PáginaI12 En Brasil
Desde Brasilia
Los valijeros de Temer. Uno de los hombres de confianza del presidente, Guedel Vieira Lima, fue acusado de ser el dueño de los bolsos repletos de billetes descubiertos ayer en Salvador de Bahía, en el nordeste del país. La foto tomada por la policía en una supuesta “cueva” de Vieira Lima retrata la desmesura de la gavilla que tomó el poder tras derrocar a Dilma Rousseff. La imagen muestra nueve bolsos y siete cajas de cartón llenas de dinero. Los investigadores de la policía federal descubrieron el escondite en el marco del Operativo Tesoro Perdido después de meses de seguirle los pasos a Vieria Lima conocido como uno de los operadores todo terreno del mandatario pese a que renunció a su cargo de ministro de gobierno en noviembre del año pasado envuelto en otro escándalo.
El presunto dueño de las bolsos se encuentra en prisión domiciliaria gracias a la actitud complaciente de un juez de Brasilia que lo procesó en una causa por obstrucción de Justicia. En junio ese mismo magistrado de Brasilia había ordenado la breve prisión de Vieira Lima al ser pillado cuando presionaba a uno de los miembros de la gavilla que se aprestaba a contar todo al Ministerio Público Federal. El arrepentido en cuestión, que sigue dispuesto a revelar como funciona la banda, es Lucio Funaro. Ayer el Supremo Tribunal Federal aceptó su confesión, que ahora puede alimentar una acusación contra Temer.
Recopilemos esta historia policial: el jefe de Estado tiene un hombre de confianza, Vieira Lima, que además de esconder plata, posiblemente para sobornos, se ocupa de intimidar a los “traidores” que quieren romper con el grupo.
El método Temer viene de antes de su llegada al Palacio del Planalto, ya que trabajó junto a Guedel Vieira y el ahora arrepentido Funaro durante años. Fue cuando ese mismo grupo comandaba el bloque de diputados del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). En los años 90 el PMDB de Temer había sido el brazo auxiliar del gobierno de Fernando Henrique Cardoso, neoliberal. Luego el PMDB se alió al Partido de los Trabajadores durante los gobiernos de izquierda de Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. Pero a partir del segundo mandato de Dilma, iniciado en 2015, esa organización “pemedebista” fue la responsable de organizar el golpe parlamentario. Las investigaciones inconclusas sobre la destitución de Rousseff indican que hubo valijas, distribuidas por el PMDB, para persuadir legisladores de otros partidos a que se sumen al impeachment.
El plan y el financiamiento de la caída de la presidenta fue conducido por otro “pemedebista”, Eduardo Cunha, el ex jefe de la Cámara Baja que fue condenado y preso por cobrar coimas millonarias a las que ocultó en bancos suizos.
Luego de la detención de su compañero Eduardo Cunha, un dirigente importante en las articulaciones político-delictivas, Temer procuró mantenerlo como aliado y evitar que se acoja a la delación premiada. Y para eso al parecer recurrió a al empresario Joesley Batista, quien habría pagado altas sumas de dinero al ex diputado Cunha confinado en una cárcel de la sureña Curitiba.
Durante una reunión nocturna de Temer con Batista, en la residencia oficial, también se acordó que el cobro de coimas quedaría a cargo del diputado pemedebista Rodrigo Rocha Loures.
El asesor presidencial Rocha Loures fue filmado hace cinco meses, cuando cargaba un maletín con el equivalente a unos 160 mil dólares recibidos de manos de un ejecutivo del frigorífico JBS. Era la concreción del pacto establecido por Temer y Batista dos semanas antes.
Rocha Loures, al igual que su correligionario Vieira Lima, goza de prisión domiciliaria, una prebenda que probablemente hayan recibido por ser lugartenientes del jefe, Temer.
El video de Rocha Loures caminando a paso rápido por el centro de San Pablo con una valija cargada de dinero causó conmoción en la opinión pública en mayo. En esos días también se divulgó la grabación del diálogo entre Temer y Batista que selló el pago de coimas con una frecuencia presuntamente semanal. Siempre en valijas. Las revelaciones causaron un sismo político y especulaciones sobre la renuncia del presidente, que se aferró al cargo.
Ayer las imágenes del departamento bahiano con los bolsos rebozantes de billetes fueron noticia pero no suscitaron un estremecimiento nacional.
Tal vez el público, saturado de valijas y otras noticias sobre la índole mafiosa de este gobierno, haya perdido capacidad de asombro. O esté resignado a vivir en un régimen de baja intensidad democrática dirigido por grupos ocupados en delinquir y aplicar un programa neoliberal agresivo.
Todo indica que la administración temerista se ha consolidado.
El lunes los ocupantes del Palacio del Planalto recibieron con beneplácito el anuncio de la Procuraduría General de la República sobre la aparición de nuevas grabaciones del arrepentido Joesley Batista en las que se habría documentado que su delación fue ilegal. En una charla de cuatro horas el hombre que denunció a Temer por corrupción contó que su confesión fue urdida con un importante miembro del Ministerio Público, en violación de lo que establece la ley de la Delación Premiada.
La noticia dada por el procurador Rodrigo Janot sobre maniobras “graves, gravísimas” en el Ministerio Público significó un vuelco en el proceso contra Temer.
De inmediato sus abogados demandaron que sean anuladas todas las pruebas en que se sostuvo el proceso que se sustancia en el marco de la megacausa Lava Jato. Y en el Congreso la coalición oficialista, donde están los mismos diputados que apoyaron el impeachment en 2016, recuperó su cohesión detrás del presidente que parece haber quedado a salvo de nuevos procesos. Al menos por ahora.