A inicios del siglo 19 la jornada laboral duraba entre diez y catorce horas. Con el incremento de la productividad y los reclamos de trabajadoras y trabajadores, la extensión del tiempo de trabajo se fue reduciendo hasta la duración actual de aproximadamente ocho horas.
Al aumentar la productividad se crean más bienes y servicios por hora de trabajo y de utilización de maquinaria, dando como resultado menores costos para cada unidad producida y, por tanto, mayores ganancias. Además, al poder generar más cantidad de bienes, también se incrementa la ganancia total de la empresa. Esto permite que reduciendo la jornada laboral las ganancias empresariales no disminuyan. Incluso, en muchos casos, crecen.
Estos mayores niveles de productividad que generan más bienes y servicios con menos recursos, dependen fundamentalmente de la aplicación de los avances científicos técnicos a los procesos productivos, así como de la introducción de modelos de organización del trabajo y de gestión de procesos productivos más eficientes.
El factor intensidad del trabajo ha permitido también incrementar los resultados productivos, aún cuando la jornada laboral se mantiene o incluso se reduce. Con esta intensificación del trabajo, crecen los beneficios de la empresa cuando el incremento salarial se da en menor proporción que el aumento del valor generado por la fuerza de trabajo en el proceso productivo.
Otro de los factores que impulsó la reducción de la jornada de trabajo fueron los reclamos y luchas que desarrollaron los movimientos sociales, sindicales y sectores asalariados en general. Uno de los acontecimientos más significativos en esta lucha de reivindicación de las ocho horas de trabajo y por el derecho a la organización sindical fueron las protestas ocurridas en Haymarket, Chicago en mayo del año 1886, que dieron lugar al establecimiento del 1 de mayo como Día Internacional del Trabajo en honor a los mártires de Chicago. Ocho horas para el trabajo, ocho horas para la casa y ocho horas para el sueño era parte del reclamo. Esta distribución del tiempo se va transformando en función de las necesidades de las sociedades.
La ganancia empresarial
El objetivo principal de la empresa capitalista es maximizar el beneficio económico. Para lograrlo, acude a diversos instrumentos productivos y comerciales que movilizan los recursos para producir y vender bienes en el proceso de maximización de las utilidades.
Dentro de la función producción de una empresa, la fuerza de trabajo es el factor productivo más estratégico y rentable. Son las personas trabajadoras las que abastecen de energías físicas y mentales al proceso productivo para transformar bienes de la naturaleza hasta convertirlos en mercancías aptas para satisfacer necesidades y ser comercializadas.
Tanto el trabajo vivo como el pasado, que es necesario para crear las maquinarias, las herramientas, los sistemas informáticos y hasta la inteligencia artificial, provienen de las energías físicas y mentales de las personas.
Para la escuela de pensamiento económico clásica marxista, mientras más se alarga la jornada laboral más crece la ganancia empresarial y mas plusvalía o trabajo ajeno quedará en poder de la empresa.
A mayor nivel de intensidad del trabajo, se obtiene más producción y genera mayor ganancia para la empresa o, como la definió la escuela marxista, crece la plusvalía relativa y se incrementa proporcionalmente la ganancia en el mismo periodo de tiempo sin modificar la duración de la jornada laboral. La fuerza de trabajo crea más valor o producto en el mismo o menos tiempo.
Sin embargo, cuando la ganancia crece por la extensión del tiempo de la jornada laboral se define como plusvalía absoluta y es más representativa de las condiciones productivas de menor intensidad e inferior nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.
Tiempos Modernos
En las últimas décadas se han aplicado avances científicos técnicos y organizativos que generaron un importante crecimiento del nivel de productividad y de las ganancias empresariales, dando lugar a un nivel cada vez superior de concentración de la riqueza, no solo en Argentina sino a nivel internacional. De esto atestiguan los balances contables de las principales organizaciones empresarias que emplean a escala global masas sustanciales de trabajadoras y trabajadores.
Con la permanente generación de avances aplicados a la esfera productiva en esta época en la que innovación es creciente, están dadas las condiciones para un proceso continuo de crecimiento de las ganancias empresariales – vía plusvalía relativa - aun cuando se instrumente una menor duración de la jornada laboral sin reducir los salarios reales, lo que además incidiría en el bienestar de las personas trabajadoras potenciando también la generación de mejores resultados productivos.
Otro aspecto a considerar con la reducción de la jornada de trabajo es el efecto multiplicador de empleos en determinados sectores de la economía. Cada 1ro de mayo se recuerda a los mártires de Chicago y a todo el movimiento de lucha por el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas. Se les rinde homenaje con la historia, las leyes laborales, las convecciones y las constituciones de muchos países que les han dado la razón.
En esta ocasión que se lucha por la reducción de la jornada laboral en tiempos de productividad e intensidad del trabajo muy superiores a la época de los mártires de Chicago. ¿Serán escuchados los nuevos reclamos por una jornada laboral más justa y equitativa?
*Docente en la UBA y en UNQ en Economía y en Impuestos