Tres de cada diez personas que tienen VIH desconocen que están infectadas. Desde el Ministerio de Salud de la Nación estiman que hay alrededor de 120 mil personas que viven con el virus y que cada año se realizan 6.500 nuevos diagnósticos, aunque el treinta por ciento se detectan tarde “cuando el virus ya debilitó las defensas del cuerpo”. Desde las organizaciones sociales denunciaron irregularidades con el acceso a los test y preservativos, dos elementos claves para la detección temprana y la prevención del VIH-Sida.
Las cifras surgen de la actualización del Boletín Epidemiológico que publicó el Ministerio de Salud de la Nación con motivo del Día Internacional de Acción contra el SIDA, que se conmemora cada 1º de diciembre. Del total de las personas que ya tienen diagnóstico, el 81 por ciento está en tratamiento y la mayoría de ellas –siete de cada diez- se atiende en hospitales públicos.
Los números son casi iguales a los del año pasado. Menos uno: la transmisión vertical del virus, la que se transmite en el momento del parto, aumentó levemente. De cada cien bebés que nacen de madres con VIH, más de cinco adquieren la infección. Si bien para el Ministerio de Salud la “epidemia de VIH en la Argentina continúa estable”, para las organizaciones algo falla.
“Fue un año muy difícil para las personas con VIH. Faltaron preservativos, medicación, reactivos para medir defensas y el virus en sangre”, cuenta a Página/12 Matías Muñoz, estudiante de Derecho y coordinador de la Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos (Rajap), un espacio creado por y para chicos y chicas con VIH a partir de 14 años.
En agosto pasado desde la Red hicieron un pedido de informe al Ministerio de Salud y la respuesta oficial confirmó la sospecha. Desde la cartera que conduce el ministro Jorge Lemus, respondieron que tenían un millón de preservativos en stock, cantidad mínima frente a los seis millones que se distribuyen mensualmente en hospitales y otros centros de salud.
“En marzo detectamos que faltaba medicación y reactivos para medir las defensas. Lo solucionaron en abril y ahí empezaron a faltar los reactivos para medir el virus en sangre, fundamental para saber si el tratamiento está haciendo efecto y que se recomienda hacer dos o tres veces por año”, explica Muñoz. Los estudios se garantizaron para embarazadas y recién diagnosticados con un stock de urgencia –según pudieron averiguar desde la Red- pero no para el resto de la población.
Una red de contención y algo más
Además de exigir políticas públicas para mejorar la calidad de vida y el acceso a la salud de los jóvenes y adolescentes ‘positivos’, la Red funciona como un espacio para compartir experiencias, un grupo de contención. “¿Qué pasa con el sexo a partir de mi diagnóstico? ¿Lo tengo que contar? ¿Qué va a pasar cuando se enteren en la escuela? ¿Lo van a saber con el análisis preocupacional del trabajo?”, son las primeras inquietudes con la que llegaron algunos de los mil jóvenes que forman la red.
“Lo primero que aparece es la necesidad de compartir con el otro lo que te pasa. El estigma social y la discriminación hacen que el diagnóstico se pueda convertir en una mochila muy pesada. Saber que hay chicos y chicas que estamos pasando por lo mismo, cambia”, opina Muñoz, que participa en la Red desde que le diagnosticaron VIH hace cuatro años.
El estigma social se siente en el trabajo, en la familia, en el barrio. “Para los chicos del interior el problema mayor es que en el barrio no se enteren por el estigma que va a sufrir la familia y eso no pasa tanto en Buenos Aires. Acá la preocupación pasa más por el trabajo y el preocupacional, por ejemplo”, sostiene el joven.
Si bien los prejuicios entre los adolescentes parecen de otra época, los chicos y chicas con VIH lo viven a diario. “En cuestión de salud, la situación cambió muchísimo: los tratamientos médicos son efectivos. Pero la presión social sigue estando y nunca sabés cómo va a reaccionar el otro cuando decidís contarlo a tus compañeros, a tu familia o a alguien con quien querés estar. Puede venir un abrazo, un llanto o una agresión. Lo importante es estar preparado para lo que pueda venir”, finaliza Muñoz.
De mitos y mala información
-Tener sexo con preservativo evita la transmisión del VIH. Hay prácticas sexuales con mayor y menor riesgo, pero el preservativo es la mayor protección.
-Toda persona activa sexualmente puede infectarse. El 88 por ciento de las mujeres con VIH lo adquirió a través de su pareja estable. Estar en pareja con la misma persona hace años no es excusa para no hacerse el test.
-Las parejas serodiscordantes –cuando uno tiene VIH y el otro no- derriban el mito de que es posible estar en pareja sin transmitir el virus. Recomendaciones sobre cómo cuidarse.