Guillermina Tiramonti disertó en la capital salteña sobre las posibilidades de cambio en la educación. "Preferí hacer más hincapié en hablar del sistema educativo que tenemos", explicó durante la entrevista con Salta/12. Es licenciada en ciencias políticas por la Universidad del Salvador y magister en Educación y Sociedad por FLACSO. Desde 1985 se desempeña como investigadora del área de educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
"Seguimos abordando el conocimiento a través de las disciplinas que parcializan el saber, cuando la computadora nos ofrece la posibilidad de ver la complejidad de la realidad, donde todo tiene que ver con todo", respondió a la cronista que comenzó la ronda de preguntas por el problema de la facilitación de aprendizajes y el acceso al conocimiento en el nivel secundario. "Una cosa es poner la computadora en el aula y otra es pensar una propuesta pedagógica para los chicos y chicas acorde con las posibilidades que les da la tecnología", continuó. "Hemos estado mirando para otro lado y hemos creído que solucionabamos el tema del cambio tecnológico y la inclusión de las nuevas generaciones digitales poniendo una computadora en el aula. Eso no alcanza para nada", aseveró.
-Durante sus recientes disertaciones en Salta criticó más la formación docente, que las y los estudiantes a quienes se suele cuestionar el poco interés en los aprendizajes ¿Por qué invirtió esa carga?
-Desde el inicio de la democracia queremos modificar las aprendizajes, la formación, los contenidos y la práctica docente. Hemos intentado regular los institutos y no lo logramos en cuarenta años de democracia. Hemos creado muchos espacios formativos, las universidades han abierto carreras, pero no logramos organizar el conocimiento a la luz de lo que estamos necesitando hoy. Precisamos docentes que arriben a las aulas con los conocimientos adecuados para la época. También es cierto que muchos chicos (lo utilizó de manera genérica) no aprenden. Lo que pasa es que, junto con la formación de docentes, tenemos que revisar las metodologias que utilizamos. Los chicos son distintos.
-En la gestión del conocimiento que realiza un educador o educadora, parece prevalecer una elección conservadora. Es decir, se administra el conocimiento sin salir de un esquema que resulte cómodo, quizás porque implicaría un cambio didáctico y, probablemente, más horas de dedicación que no siempre son reconocidas en los salarios ¿Comparte ese análisis?
-Hay una tradición escolar que mantiene al docente al fente de una clase y si el chico no aprende, es su culpa. Esa visión sigue ahí, presente en la práctica educativa. Resulta que ahora tenés aulas donde los estudiantes son digitales, tienen otra cabeza y están permanentemente conectados. Por otro lado, muchos provienen de sectores socio culturales diferentes. Insisto con socio culturales, porque no es lo mismo enseñarle a un chico que viene de un entorno donde la lecto escritura es común, a un estudiante donde todo eso no existe. Hay que pensar que algunos tendrán mayores recursos para poder aprender, mientras que otros no tantos. Pero no porque los menos tengan recursos despreciables: simplemente tienen otros. A algunos les costará más aprender o necesitarán otro modo de aprender. Tenemos que pensar qué metodologías estamos usando para que los nuevos chicos accedan al conocimiento, porque todos son digitales y de todos los sectores sociales.
-¿Por qué los procesos de enzeñanza y aprendizajes no tienen en cuenta lo multidiverso, incluso neurodiverso? ¿Por qué son escasas otras escenas educativas?
-Una de las cosas que se pueden pensar es cómo cambiar la organización escolar. Podemos tener más estudiantes en un aula, pero con más docentes. Eso está muy claro en la escuela secundaria, que hay que transformar sin duda. Si pensás que, en vez de dictar todas las disciplinas por separado, poés reunir dos o tres profesores de disciplinas afines para que diseñen un programa para trabajar junto a sus estudiantes, entonces los dos o tres docentes pueden estar en una sola aula y en vez de 30, trabajar con 60 pibes. El dinero se puede gastar de distintas maneras, sin dejar afuera ni perjudicar a nadie, pero hay que pensar en algo diferente y eso no lo estamos haciendo. Son decisiones de política educativa que se deben tomar y con compromiso. Por otro lado, hay que cambiar un poco la cabeza, porque eso chicos no tienen la culpa de no aprender. Es una caracterización que no la pudimos sacar, ni en el siglo pasado ni en lo que va del presente.
-Los años de pandemia desafiaron la didáctica tradicional. Sin embargo, después del regreso a las aulas, no parecen haberse instalado nuevas prácticas ¿a qué se debe?
-Creo que es una posición políticamente interesada, hacer hincapié en lo mal que hizo la pandemia. Hubo mucho daño, es cierto, no solo en los aprendizajes, sino también en los adolescentes por el impacto emocional. Pero a nivel educativo durante la pandemia las escuelas y las universidades tuvieron que salir a atajar la situación. Indudablemente la tecnología ayudó, pero en muy pocos casos hubo una verdadera invención que les permitiera a los estudiantes usar inteligentemente la tecnología. Lo que se hizo, masivamente, fue utilizar un zoom que colocó a los docentes otra vez frente al aula pero mediados por una pantalla. Hubo excepciones, insisto, pero en general no pudimos cambiar el tipo de propuesta pedagógica. Además hubo casos de chicos que recibieron algún material por WhatsApp. Fue muy complicado realmente. Muchos dependen de los adultos, particularmente en la primaria y los primeros años de la secundaria. Algunos cuentan con algunos de ellos en sus casas. Otros no.
-Del 50% de pobres en Argentina, la gran mayoría son niñes y adolescentes, es decir, la base de la pirámide social. Se insiste con que las escuelas públicas son peores que las privadas y es un estigma que arrastramos desde la década del 90 ¿Qué hace falta para abandonar ese deterioro?
-El deterioro abarca a todo el sistema educativo. Las privadas están un poco mejor en cuanto a conocimientos, pero nada más. Incluso en las evaluaciones que hacen comparaciones internacionales, nuestros chicos de los sectores altos, los que van a las escuelas privadas más prestigiosas, sacan unas notas semejantes a los de las clases medias bajas en los países del centro. Comparo con Europa y Estados Unidos, no conozco el caso de Asia. Es cierto que muchas escuelas públicas donde, en general, van los chicos pobres, están mal, pero las privadas también lo están en relacion a lo que eran antes. El deterioro se da porque hay una cabeza que pretende que no se hagan modificaciones y no hay programas estatales interesantes.
-Usted mencionó en una de las disertaciones que en el 2001 comenzamos a producir pobres y que antes eramos un país maravilloso, pero en medio estuvo el menemismo.
-No éramos un país maravilloso, creíamos que lo éramos. Pero cuando fracasó el modelo menemista, la pobreza aumentó sideralmente. Junto con eso, también la reforma educativa hizo agua y de ahí en más empezamos a pensar que lo importante era ver como conteníamos a los chicos en la escuela. Es algo que comparto, pero no a costa de deteriorar la educación, sino para hacer los cambios que necesitábamos. Elegimos deteriorarla sin plantear exigencias, con un discurso de la contención. Ahora tenemos resultados muy malos que se agravan porque estamos en un momento de cambio cultural.
-¿Qué podría pasar si el candidato a la presidencia por La Libertad Avanza, avanza con sus posiciones sobre la educacion?
-Si avanza con esa idea de los vouchers, no va a poder aplicarla, directamente. Además, es una idea de él y no contempla que ahora, en la Argentina, la educación está en manos de las provincias. Será con las provincias con quienes deberá sentarse a negociar para dar los vouchers. Ya no existe el modelo de administración centralizado o unitario de la educación. Milei no tiene otras ideas educativas. La verdad, no sé qué más ofrece.
-Promete profundizar el deterioro sobre el acceso al conocimiento, por ejemplo.
-Sí. Él piensa todo como si fuera un mercado. Una cosa es lo que dice y otra lo que va a poder hacer. Argentina tiene una tradición de educacion pública muy fuerte. Todavía tiene el 60% de la matrícula que es pública. No podés desarmar todo eso de un día para el otro. Creo que tendrá que pensar en un programa que genere mayor destrucción de la escuela pública. No sabemos. Por ahora solo habla de los vouchers.
-Y si el candidato que llega a la presidencia es Sergio Massa, ¿qué le propone mejorar?
-La verdad es que, fuese uno u otro, el primer cambio es definir claramente el federalismo y cuál es la organización institucional concreta para que sea efectivamente federal. Ahora tenemos un Consejo Federal de Educación que, sinceramente, no sirve. La otra medida es empezar con un cambio en la formación docente y con una discusión sobre las metodologías de enseñanza en la escuela primaria, en los marcos pedagógicos y los didácticos. La educación tiene muchos pasos. Después tenemos que ver por qué la educación media todavía expulsa al 50% de los chicos, y entre los que se quedan, por qué aprenden poco o se aburren mucho. En la universidad aparece como deserción, que es parte del mismo proceso. Hace mucho que venimos con ese problema. Si no cambiamos la forma de gestionar los contenidos y el conocimiento, no vamos a mejorar. Lo podemos ir pensando en el transcurso de dos años, con acuerdos entre todos los sindicatos y con todos actores posibles de la sociedad.
-Dos años suena un cambio posible, a mano, contrariamente al plazo de 35 que propone Javier Milei
-(Risas) Dos años para empezar a abordar ese tema. No vamos a cambiar la escuela media en cuatro años de una gestión, sí podemos comenzar a cambiarla. Eso tenemos que entender: hacen falta consensos no solo con los sindicatos, sino con distintos grupos politicos. La educación se cambia a largo plazo y los tiempos políticos son de corto. Negar la diversidad tampoco colabora. Yo
no sé que hará Milei, tampoco sé que hará Massa. Sí se qué se viene discutiendo en la sociedad y creo que hay cierto consenso para los caminos de cambio que hacen falta tomar.