Músico, periodista y creador del podcast Microcultura, que difunde todos los viernes noticias culturales con sello propio, Juan Martín Angera es dueño de un estilo descontracturado. Un compositor versátil que no elude hablar del mercado y de la responsabilidad de los gobiernos en el apoyo a los artistas: “El Estado puede ser una fuerza muy poderosa frente a la fuerza del mercado. Si por el mercado fuera solo conoceríamos la música que escuchamos en las heladerías”, asegura.
Angera es un creador nato: “Las cosas que alimentan mi música hoy, vienen de cuando era niño y a través del juego aprendí a expresarme”, evoca. “Hay un límite difuso de cuando comencé a hacer música con instrumentos verdaderos, o cómo un juego. Cuando era chico mis abuelos de Buenos Aires me hacían cantar tangos y me enseñaban letras de tangos viejos. Era una costumbre. A los diez años agarré una silla de mi casa y estuve por lo menos uno tocando con palitos arriba de la silla”.
“Cuando tenía 11 años en mi colegio (en Catamarca), abrieron un taller de guitarra para mí solo con el profe José Flores, esas fueron las primeras armas. Después amplié eso en el conservatorio Mario Zambonini con el profesor Luis Torres. En el secundario ya hicimos una banda con mis compañeros, que eran los mellizos Juárez que hoy tienen una banda, Los Hijos de Harry. Me prestaban un bajo, porque ellos ya tenían guitarra. Era un bajo comunitario que pasaba de casa en casa”, recuerda.
Y define: “Mi música son las canciones de alguien que ha escuchado mucha música. He escuchado mucho heavy metal, punk, Serrat, Silvio. También me gusta mucho la música clásica. Pero si miro mi repertorio de lejos claramente veo que está atravesado por la tradición de la canción y de nuestro folcklore, sin darme cuenta hay mucha chacarera, mucha zamba, y me gusta que así sea, que tenga arraigo”.
Desde su visión de músico instalado en el interior del país, reconoce que hay corredores desde donde los músicos pueden encontrarse con artistas. “En Catamarca hay nuevas experiencias, como el homenaje que se hizo a Fito Páez que organizó la música Vane Martínez y apoyó el municipio de la Capital”, señala.
Frente a la difusión de artistas del interior del país, considera que hay una responsabilidad de distintas partes: “El público tiene que interesarse acerca de las obras que están haciéndose en determinado lugar, también el periodismo”. Cree que hay una tensión entre la música artesanal y la que llega a través de algoritmos masivos y de grandes fuentes de información.
“Existe una música uniforme que te das cuenta cuando vas a la heladería, al supermercado. Estos reggaetones; todo tan centroamericanizado desde la visión más yanqui, y por otro lado la música de autor. Es un tiempo donde la curación del contenido lo hace la gente a través de su propia elección. Es tanta la música que anda dando vueltas que es muy difícil que cobre trascendencia. la curación que antes hacían las disqueras para que graben algunos elegidos, la hacen hoy los algoritmos y las redes. De esa manera las lógicas cambian”, explica.
“Si te ponés a bucear debajo de la superficie hay cosas hermosas, entonces es una cuestión de cantidad de información. Creo que la idea sería ver como curar lo que se hace determinado lugar, darle apoyo porque es caro ser músico, y ahí si los gobierno debieran asumir ser curadores de los artistas. Si hay algo en el Estado es que puede ser una fuerza muy poderosa frente a la fuerza del mercado. Si por el mercado fuera solo conoceríamos la música que escuchamos en las heladerías”.
El estilo de Angera no desaparece entre la masa de las heladerías, sus Podcast de Microcultura son una suerte de cartelera cultural, matizada con buena música y refucilos de actualidad: “En este momento clave del país los artistas tenemos la oportunidad de ser difusores, tenemos la oportunidad de hacer reflexiones, un artista es una persona que tiene curiosidad por su historia, y todo eso hace a una visión política que puede expandirse si los artistas toman la decisión de hacerlo. La expresión de los artistas es clave, y es una expresión de la propia cultura. Es un ejercicio de libertad y de comunicación. Como dice el Indio Solari, el artista es la piel sensible de la sociedad. Desde el arte podemos transmitir sensibilidad y decir al menos esto es una catástrofe, o esto tiene que ser revisado. Contra esto nos podemos levantar”, remarca.
Las entradas anticipadas a $1500 están en venta por la mañana y por la en la boletería del teatro Urbano Girardi de Catamarca, o bien pueden reservarse al teléfono 1160342420. El espectáculo promete la intimidad de la guitarra y voz, y la compañía del vehículo musical que forman Matías Saavedra (guitarra, bajo), Martín Carrizo (teclados) y Tomás Maldonado (percusión)”.