Té para tres

A finales de la década del 20, Ellen Auerbach, cuyo apellido de soltera era Rosenberg, comenzó a tomar clases particulares de fotografía en la Bauhaus. Allí conoció a Grete Stern y juntas fundaron en Berlín un novedoso estudio fotográfico especializado en publicidad que llamaron Ringl+Pit, como pseudónimos de sus nombres, donde pudieron experimentar con el collage y el lenguaje surrealista. Además, el dúo producía retratos y obras comerciales innovadoras y proto-feministas que a menudo desafiaban el estilo convencional de la publicidad alemana de la época. El nazismo llevó a Grete a exiliarse en Argentina en 1935 y Ellen emigró a Palestina primero y a Estados Unidos, después, junto a su marido. Por entonces, Horacio Coppola también se había adentrado en la Bauhaus y al igual que las fotógrafas, estudió con Walter Peterhans, director del departamento de fotografía de la escuela quien también era matemático y filósofo. Poco después, Coppola decidió quebrar con la tradición pictorialista en la plasmación de visiones urbanas, sobre todo de Buenos Aires. Del encuentro de estos artistas se conserva un archivo común que la galería Jorge Mara La Ruche exhibirá en Paris Photo entre el 9 y el 13 de noviembre “que revela la mirada profundamente original de estos tres grandes exponentes de la fotografía moderna en la primera mitad del siglo XX en Latinoamérica y Europa”, indican los galeristas. La presentación incluye fotos y trabajos publicitarios de Ringl+Pit y obras realizadas por Coppola en la época de la Bauhaus y durante sus viajes por Europa. La exposición también incluirá fotografías tomadas por Stern y Coppola tras su llegada a Buenos Aires en 1935, incluyendo un gran número de copias de época de la serie más famosa de Coppola “Buenos Aires 1936”, así como una selección de “Sueños”, los fotomontajes de Grete Stern.

El misterio de Bobi

El 21 de octubre, en Portugal, murió Bobi, un perro que hizo historia: vivió 31 años y 165 días. Esta longevidad lo hacía firme candidato al Guinness World Records. Pero el Guinnes desconfía y antes de incluirlo en las páginas gloriosas de su libro, abrió una investigación. El veterinario Danny Chambers, miembro del consejo del Royal College of Veterinary Surgeons y consultor del Guiness, dijo que de los 18 mil miembros del grupo Veterinary Voices que dirige, “ni uno solo cree que Bobi tenía en realidad 31 años”. “Esto es el equivalente a que un ser humano viva más de 200 años, lo cual es completamente inverosímil. Por eso seguimos investigando”, agregó. Además de la amplia cobertura mediática de los secretos de la longevidad de Bobi, ha habido, por ejemplo, un intenso escrutinio de imágenes en las que el perro tiene patas de diferentes colores a lo largo del tiempo. Los veterinarios plantearon además otras dudas: aunque su edad estaba registrada en la base de datos nacional de mascotas, esto suele basarse en la autocertificación de los propietarios. Además, las pruebas genéticas que le habían hecho simplemente confirmaron que era viejo pero no establecían su edad exacta. “Somos una profesión basada en la ciencia, por lo que para que el Libro Guinness de los Récords mantenga su credibilidad a los ojos de la profesión veterinaria, los dueños de Bobi necesitan publicar alguna evidencia irrefutable”, alegó el respetable Chambers.

Fan de tus fotos

A comienzos de los 90, Elton John comenzó a coleccionar fotografías artísticas hasta lograr un acervo de unas siete mil imágenes. Entre los artistas se incluyen nombres importantes como Robert Mapplethorpe, Cindy Sherman, William Eggleston y Diane Arbus. Muchos de ellos fueron sugeridos por su marido, el cineasta David Furnish. Ahora, The Victoria and Albert Museum anunció que presentará el próximo año una importante exposición fotográfica con la donación hecha por el matrimonio. Fragile Beauty: Photographs from the Sir Elton John and David Furnish Collection se abrirá al público en mayo de 2024 e incluirá más de 300 impresiones modernas y contemporáneas de más de 140 fotógrafos, la mayoría de ellas expuestas al público por primera vez. Las imágenes van desde los años 50 hasta la actualidad: la selección de la colección incluye imágenes de moda y retratos de celebridades de Marilyn Monroe, Miles Davis y Chet Baker, así como fotoperiodismo de momentos históricos como el movimiento por los derechos civiles de la década de 1960, el activismo contra el sida en los ochenta y la caída de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001. “Fragile Beauty lleva nuestra colaboración a nuevas alturas realmente emocionantes, mostrando algunos de los fotógrafos más queridos e imágenes icónicas de nuestra colección", dijeron Sir Elton John y David Furnish en un comunicado de prensa. "Trabajar junto al V&A ha sido una experiencia memorable y esperamos compartir esta exposición con el público”.

Berlusconi y su propio Neverland

Su fortuna política se hundía. Sus problemas legales colapsaban. El paso del tiempo le susurraba que llegaba el fin. Sin embargo, Silvio Berlusconi, recluido en su mansión en las afueras de Milán, se pasaba la noche llamando por teléfono a las líneas de los programas de televisión nocturnos que ofrecían obras de arte de dudoso buen gusto. Como si escuchara a las sirenas cantar, Berlusconi compraba sin ton ni son paisajes, esculturas, retratos de vírgenes y una buena cantidad de desnudos. No le importaba qué artista firmaba la obra: simplemente quería tenerlo todo. “Tenía el proyecto de construir la colección más grande de Italia”, dijo Giuseppe De Gregorio, un televendedor cerca de Nápoles que le vendió miles de obras. A pesar de que algunos de los comerciantes amigos de Berlusconi creen que la familia quiere deshacerse de esta peculiar colección de unas 25 mil pinturas en las que habría invertido 20 millones de dólares, por ahora todo está guardado en un hangar. Si bien compró algunas piezas de Tiziano y Parmigianino, sus adquisiciones más recientes consistieron en obras menos notables. Vació la tienda de De Gregorio de alrededor de siete mil pinturas y otras piezas, cuyo costo oscilaba entre 100 y 2000 euros, en su mayoría comprando obras de bajo costo de pintores vivos. Había escenas callejeras de París y Venecia, batallas y campos de flores. “Amaba a Napoleón”, dijo De Gregorio, recordando que Berlusconi compró un cuadro del emperador francés leyendo una carta y lo colgó en una habitación de su mansión en la que había dormido el presidente Vladimir Putin. Y una foto publicada en los medios italianos mostraba una pared de desnudos modernos, como un calendario gigante de páginas centrales de Playboy pintadas al óleo. Algunas de las otras pinturas de Berlusconi fueron enviadas como obsequios a amigos, aliados políticos, amigos y enemigos, incluida la primera ministra Giorgia Meloni, quien supuestamente recibió el óleo de una madre con un hijo. “Un compendio de diferentes géneros, de eso trata esta colección”, calificó con delicadeza Lucas Vianini, un vendedor de televisión, historiador del arte y personalidad de un reality show a quien Berlusconi contrató como curador interno de la colección. “Es un misterio cuál era el objetivo que tenía al construir este curioso parque de diversiones”, admitó Vittorio Sgarbi, historiador del arte, viceministro de Cultura y viejo amigo. “No sé si alguna vez pensó que iba a morir. En todo caso, esta acumulación era como comprar todo mientras podía, una especie de horror vacui”, observó.