El cine argentino hecho por mujeres todavía tiene muchas historias para contar. Muchas de ellas han ido asomando de a retazos en las historias del cine locales, en los ciclos de homenaje, en los diccionarios de películas y directores. Muchas aparecen como hallazgos, como destellos en un camino de oscuridad y olvido. Así fue el encuentro con el nombre de Vlasta Lah por parte de los documentalistas e investigadores Candela Vey y Martín Miguel Pereira, quienes a partir del enigma alrededor de un nombre exótico, con una obra secreta y ninguneada, dieron a luz su libro Por ser mujer: La biografía de Vlasta Lah. El camino comenzó en 2015 con el descubrimiento de una misteriosa artista nacida en el Imperio Austrohúngaro, siguió con la revisión de sus dos películas La furias (1960) y Las modelos (1963), y concluyó con la exploración de los múltiples sentidos que pueden tejerse detrás de la "primera directora del cine sonoro argentino". Vlasta Lah fue eso y mucho más. Vey y Pereira siguieron el misterio de su vida, escribieron la historia con su voz y con su cine.

"En 2015 estaba estudiando en la facultad de Filosofía y Letras y tenía que hacer un trabajo de investigación, así que pensé en rastrear a las mujeres pioneras del cine en Argentina. Había algunos trabajos sobre cine mudo así que me decidí a ir un poco más adelante, hacia el sonoro. Y, claro, ir más adelante supuso llegar hasta 1960. Recién ahí aparecía el nombre de Vlasta Lah. Sin embargo, no había demasiada información de ella, ni siquiera había una fotografía de su rostro. Wikipedia tenía datos confusos: decía que había nacido en 1918 y que había estudiado en el Centro Sperimentale di Cinematografia en Roma con apenas 15 años. Las pocas fuentes que fui encontrando tenían contradicciones. Junto a Martín Pereira somos documentalistas así que imaginamos que ahí había una historia para contar, quizás una película para filmar", recuerda Candela Vey, guionista y co-directora junto a Pereira del documental Esto es La Boca vs. El mundo Plushterciopelo (2020).

La historia de Vlasta Lah parecía diferente a la de otras directoras del cine argentino, y era singular por su proveniencia y por su devenir en una industria que ya no era abierta y permeable como la del período silente, aquella que había alumbrado a figuras como Emilia Saleny, María B. de Celestini, o la recientemente descubierta René Oro, ni tampoco en plena reconstrucción como la que alumbraría a María Herminia Avellaneda o María Luisa Bemberg años después. Vlasta Lah asomaba como una luz en el desierto del cine clásico argentino en lo que se refiere a directoras mujeres, y su labor fue menospreciada en sus escuetas biografías como la asistente de su marido, el director Catrano Catrani. Ese rol subsidiario en la industria, el ninguneo de sus dos largometrajes y las lagunas en su biografía impulsaron a los investigadores a seguir su pista como un misterio a develar, a rearmar al personaje desde nuevas voces, a concretar ese eslabón perdido de nuestro cine.

Vlasta Lah

PUNTO DE QUIEBRE

"Nuestra idea inicial después del hallazgo fue filmar un documental, pero para ello necesitábamos hacer una investigación", revela Martín Miguel Pereira, también director del corto documental Que no daría yo por la memoria (2018). "En ese momento, 2015, ni siquiera las películas dirigidas por ella, Las furias y Las modelos, estaban disponibles para ver en Youtube. Así que conseguimos que nos las exhiban en el Instituto Gino Germani, en una computadora, bajadas de Volver. Cuando las vimos fue un punto de quiebre: descubrimos que ahí había algo interesante, no solo la anécdota de ser la primera directora del cine sonoro argentino sino una cineasta con una obra poderosa". La investigación se puso en marcha a través de una obsesión: la fecha de nacimiento y de fallecimiento de Vlasta Lah, datos que diferían de un libro al otro, en los que ella aparecía apenas como una mención, un párrafo suelto, un apartado breve. Entonces pidieron la partida de defunción al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y las fechas se confirmaron: Vlasta había nacido el 13 de enero de 1913 en Pola, en la península de Istria –entonces parte del Imperio Austrohúngaro–, y había fallecido en Buenos Aires, el 12 de julio de 1978. Un día lluvioso según recordaría José Martínez Suárez tiempo después.

"Las primeras fotos de Vlasta aparecieron en un lote de revistas Radiolandia que habíamos comprado para otra investigación, y que la mostraban en distintos rodajes en los que había participado como asistente de dirección", agrega Pereira. Imágenes que daban un cuerpo a ese nombre misterioso y que desmentían la insistente afirmación de que la "señora Catrani" solo había sido asistente de dirección de su marido. Junto a Catrano Catrani habían estudiado cine en Roma, en la usina que formó a los grandes nombres del neorrealismo bajo el pulso de Alessandro Blasetti, y también juntos habían llegado a la Argentina en 1938 para sumarse al equipo de los Estudios San Miguel. "Hace unos años, cuando ya estábamos en plena investigación para la película, se hallaron los archivos de los Estudios San Miguel y allí aparecieron papeles de prensa y fotografías en las que se puede ver a Vlasta Lah como asistente de varios directores", explica Vey. "En Historia del 900, que fue el debut en la dirección de Hugo Del Carril, ella fue una pieza esencial del rodaje, en parte porque Del Carril estaba delante de cámara. Vlasta era muy solicitada como asistente de dirección no solo por su formación en el Centro Sperimentale di Cinematografia de Roma sino por su predisposición a realizar tomas que implicaban cierta inventiva o riesgo. Así que es probable que muchas escenas del cine argentino clásico hayan sido dirigidas por ella".

Candela Vey y Martín Miguel Pereira, autores de Por ser mujer: La biografía de Vlasta Lah.

UNA REVELACIÓN

La primera de las voces que reveló piezas claves de la vida y obra de Vlsta Lah fue su único hijo, Víctor Eugenio Catrani, al que los investigadores rastrearon hasta Italia. "Cuando recibimos la partida de defunción de Vlasta se abrieron nuevas puertas: teníamos un documento, con datos precisos. Así que armamos el árbol genealógico a través de uno de los sitios especializados en el tema, relevamos familiares de los Catrani y los Lah, y mandamos solicitudes de información vía redes sociales. El primero que apareció, recién en 2019, fue el nieto de Vlasta Lah, quien nos informó que su padre vivía en Novara, en el norte de Italia, y que lo podíamos llamar por teléfono. Acordamos viajar a Italia y hacerle una entrevista que finalmente duró tres días y nos dio mucho material para el libro". De pronto, Vlasta emergía como un personaje de folletín, recorriendo el siglo XX en todas las geografías posibles, alimentando su cine de las gestas de su vida.

"Su infancia se vio atravesada por la Primera Guerra Mundial”, explica Pereira. “Nació bajo el agonizante Imperio Austríaco de Francisco José, luego fue italiana, más tarde yugoslava y hoy sería croata. Tenía cuatro hermanos pero se mudó con su hermana mayor a Roma, fueron modelos, perseguidas por el fascismo, estudiaron cine en los años 30. Entonces Catrani fue a filmar la Guerra Civil Española del lado de los fascistas por el Instituto Luce. En ese viaje deserta y, nosotros creemos, ambos decidieron viajar a la Argentina. En Argentina se integran a la industria del cine, participan del peronismo y Vlasta es designada como directora de una escuela de cine; luego ambos son perseguidos por la autoproclamada Libertadora. Lo que se dice una historia de novela". El libro de Vey y Pereira no solo recoge la propia peripecia de su gestación, con el dilema de la escasez de fuentes, los puntos muertos, las entrevistas realizadas en pandemia, sino que modela la misma condición de personaje de Vlasta Lah, las zonas de su historia que se iluminan con testimonios y fotografías, y aquellas que todavía permanecen ocultas, signadas por el misterio.

Uno de los momentos más reveladores de la investigación ocurrió durante la pandemia. Muchas de las solicitudes de contacto enviadas por redes sociales años antes obtuvieron mágica respuesta durante el confinamiento. "Apareció una sobrina nieta que vive en Trieste y que no sabía que su tía abuela había sido directora de cine. Conservaba muchas cartas que habían intercambiado Vlasta y su hermana mayor", señala Vey. "Ahí por primera vez apareció la voz de Vlasta Lah. Hacía un año había aparecido el rostro a partir de las fotos que nos entregó el hijo y ahora aparecía la voz a través de numerosas cartas en las que hablaba de todo, de su familia, de sus ambiciones, del cine de la época, de lo complejo que era conciliar su trabajo en los rodajes con su vida familiar y doméstica". Las cartas además abarcan casi toda su vida, desde 1931 cuando tenía 18 años hasta 1974, el año de la muerte de Catrani. Los fragmentos que asoman en el libro dejan en claro su percepción de la industria fílmica de su tiempo, la mirada sobre el arte popular, el difícil rol de una mujer en esa instancia.

Portada de la biografía publicada or Ediciones Del Camino

CUESTIONES DE CLASE

"Después de sus dos películas como directora, Vlasta Lah no desaparece del cine", enfatiza Vey. "Sigue escribiendo guiones, es jefa de producción de Catrani, luego realiza la adaptación de la serie Carola y Carolina con las hermanas Legrand en 1967. Pero no puede seguir dirigiendo". La razón es compleja. Las furias fue estrenada con gran expectativa, con un elenco que incluía a estrellas como Mecha Ortiz, Aída Luz, Olga Zubarry y Alba Mujica, y además fue anunciada como la primera vez que una mujer decía las palabras "Luz, Cámara, Acción". Sin embargo, la crítica la destrozó. "La crítica fue muy severa sobre todo por las transgresiones que proponía la historia, concentrada en cuatro mujeres que se enfrentaban por un hombre”, continúa Vey. “Vlasta había agregado escenas a la obra original de Enrique Suárez de Deza, claves para comprender su mirada como directora, y justamente esas escenas fueron las más resistidas. Una de ellas es el delirio sexual de Alba Mujica. También cuestionaron la unión de las mujeres al final de la película, mujeres que estaban enfrentadas por un hombre y que en el final aparecen juntas en un auto, en un acto de temprana 'sororidad'. Los críticos le recriminaban el desafío a ciertos tópicos que eran pilares del clasicismo".

Las modelos, en cambio, era un perfecto exponente del cine de la generación del 60, un cine donde aparecían personajes jóvenes, escenas en exteriores, opiniones políticas. Vlasta Lah nutrió a su película de experiencias personales y recuerdos compartidos con su hermana, en una vocación autobiográfica que definió al cine de movimientos como la nouvelle vague y otros nuevos cines de la posguerra. Sin embargo, la crítica ofreció una mirada paternalista y respondió con indiferencia e invisibilidad. "Las modelos anticipó varios elementos que luego aparecieron en una película como Paula cautiva, de Fernando Ayala, estrenada en el mismo 1963. La vida como modelos, las tensiones de clase, las disyuntivas entre el casamiento y la independencia. Pero la película de Vlasta tuvo problemas para estrenarse, se terminó a mediados de 1962 y el INCAA la clasificó de exhibición no obligatoria. Pasó un año hasta que logró revertir el fallo y estrenarse en 1963. A diferencia de Las furias, no recibió críticas insidiosas pero sí fue ninguneada", concluye Pereira.

El recorrido de Por ser mujer: la biografía de Vlasta Lah es también un preámbulo al documental que está en preparación sobre la vida y obra de la directora. Vlasta, el recuerdo no es eterno, dirigida por Candela Vey y co-escrita por ambos autores, fue seleccionada para la competencia en Work in Progress del Festival Internacional de Mar del Plata del año pasado y ahora se encuentra a la espera de la confirmación del subsidio del INCAA para su finalización. Y en el camino hacia esa concreción siguen apareciendo nueva pistas, voces impensadas, piezas de un rompecabezas que se creían perdidas para siempre. "Uno de los grandes misterios de Vlasta Lah es qué pasó entre el estreno de Las modelos y su muerte", coinciden ambos autores. "Sabemos que ella siguió trabajando como guionista, como productora de Catrani, pero hay muchos huecos que todavía no hemos llenado. A diferencia de la camada de directoras que aparecerá posteriormente, con María Luisa Bemberg a la cabeza, Vlasta Lah provenía de la clase trabajadora, era inmigrante, y siempre se sintió obligada a combinar sus labores profesionales con tareas domésticas como la crianza de su hijo y la atención de su casa. A ella todo le costó el doble, por cuestiones de clase y por cuestiones de género".

Por ser mujer: la biografía de Vlasta Lah, de Candela Vey y Martín Miguel Pereira, se presenta el jueves en Mar del Plata, en el Espacio INCAA Chauvin, San Luis 2849, dentro del marco del Festival Internacional de Cine. A las 14.