El camino hacia Rusia ha ingresado en un túnel, donde Argentina tendrá que salir rápido en las dos últimas fechas, si pretende llegar a la Copa del Mundo. El empate ante Venezuela lo deja sin margen de error, en una escalada que no parecía tan alta cuando comenzó. El equipo de Jorge Sampaoli no ha podido en este pequeño tramo plasmar en el campo de juego lo que el técnico pretende. Los dos puntos conseguidos en estas presentaciones lo dejan con una deuda grande para lograr el objetivo máximo. En exactamente un mes, tendrá que revertir este presente cuando reciba a Perú, y cinco días más tarde, cuando viaje a la altura de Quito para visitar a Ecuador.

Argentina inició el partido ubicado en el campo rival, con la intención de tener el control de la pelota en la mitad de la cancha. Entre Messi, Dybala y Banega se encargaban de dominarla, y cuando lograban triangular con precisión, los rivales quedaban desconcertados con facilidad. Con esa predisposición, las acciones de riesgo fueron apareciendo. Ellos tres se encargaban del traslado desde el centro de la cancha, y luego buscaban los desbordes de Di María por izquierda, y de Acosta por el otro lado. 

El jugador que trataba de recepcionar la pelota en el medio del área era Icardi. Precisamente, el hombre del Inter de Italia tuvo la primera chance clara a los 3 minutos, pero no pudo ante la presencia del arquero.

El desempeño de Di María iba en ascenso cuando tuvo que dejar la cancha por una lesión. A partir de ese momento, el equipo perdió profundidad y Venezuela fue saliendo lentamente del asedio. Acosta había sentido el desgaste físico del principio, y ya no se desprendía con continuidad. De esa manera, Messi era el único que podía mostrar algo diferente, pero para ello debía dejar atrás una marca de tres o cuatro adversarios. En el descuento, el capitán tuvo una gran oportunidad rematando desde afuera, y el arquero alcanzó a desviar la pelota al corner.

DyN
Otamendi intenta conectar la pelota tras un tiro libre.

La sorpresa llegó rápidamente en la segunda parte, cuando un contraataque letal de los venezolanos terminó en el gol de Murillo, después de que el conjunto argentino había quedado muy mal parado en ataque. El silencio fue inmediato, y el público enseguida comenzó a pedir la presencia de Benedetto (goleador de Boca).

La alegría le duró poco a Venezuela, debido a que apenas cuatro minutos más tarde, Fletscher intentó rechazar al pelota, después de una gran acción individual de Acuña, y terminó metiéndola en su propio arco.

La igualdad sirvió para tranquilizar a algunos jugadores, que comenzaban a percibir el fastidio de la gente. El técnico Jorge Sampaoli hizo ingresar finalmente a Benedetto para tener mayor presencia en el área, y el de Boca fue buscado en varias ocasiones por Messi. 

Sin embargo, el equipo no se mostraba punzante como en el comienzo del juego, y los ataques ya no tenían la misma intensidad. El desorden se fue apoderando del equipo local, y la imagen terminó siendo muy deslucida. El desenlace fue frío como la noche de Núñez.