Pianista, compositor, productor, Moisés Sánchez es una de las figuras sobresalientes del jazz europeo de estos tiempos. Nacido en España y formado entre la música improvisada y la tradición académica, Sánchez llega por primera vez a la Argentina con un plan de solopiano, que ofrecerá el sábado a las 20 en la Usina del Arte. El domingo, el español llevará su plan improvisatorio al Festival de jazz de Córdoba. “El plan es improvisar, escuchar lo que me va diciendo el momento y el ambiente”, comenta Moisés a Página/12 desde Madrid. “Voy con algunas ideas prefijadas, claro, pero en general decido el repertorio un poco con lo que siento que me devuelve el público ahí nomás y otro poco con lo que me va apareciendo, que pueden ser viejos temas míos, standars del jazz, o temas del rock sinfónico con los que también crecí musicalmente”, avisa.
Hablando de referencias para la elaboración de una música abierta a lo que dicta el momento, enseguida aparecen los inevitables Bill Evans, Keith Jarrett y Brad Mehldau, lista que el mismo Sánchez actualiza con Tigran Hamasyan y Craig Taborn. “Además de lo que pueden sugerir estas referencias, en momentos de improvisación abierta entran a jugar también las músicas con las que uno se formó, con las que creció. A mí me gusta mucho el rock sinfónico, en particular Genesis y King Krimson, además de los Beatles y Bjork, por ejemplo, pero también (Bela) Bartok e (Igor) Stravinsky, y eso de alguna manera aflora en las improvisaciones”, agrega Sánchez.
Su primer disco solo con el piano, Soliloquio, el cuarto de su cosecha personal, es de 2014. “No es que lo grabé porque pensara que ya estaba listo para un solopiano o cosas por el estilo. Si es por eso, todavía hoy no me siento lo suficientemente preparado para una cosa como esa”, dice Sánchez y explota en una carcajada. “Sabes, para un pianista un disco de solopiano es algo importante, un documento que hay que tener siempre a mano para mostrar, una especie de tributo que hay que pagar. Ser pianista y no tener un disco de solopiano es muy raro. Y uno lo hace porque es necesario de alguna manera documentar una parte de tu vida musical, y por supuesto que lo haces con muchas ganas y la mayor ilusión. Pero a mí el solopiano me deja con la impresión de que me faltó algo”, asegura. “Me pasa seguido que cuando termino un concierto solopiano siento que no pude decir todo lo que venía a decir, que no llegué donde me hubiese gustado llegar. No lo sé… De todas maneras esa especie de insatisfacción es lo que me impulsa a volver, para seguir buscando, para mejorar. Creo que la improvisación está hecha de esas formas de insatisfacción. Más allá de los temas que voy eligiendo, en general nunca recuerdo todo lo que hice en ese momento, lo que pasó en los desarrollos. La improvisación tiene eso y acaso ahí está lo más interesante para el público, que está presenciando algo que en el bien y en el mal nunca más volverá a suceder”, asegura el pianista.
Hoja de ruta
Dedication (2010), en cuarteto; Ritual (2012), en trío; Metamorfosis (2017), en cuarteto más la cantante Cristina Mora; Unbalanced (Nominado a Grammy Latino 2019), para gran ensamble, un homenaje a Leonard Bernstein encargado por el Festival de Stresa (Italia). Estos son algunos de los momentos de una discografía particularmente interesante y vital, en la que ningún disco se parece al otro y sin embargo hay una idea de Work in progress. “En cada disco intento mostrar algo que no haya mostrado antes” explica Sánchez. “Por supuesto que hay puntos de unión entre ellos, pero trato de caracterizarlos ¡aunque vivo con la sensación de que no paro de repetirme!”, agrega Sánchez, que asegura que los premios y reconocimientos que en los últimos tiempos impulsaron su carrera a nivel internacional no influyen en su manera de componer y tocar. “Te soy honesto, nunca me preocupó eso en la música que hago. Por supuesto que un premio te motiva, te estimula y siempre es importante que te reconozcan por tu trabajo. Pero eso no me ha condicionado ni una sola nota”, asegura.
Uno de los más recientres trabajos de Sánchez es es Re-Inventions (2021) una cuidadosa y arriesgada reescritura de las “Invenciones” de Johann Sebastian Bach para trío de jazz. “Siempre me sentí cercano a Bach, como gran parte de la humanidad. Buena parte de la producción está ligada al universo clásico y este disco es el primero de una trilogía en la que elaboro también la música de Beethoven y Bartok”, comenta el pianista. “Mi identidad musical tiene que ver con el lenguaje formal clásico, que profundicé en mis estudios. Siempre busco complementar mi lado ligado a la improvisación con elementos de esa manera de componer que me pertenece y me emociona. Me muevo en ambos mundos con mucho gusto, con naturalidad y creo que eso se traduce en mi sonido, que es una búsqueda permanente de un punto de unión”, agrega Sánchez
El amplio jazz
El estreno, en marzo pasado, de Guernica. Fantasía en 5 movimientos para piano, electrónica y quinteto de cuerda, a partir de un encargo del Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid, da cuenta de esa versatilidad. Los lenguajes académicos de la primera mitad del siglo XX se cruzan con gestos propios del jazz, con un sutil uso del expediente electrónico. “No siempre uso la electrónica, pero en este caso sentí que era necesario, le encontré un sentido, entendí que sumaba al discurso musical. En general manejo esa idea de funcionalidad con todos los recursos que pongo en juego. Busco que cada elección que hago tenga un por qué”.
El trabajo de Sánchez atraviesa ámbitos, desafía fronteras y promueve nuevos mundos. Su nombre se liga a colaboraciones con músicos y proyectos de los más variados, como John Adams y la Orquesta Nacional de España, Plácido Domingo, Benny Golson, Jorge Pardo, Chuck Loeb, Eric Marienthal, Wolfgang Haffner, Chano Domínguez, Javier Vercher, Pablo M. Caminero, Luis Verde, Javier Paxariño, Carmen París, Cristina Mora, Pasión Vega, Nach, Noa Lur, Ara Malikian, Fernando Egozcue, entre muchos otros.
Hablando de identidad, el pianista y compositor prefiere resumir la suya en la órbita del jazz español. “Claro que es posible hablar de un jazz español. Hay mucho más que un rótulo colorido en esa definición”, asegura Sánchez. “El jazz español tiene una identidad cada vez más fuerte y más diversificada. Naturalmente la vertiente flamenca es muy importante en este sentido. De ahí vienen las grandes referencias que tuvimos nosotros, como Chano (Domínguez), Jorge Pardo y en su momento Pedro Iturralde. Pero hoy trabajan muchos artistas jóvenes que plantean la identidad española del jazz por otro lado. Yo me siento parte de esta generación”.
“De todas maneras todavía es muy fuerte la tendencia del mercado que intenta imponer el flamenco como la exclusiva identidad española del jazz”, observa. “Yo no veo nada de malo en eso, pero hay que tener en cuenta que el jazz se ha extendido por toda España y existen otras realidades. En mi caso, como el de tantos otros músicos, no tengo nada que ver con el flamenco, busco por otro lado, lucho por lograr una identidad del jazz español que no tenga que pasar por ahí necesariamente. Es como si un músico argentino tuviese que tocar una chacarera para dar cuenta de su identidad. De todas maneras, más allá de las definiciones, la música habla por sí sola”, concluye el pianista.