Yo no titulo (Homo Sapiens Ediciones) es el nombre del último libro de poesías de Guido Martínez Carbonell que plantea desde su nombre la necesidad de no definir, de no cerrar significados como una cuestión filosófica, “no tengo todo definido, todavía me sigue extrañando”. La forma particular de ver el mundo inscripto en una tradición poética que sigue vital en la escritura de Martínez Carbonell invita a la lectura.

El libro contiene poemas escritos entre el 2019 y el 2022, la mayoría durante la pandemia, y se encuentra separado en tres partes, la primera da cuenta de la vida como un tópico más general. En su primera hoja se encuentra el poema que da nombre al libro, “Yo no titulo” es el primer verso, no el título y esta es una característica que se encuentra en casi toda la obra, los poemas no están titulados. El autor explica que este es un intento de no definición, como dice al final “yo no titulo,/ afortunadamente/ como en otros tiempos/ todavía me extraña/ todo, todavía / te echo de menos”.

La segunda parte pone en juego las temáticas directamente relacionadas con la pandemia en cuatro poemas. En “Variante Delta” se evidencian las actividades, silencios, ausencias y búsquedas durante el período de cuarentena en el cual muchas personas podrán verse reflejadas. El poema número 30 comienza así: “En esta cuarentena/ no salgo,/ se puebla mi casa/ de ausencias,/ el tiempo/ que parecía sobrarnos/ hoy tira sus trajes/ y le tememos”. 

La tercera y última parte está centrada sobre lo teatral y aquí es muy difícil separar al autor de su obra, teniendo en cuenta que es director del teatro más importante de la ciudad. Son cuatro poemas que desentrañan la vida dentro del teatro desde distintos lugares. “Sostener un poema –dice el autor a Rosario/12- que tenga su aliento, pero que no se asfixie, que no repita, que refleje el sentimiento pero con las palabras suficientes” se evidencia en la complejidad de la escritura.

Martínez Carbonell es abogado y escribano, y desde 1992 integra la comisión directiva del Teatro El Círculo, la cual preside hace ya catorce períodos. Es también el creador e impulsor del ciclo Poesía en El Círculo, que ya tiene más de veinte años y en el cual han participado más de mil poetas locales, del resto del país e internacionales. También es miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes, de la Fundación del Museo Castagnino + Macro y curador de muestras plásticas. Su primera publicación se remonta al año 1981, ilustrado por Julio Vanzo. La casa paterna del poeta era frecuentada por muchos artistas, su padre fue presidente del teatro El Círculo y de allí provenía el desfile de escritores, pintores, músicos, bailarines que recorrieron su infancia y sentaron las bases para su espíritu inquieto por las artes. “Así fue el caldo de cultivo de todo esto, nunca dejé de escribir poesía. Escribo prosa pero vinculada a la poesía, siempre con ese nexo”, detalla el escritor.

Cada escritor, cada poeta tiene sus procesos creativos, Martínez Carbonell escribe por necesidad, porque no puede dejar de hacerlo, “no tengo ningún encuadre de estilo ni de grupo ni de nada, yo escribo, publico y a la gente le gusta”. Recuerda que al principio, con las primeras publicaciones, se sentía mucho más retraído con respecto a sus creaciones, ahora habla de sus poemas, los recita y muchas veces se relaciona con sus lectores de manera directa: “Tengo esa relación con la gente que antes no tenía. Es mi escape, no es que me pongo y escribo, tengo poemas que están en proceso, los vuelvo a releer, por ahí le cambio las palabras, o veo un poema viejo mío , me reencuentro conmigo o me redescubro”.

El poeta señala que tras publicar un libro se siente vacío, con la sensación de no tener nada más que escribir. La urgencia por la escritura parece desaparecer hasta que reaparece tímidamente y crece hasta una nueva explosión. Sostiene: “A la poesía no hay que buscarla, creo que te encuentra. La poesía necesita una maduración, en otras artes uno tiene que ser un virtuoso, tener talento, estudiar y ser reconocido a los 20 años, pero el poeta necesita vida, experiencia, necesita haber vivido, hay una parte más intelectual que se ocupa de acomodar los versos, encontrar las palabras exactas, darle la musicalidad al poema, pero el virtuosismo del poeta radica en ese proceso entre un sueño y un divague, todo un torrente de palabras, muy intuitivo, inexplicable”.

Comulga con la idea que para escribir la auténtica poesía se debe partir de los hechos, del dolor, del amor y de haber vivido mucho tiempo. “Vos podés escribir con inteligencia artificial una poesía linda, con musicalidad, rima, pero le va a faltar el alma de quien escribe, la sensibilidad a lo que pasa a tu alrededor. La poesía tiene temas que tocan la fibra humana, pueden ser los mismos tópicos, pero la sociedad cambia, cambia la situación, el idioma, todo eso le da otra perspectiva y otro contexto. Es inevitable que la poesía te duela. Si no tenés el toque de inspiración, de creatividad no hay nada. Picasso decía que la inspiración viene, pero que te tiene que encontrar trabajando. A veces uno trabaja toda la vida pero la inspiración no te llega nunca”, remarca.

 

Martínez Carbonell escribe en su prólogo que “en lo más remoto de nuestros tiempos (siglo VIII a. de c.) Hesíodo escribía: 'Mucho antes de todas las cosas existió el Caos, después la Tierra espaciosa. Y el Amor, que es el más hermoso de todos los Inmortales'. Esta descripción histórica (en cuanto a cronología de los hechos) es a la vez un poema. La poesía siempre estuvo más allá de la historia, nadie hoy repara en este relato como historia pero como poema sigue vigente y bello y más fresco que nunca.”