Las petroleras finalmente aumentaron este miércoles hasta 10 por ciento el precio de los combustibles. La luz verde oficial llegó luego de que comenzó a normalizarse el abastecimiento, fundamentalmente en el Área Metropolitana de Buenos Aires. A su vez, el gobierno prorrogó el congelamiento del impuesto a los combustibles hasta febrero del año próximo para evitar que el incremento fuera todavía mayor.

El último ajuste había sido de 12,5 por ciento a mediados de agosto. En ese momento las compañías se comprometieron a mantener los precios sin modificaciones hasta noviembre. El gobierno les garantizó, a cambio, estabilidad del tipo de cambio oficial y un barril criollo de 56 dólares, entre otras medidas.

El esquema comenzó a crujir hace algunas semanas de la mano de un aumento creciente de la demanda por la incertidumbre electoral y el inicio de la siembra, la parada técnica de la refinería de Luján de Cuyo, desincentivos para importar a perdida por parte de los privados y restricciones en el acceso a los dólares necesarios para que YPF trajera más combustible desde el exterior.

Los faltantes se comenzaron a notar primero en las provincias y la semana pasada el problema se extendió al Área Metropolitana de Buenos Aires. El domingo el ministro de Economía, Sergio Massa, acusó a las empresas de especular para forzar una suba del precio de los combustibles y amenazó con cerrar las exportaciones de crudo si el martes a la medianoche no se normalizaba el abastecimiento.

La presión pública se combinó con reuniones privadas donde se diseñó un plan de acción para incrementar la oferta de combustible a partir de una mayor importación. Los empresarios también aprovecharon para volver a plantear la necesidad de recomponer precios con el objetivo de recomponer márgenes en un escenario de inflación creciente. El tema se conversó el viernes pasado y volvió a tratarse este lunes, luego de que Massa ya había amenazado con cerrar las exportaciones.

Finalmente, se decidió esperar a que comenzara a normalizarse el abastecimiento y recién este miércoles, ya vencido el acuerdo alcanzado en agosto, las petroleras aumentaron sus precios. YPF, controlada por el Estado Nacional, aplicó la mayor suba. En la Ciudad de Buenos Aires aumentó sus precios un 9,6 por ciento en promedio frente a un 7,6 por ciento de Axion, Puma y Shell. De este modo, redujo levemente la brecha con la competencia para tratar de que disminuya la demanda proveniente de clientes habituales de otras compañías. La nafta súper de YPF subió en Capital Federal de 248 a 272 pesos y la premium, de 318 a 349 pesos. A su vez, el precio del gasoil común aumentó de 266 a 292 pesos y el Euro diesel, de 363 a 398 pesos.

El ministro de Economía, que había acusado a las empresas de especular para forzar una suba de precios y que había amenazado con cerrar las exportaciones, evitó hacer referencia al aumento y puso el foco en la extensión del congelamiento impositivo hasta febrero de 2024. “Resignamos recursos del Estado, dejamos de cobrar impuestos, a los efectos de que la nafta no aumente más de lo debido”, aseguró Massa.

“Cada vez que tengamos que resignar el cobro de impuestos del Estado Nacional para mejorar la competitividad en precios o para defender el bolsillo de los argentinos, lo vamos a hacer. Pero cada vez que tengamos que plantear firmeza para que no haya abusos en la economía doméstica, también lo vamos a hacer”, insistió Massa, quien además buscó diferenciarse de quienes plantean una liberalización de precios, en clara referencia a su competidor por la presidencia, Javier Milei. “Escuché a otros candidatos plantear que había que liberar precios. Yo quiero contarles que es la diferencia entre que la nafta valga 350 pesos o que valga 800. Nosotros vamos a defender el bolsillo de los argentinos. Y vamos a seguir promoviendo el desarrollo exportador porque somos la segunda reserva mundial de shale gas y la cuarta de shale oil”, remarcó.