Manuela Sáenz no es un nombre muy conocido en Argentina. Más famosos son los de Juana Azurduy, Mariquita Sánchez o María Remedios del Valle. Eso explica el quiteño Luis Zúñiga en el prefacio de Manuela (Colihue), novela de la que partió para escribir el unipersonal titulado La celebración de Manuela Sáenz. La obra está protagonizada por Cecilia Hopkins y puede verse los sábados a las 21.30 en Celcit (Moreno 431). “A mí siempre me interesó la historia y Manuela Sáenz es uno de los personajes históricos que más me atraen. Al momento de escribir estaba en una encrucijada entre Santa Mariana de Jesús y Manuela, un personaje totalmente distinto”, recuerda el autor.
Hubo una primera fase de investigación en la que utilizó diversas fuentes, leyó varias biografías y accedió a su correspondencia para tratar de entender el contexto histórico de los procesos de independencia latinoamericanos. “Me identifiqué mucho con el personaje pero el dilema era cómo escribir esto”, comenta Zúñiga, quien decidió elaborar un relato basado en la información recolectada pero atravesado por algunos elementos ficcionales en la recreación de esa voz en primera persona. “No quería lanzarme a ficcionar cien por ciento porque había muchos elementos históricos. Lo que me interesaba contar no era tanto su vida sino sus pasiones, sus inquietudes, sus fantasmas, la relación tortuosa que tuvo con Simón Bolívar, las campañas de la independencia, su combate con la sociedad quiteña ultraconservadora”.
Manuela era una mujer de armas tomar. Rebelde, atea y anticlerical en un mundo religioso, de carácter fuerte y temperamento nada sumiso, hija extramatrimonial de dos españoles, Sáenz creció en Quito como una criolla y se crió junto a las hijas de los sirvientes de su familia. “Manuela siempre estuvo atada a Bolívar, siempre se la consideró su amante y en la sociedad quiteña era vista como una libertina. Lo más importante era desarrollar el personaje y reconstruir su historia para saber quién fue Manuela antes de Simón”, subraya. A la hora de encarar la dramaturgia, Zúñiga fue un paso más allá y decidió poner el foco en el mundo interior del personaje para mostrar eso que nadie había explorado en esta mujer aguerrida: su vulnerabilidad. Manuela intervino en la independencia del Perú, hizo espionaje en Lima, conoció a José de San Martín y recibió de sus manos la condecoración de Caballeresa del Sol. A Bolívar lo conoció en 1822: a él no le llamó la atención su belleza sino esa banda que le cruzaba el pecho y la ubicaba como una de las heroínas de la época. Así se inició esta relación que se mantendría durante ocho años, hasta la muerte del prócer.
–La biografía de Manuela está íntimamente asociada a la causa independentista. ¿Qué queda hoy de ese legado en los países de América Latina?
–Creo que son elementos importantes en la historia para reconocer ahora. Hay países que tienen más identidad con América Latina. Argentina –y sobre todo Buenos Aires– tiene una identidad mucho más europea. Para nosotros España fue la colonia y ya se acabó, pero con las migraciones que hubo aquí es más difícil porque hay bisabuelos, abuelos y padres españoles, italianos, alemanes. Es lógico que hayan sentido un apego a lo europeo, una cercanía que les recuerda la familia y la tradición. La forma de ser de los porteños, por ejemplo, es muy italiana: el modo de expresarse, la gestualidad, el tono de voz. Cuando vengo acá me parece que estoy en Milán.
“Estoy tratando de hacer temporadas aquí y allá porque ya estoy jubilado”, cuenta quien vivió un tiempo en Italia y también en Cuba. Pero ¿cómo se le ocurrió a este escritor de narrativa hacer una versión dramática sobre Manuela? El primer impulso llegó después de haber asistido al Festival de Monólogos en La Habana: ahí vio textos de todas partes del mundo y apareció la necesidad de desplegar aún más esa intimidad ya planteada en la novela. “Como no soy dramaturgo fue un gran reto. Comencé a ver mucho teatro, en Cuba hay y muy bueno: Abelardo Estorino era un gran dramaturgo y la actriz Adria Santana era amiga mía. El proyecto lo trabajé con ellos”.
Estorino le recomendó perder la impronta narrativa de la novela; para la dramaturgia necesitaba rastrear el conflicto y desarrollar la acción dramática. Zúñiga halló una respuesta en la esterilidad de Manuela: “En esa época las mujeres tenían como principal mandato ser madres. Ella ocultó ese aspecto de su realidad y lo llevó como un peso. Se sintió relegada de la sociedad por no poder cumplir con eso. Por supuesto que en el unipersonal está el tema político y la vida junto a Bolívar, algo ya desarrollado en otras obras , pero quería recuperar esa fragilidad”. Arístides Vargas y María del Rosario “Charo” Fránces (teatristas fundadores del grupo Malayerba) también hicieron aportes. El proyecto estaba listo y había una idea de triangular puestas en Cuba, Venezuela y Ecuador, pero por cuestiones de financiamiento no pudo concretarse.
Cuando el autor llegó al país pensó en retomar aquel proyecto pero esta vez con una actriz argentina. Le presentaron a Cecilia Hopkins y él le dio su novela para que pudiera conocer al personaje. Después le acercó el texto dramático y empezaron a ensayar. “Ella hizo sus observaciones como mujer de teatro y artista, fuimos rearmando las cosas y yo le dije que metiera mano para cambiar cosas”. Hopkins no le permitió ver los ensayos porque quería sorprenderlo el día del estreno. “Cuando asistí a la primera función vi a Manuela sobre el escenario. Cecilia es una actriz de primer orden y mejoró mucho la obra: hizo cambios interesantísimos, condensó varias cosas y me permitió ver qué le faltaba al personaje en escena”. Entre las fuentes y referencias a las que recurrieron durante el proceso creativo figuran las cartas escritas por Manuela –textos que de algún modo sintetizan ese temperamento vigoroso– pero también videos de cantantes y políticas quiteñas para reproducir el acento con precisión. La pieza hizo funciones en Jujuy, hoy está en Celcit y al autor le gustaría recorrer otras provincias e incluso otros países de Latinoamérica, con el desafío de presentarla en su país natal.
*La celebración de Manuela Sáenz se presenta los sábados a las 21.30 en Celcit (Moreno 431). Las localidades pueden adquirirse por Alternativa Teatral.