dice que en la Argentina se habla mucho de Piazzolla, pero que en realidad no se lo escucha. ¿Comparte esa idea?

–Es fuerte, pero creo tiene mucho de verdad. Piazzolla es muy conocido, pero en la radio no se lo escucha tanto. O en televisión, en los medios. Como no hay mucho de Atahualpa Yupanqui. Si uno busca, encuentra, obviamente, pero mi interpretación es que las nuevas generaciones deberían conocerlo más a Piazzolla. Sus éxitos se escuchan, pero tiene una obra increíble y única en el mundo. Ceñir su obra al tango es limitarlo. Creo que hacía la música de Buenos Aires y merecería ser más escuchado. Inclusive en algunos países del extranjero, Piazzolla sigue siendo escuchado y acá los que no son tangueros no lo escuchan tanto, parece. Pero creo que es en las nuevas generaciones donde se debería hacer hincapié, sobre todo porque tiene música muy moderna Astor.