Juan Castillo es el secretario general del Partido Comunista de Uruguay, que integra el Frente Amplio. Llega a Argentina en el marco de los festejos que los afiliados locales realizan por el 103 aniversario del partido. En diálogo con PáginaI12, reflexiona sobre el escándalo institucional que sacude al gobierno de Luis Lacalle Pou luego de que se dieran a conocer chats que probaría la responsabilidad de funcionarios del gobierno uruguayo en la entrega de un pasaporte a un narcotraficante y que desembocó en la renuncia del ahora ex canciller Francisco Bustillo, implicado en el caso.
¿Qué piensa sobre la decisión de Bustillo?
Una sensación contradictoria, porque nadie puede decir que sea sorpresiva. A partir de los hechos que han sucedido en las últimas horas, es obvio que se aceleró lo que desde hacía mucho tiempo veníamos reclamando. Este era el desenlace final que tenía que llegar. Hubiésemos preferido que ocurriera antes, porque las denuncias públicas y las instancias de gobierno, tanto en el Parlamento como en el debate político que se habían generado en nuestro país, ameritaban que tanto el Ministro de Relaciones Exteriores como el Ministro del Interior asumieran las responsabilidades que les correspondía. No lo hicieron a pesar de las interpelaciones que llevó adelante el Parlamento, los llamados a sala y la solicitud de informes que se habían otorgado. Por lo tanto, es esa sensación contradictoria: no veíamos que esto pudiera ocurrir, en buena hora que haya ocurrido, pero todavía falta mucha tela para cortar en esto.
¿Cree que la renuncia alcanza para remediar los hechos?
No. A pesar de la importancia del tema, el Presidente de la República está en Estados Unidos. Se le ha demandado su presencia aquí en Uruguay para asumir las responsabilidades y para tomar nota de la crisis política de envergadura que está teniendo la gestión de su gobierno. También hay que ver cómo actúa la justicia. Hay que ver las implicancias de todos los funcionarios públicos que se nombran en los chats. Hay que ver qué pasa con el Ministerio del Interior, que es el que pide este tipo de documentos. Es decir, muchas de las cosas que nuestra fuerza política de izquierda ha denunciado públicamente a este Gobierno en el Parlamento, todavía no tienen respuesta y es hora de que así ocurra.
¿Qué tan grave es que el pasaporte era para una persona vinculada al narcotráfico?
Lo es desde el punto de vista democrático y desde el punto de vista de la seriedad que tiene que tener una República en nuestro continente. Los trámites y la demora que hay para lograr un documento de este tipo en nuestro país es bastante complejo. Un ciudadano común debe sacar constancia de domicilio, certificados de buena conducta, cédula de identidad vigente, credencial cívica, constancia de votación, tarifas públicas pagas al día... O sea, hay un sinnúmero de requisitos que hay que cumplir para que recién después te habiliten a tramitar el pasaporte, que se toman su tiempo, que realizan una investigación y posteriormente te lo entregan. Acá sin pedir aparentemente tantos datos a una persona que estaba presa en un país extranjero y requerido, además, por el delito de narcotraficante, se le otorga rápidamente.
¿Cree que este escándalo va a tener una repercusión directa en las próximas elecciones para la derecha o los uruguayos no lo van a tener en cuenta?
Vaya a saber qué es lo que ocurre. Creo que el mundo actual convive con esos dilemas. En Brasil, un candidato de la extrema derecha con concepciones fascistas se subía a los estrados o declaraba públicamente en los medios de comunicación su odio contra las minorías. Dijo cualquier disparate y llegó a ser el presidente del país más grande de nuestro continente. Posteriormente, en las últimas elecciones, vuelve a ganar el Partido de los Trabajadores con Lula da Silva, pero de todas formas la diferencia entre él y Jair Bolsonaro fue de un 1%. Entonces, ¿qué es lo que nos está pasando a las poblaciones? ¿Cuánta autocrítica tenemos que hacer los dirigentes para no llegar a alertar sobre los peligros que puedan ocurrir? Aún teniendo el voto como medio para expresar nuestras voluntades políticas, esa arma tan poderosa en manos de la población para elegir un gobierno, en algunas oportunidades la gente vota por el que le dice que va a hacer todo lo contrario. La política hoy en día no es una línea recta. Lo cierto es que, al menos en nuestro país, tenemos un desafío enorme. Estamos a un año antes de las elecciones y yo quisiera que nuestro pueblo a la hora de votar no olvide todo lo que estamos padeciendo, todo lo que hemos sufrido, en quien nos había prometido que estaba preparado para gobernar, que quería cambiar el país, que se venía a hacer cargo... estamos en esta situación y tanto no se hizo cargo que ni siquiera está en el país.
Entrevista: Axel Schwarzfeld