Los distintos estudiosos del neoliberalismo coinciden en que el mismo no se caracteriza por ser exclusivamente una racionalidad económica sino un intento de apropiación de la vida en sus distintas posibilidades. La expresión "biopoder" describe el modo en que distintos dispositivos van conformando a la vida de la población en una maquinaria que oscila en producir mercancías y deshechos. Por ello el biopoder en su intento de poner a la vida a funcionar exclusivamente como competencia con los otros en el mercado de valores, trastorna y produce una alteración severa de la relación del sujeto consigo mismo. Es el mensaje angustiante y siniestro de Milei que se puede traducir así: "A partir de ahora tu vida ya no vale nada si no se cumple con las exigencias del mercado, vende a tu hijo, a tu riñon o lo que sea vital en tu existencia para continuar un tiempo más en el mercado, antes de volverte un deshecho".
Esto no es otra cosa que una amenaza de muerte para la población dominada de tal modo por la angustia y el stress, que en muchas ocasiones no puede ser escuchada.
De hecho las risas que acompañan las reproducciones audiovisuales de sus dichos y actos, despiertan risas y todo tipo de humoradas con el fin de aminorar o soportar al mensajero de la muerte, ahora protegido por el ingeniero, cuadro internacional de la ultraderecha "antipopulista". Tal vez en ningún lugar del mundo se exprese mejor que en Argentina, que la vida que propone el neoliberalismo está regida por una máquina de guerra contra todo lo que en la misma tiene sentido experimentar: arte, amor, poesía, política y la propia dimensión de lo sagrado e improfanable. En este aspecto, la locura que evidentemente exhibe el personaje es anecdótica, descalificarlo por esta razón es faltarle el respeto a la locura. En todo caso lo crucial en el fascista neoliberal es al servicio de qué proyecto hace jugar su locura.
Por otro lado el neoliberalismo hace surgir a este tipo de personajes, cuando en primer lugar ha obtenido a través de sus dispositivos que un gran sector de la población flote en el limbo de las existencias erráticas y pueda estar dispuesta, sin ser consciente de su entrega, a un gran sacrificio.
Cuando el neoliberalismo vislumbra que ya no encuentra fácilmente el modo en que sus dispositivos garanticen su hegemonía, es que apela a su nueva versión ultraderechista. Por esta razón el neofascista puede hacer un gran daño pero como sucedió con el ingeniero que ahora lo supervisa, no podrá constituir una hegemonía.
Queda por último una fe ilustrada en el pueblo, ese que puede demostrar que no acepta el experimento de suicidarse como sociedad.