La historia de un país o de una comunidad se puede contar de múltiples maneras. La más común es hacerlo a través de sus acontecimientos históricos más relevantes. También es posible plasmarlo urgando en sus usos y costumbres, y cómo fueron cambiando a lo largo del tiempo. Incluso, recorriendo los nombres que llevan sus calles, museos o plazas se puede tener una idea identitaria más o menos clara. Pero también es posible adentrarse en el pasado de un lugar por medio de hoteles que resistieron el paso de los años y cuyos pasillos, habitaciones y jardines esconden realidades de otras épocas, misterios que mantienen su vigencia y mitos incomprobables pero que amalgaman lazos afectivos en la actualidad. Esa es la propuesta de El insomne, una novedosa docuficción que El Nueve estrenará el sábado 4 a las 23, conducida y protagonizada por Osvaldo Laport.

Suerte de road movie en la que la realidad y la ficción se fusionan para dar cuenta de historias ocultas, narradas por los mismos habitantes que nacieron alrededor de aquellos edificios históricos, El insomne viaja a distintos lugares del país en busca de buscar las raíces de la argentinidad más profunda. Y lo hace con un formato muy particular, contando las aventuras de “Laport”, un popular actor que sufre de insomnio y al que el chanta de su psicólogo (Carlos Issa) le propone hacer un tratamiento atípico para reconciliar el sueño: escapar de su entorno habitual y viajar a lugares más tranquilos que lo ayuden a recuperar el descanso perdido. Desesperado, Laport accede y emprende un viaje por distintas ciudades argentinas, donde la curiosidad lo lleva a interesarse por el pasado de cada lugar y los imaginarios urbanos que en ellos habitan, a través de las charlas que va teniendo con las distintas personas que viven allí.

“La docuficción es una excusa bien interesante para conocer nuestro país de una manera muy divertida, a la vez que promover el turismo, la cultura y nuestra historia”, le cuenta Laporta a Página/12. “Recorrer nuestra historia a través de hoteles emblemáticos y abandonados fue una experiencia muy linda, porque tuve la oportunidad de darle voz a infinidad de personajes de los pueblos, historiadores exquisitos y entusiasmados por compartir sus conocimientos”, detalla el actor.

El insomne llevará a los televidentes a distintos destinos. El primer capítulo tendrá como epicentro a Rosario y más específicamente al antiguo hotel El Paraíso, popularmente conocido como Madame Safó, ya que a comienzos del siglo pasado funcionó como el prostíbulo más importante de la ciudad.

“El famoso Madame Safó  fue el primer prostíbulo de la ciudad, un lugar tan importante por entonces que a partir de ese hotel se crea el barrio Pichincha, que contenía la tensión de quienes se oponían al trabajo sexual y los que no -detalla Laport-. Lo curioso de todo era que venían al Safó barcos de todo el mundo, con trabajadores de distintos orígenes, también. Para este capítulo, por ejemplo, tuve la suerte de charlar arriba del tren Buenos Aires-Rosario con una mujer que se crió en el hotel porque su mamá era trabajadora sexual, una historia personal muy interesante y hermosa que también nos permite entender la relevancia que tuvo aquel hotel en la comunidad”.

Además de contar la historia de Madame Safó (ahora rebautizado como Motel Ideal), El insomne fue en busca del pasado de otros tres hoteles icónicos de distintas provincias: el hotel Viena, de Miramar, Córdoba; el hotel Club de la Ventana, en Sierra de la Ventana, Buenos Aires; y el hotel Villavicencio, de Las Heras, Mendoza, cerrado desde finales de los años '70. La serie fue realizada por Tres Mares Productora Audiovisual, con dirección de Mauricio Minotti y producción de María Eugenia Ferrer, tras ser ganadora del concurso Renacer Audiovisual del Ministerio de Cultura de la Nación.

“Cada hotel tiene su historia y sus peculiaridades -explica Laport-. El de Sierra de la Ventana tenía tal nivel de lujo que se lo comparaba con el Titanic en ese aspecto, por todo el mobiliario y los materiales que habían traído de Europa para su construcción. Hasta se creó un ferrocarril exclusivo para poder llegar al hotel. Otro hotel curioso es el de Miramar, que con los años se descubrió que en el subsuelo existió una clínica, ya que se encontraron elementos quirúrgicos. Eran hoteles donde los huéspedes eran todos extranjeros y a los que el pueblo no tenía posibilidad de ingresar. De hecho, las leyendas alrededor de que allí se escondieron jefes nazis está muy presente. Nosotros no podemos afirmarlo, pero tampoco negar su existencia a partir de lo que se dice”.

-¿Cómo resultó ponerse en el rol de conductor para un actor con tu trayectoria, dentro de un formato que sin embargo te  permitió actuar?

-Como el meme mío que circula en WhatsApp, que al principio me pareció raro y después me fui familiarizando y hasta sacándole provecho (risas). Uno tiene que aceptar las nuevas modalidades que proponen las nuevas generaciones. Hay mucho talento, hay muchas ganas de crecer y de hacer cosas diferentes. Y la convocatoria de poder ensamblar la ficción y lo documental me resultó atractiva. Son nuevas modalidades que vienen para instalarse. Me sedujo la propuesta, al mismo tiempo nos dejaba de ser una nueva fuente de laburo en tiempos en los que tampoco abunda.

-Hacer algo nuevo siempre resulta estimulante.

-Es estimulante y al mismo tiempo no deja de ser de la posibilidad de devolver lo que uno ha recibido. Porque en este proyecto, y también me pasó con una una película que hice en Paraná, descubrí que más allá de las ganas y del talento que hay en los pueblos, hay un profesionalismo, un apasionamiento también y un respeto por la profesión muy grande. En los viajes uno comparte experiencias, ellos también te lo agradecen y eso sucede también un poco por filosofía de vida. El insomne no dejó de ser una experiencia de vida extraordinaria, acercarte a otras realidades, a otras formas, con tiempo para charlar con la gente, y recibir y poder dar tanto cariño. ¡Todavía se acuerdan de Catriel! Y además de conocer gente e historias, nos reímos mucho.

-¿Por el disparador ficcional de la serie?

-Claro. Es delirante esa historia de un tipo que tiene insomnio y no puede dormir, y entonces va al psicólogo que le recomienda recorrer lugares insólitos para poder intentar descansar. Y cuando me dijeron que querían que el personaje se llamara Osvaldo, como yo, les dije “¿y por qué no Laport, directamente?” Eso refuerza la docuficción. Y el psicólogo, que interpreta Carlos Issa, es un sátrapa, al punto que se queda cuidando mi casa y mi mascota, un cerdo… Hay situaciones muy graciosas, muy bizarras, con algunos guiños también: hay una escena en la que él está bailando en mi casa con el chancho y está vestido con la bata de Guido Guevara, de Campeones de la vida. Hay para todos los gustos.

-Viajar por el país y conocer pueblos y ciudades es una experiencia cercana a tu oficio, porue protagonizaste distintas giras teatrales. ¿El insomne te premitió redescubrir al país?

-En las giras teatrales no hay chance de conocer los lugares. Las giras teatrales son muy gratificantes porque el encuentro con el público es hermoso y muy especial, pero es agotador porque uno siempre se esta yendo. Llegás al hotel y después de viajar tantas horas en un micro, incómodo, lo único que querés es irte a dormir. No estamos en Hollywood ni nuestro medio tiene esas aspiraciones. Entonces, por más que uno haya tenido ciertos privilegios en algún momento de su profesión, no quiere decir que te siga acompañando ese privilegio. Uno llega al hotel, trata de dormir un rato, a la noche va al teatro, da la función, cena, se sube al micro y va a otro pueblo, y así todo el tiempo. Conozco más hoteles y teatros más que pueblos o ciudades. Lo mismo me sucede como embajador de Buena Voluntad de la ACNUR: mis viajes humanitarios por el mundo no son de placer, voy a lugares de crisis, de emergencia, de guerra, donde de pronto no tengo tiempo ni ganas de conocer esos países con fines recreativos. Estuve en lugares insólitos pero no los conozco.

-¿Cuántos años llevás trabajando en ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados?

-En 2024 voy a cumplir 20 años. Y quiero aprovechar para dar a conocer una iniciativa. En diciembre se realiza el segundo foro global, un encuentro de líderes mundiales para abordar la problemática de los refugiados. Entonces estamos pidiendo que nos acompañen en la campaña, ingresando a fundacionacnur.org o ponchosazules.org, y firmar la petición para ser parte. La Argentina ya tiene más de 900 mil firmas y queremos llegar al millón para ser el país más comprometido con los más de 110 millones de personas en el mundo consideradas refugiadas, víctimas que escapan de la persecución, la guerra y la violencia generalizada, para que puedan tener esperanza y un lugar seguro en donde echar raíz.

-En estos 20 años de trabajo, ¿la problemática de los refugiados se agravó? 

-Sí, claro. Y va a continuar incrementándose, lamentablemente. Hay 110 millones de personas forzadas a huir de sus tierras. Es alarmante lo que nos está pasando como humanidad. Vemos lo que ocurre en Israel y Palestina, en Ucrania, Afganistán, Yemen, Etiopía… Lejos de que haya menos problemas en el mundo, cada vez hay más. Después de trabajar 20 años en ACNUR, viajando por el mundo, sensibilizándome con otras realidades que están muy distantes de las nuestras, obviamente que la solidaridad y el trabajo para con los otros es un compromiso que ya forma parte de mi patrimonio de vida.

Agenda ocupada

Del teatro a la pantalla grande

A Osvaldo Laport no solo se lo podrá ver en la pantalla chica en estos días. El sábado 4 estrenará Oscuras rosas rojas negras, una obra que dirige en La Nueva Mueca, la sala que forma parte del circuito teatral del Abasto. “Es un texto muy interesante, que plantea qué pasaría si a la sociedad la gobernaría un gobierno íntegramente formado por mujeres. Es un hecho eventual que nos permite pensar otra manera de proceder desde la sensibilidad y el punto de vista femeninos, en una sociedad en al que también hay corrupción, especulación, enriquecimiento ilícito y todas las oscuridades que lamentablemente sabemos que suceden”, cuenta el actor. La obra, que irá todos los sábados a las 21, está protagonizada por Daniel Valenzuela, Erica de Santurrieta, Viviana Sáez, Maru Gandolfo, Eugenia Blanco y Franco Loro. En la pantalla grande, a Laport se lo podrá ver junto a Miriam Lanzoni y Lucila Gandolfo en Partida, que llegará a las salas el 16 de noviembre. La películas cuenta la historia de una mujer víctima de violencia de género que regresa a su pueblo natal y a un pasado que creía haber enterrado. A su vez, desde la semana próxima estará filmando El señor de las ballenas, “un film de inclusión, donde interpreto a un hombre que bucea e interactúa con las ballenas”.

-¿Y la televisión? ¿La extraña?

-Sigo siendo un defensor de la televisión. Me convocaron para volver a trabajar en ficciones, pero debo admitir que no me atrajeron las propuestos de las historias. Me parece que estamos haciendo agua en la creatividad, en la posibilidad de seguir transitando el camino de la sorpresa y el compromiso con lo que nos pasa. Por ejemplo, en Cien días para enamorarse, la novela de Telefe, tuve el privilegio de poder acompañar a un elenco maravilloso e interpretar a un personaje entrañable, ese abuelo que no entendía que su nieta se sentía varón. Había un planteo muy interesante sobre una problemática real. Y creo que la sociedad pide a gritos más información, pide a gritos guiones para golpear y despertar conciencias. Estamos bregando por una sociedad más inclusiva, y nos quedamos frenados en las fórmulas o en meras intenciones. Las ficciones televisivas tienen que entretener, pero también cumplen un rol fundamental para dar cuenta de la nueva sociedad que estamos construyendo.