Los temas son siempre los mismos, decía Joan Didion. Un regreso a la inocencia, los misterios de la sangre, una compulsión por lo trascendental. Hace casi 30 años que Róisín Murphy postula su propia versión de esta teoría. La irlandesa es ilusionista primero y cantante después. Shape-shifting es el término más repetido por la prensa anglosajona para describirla, pero esta idea de artista poliforme, siempre en movimiento, no es más que un truco óptico.
Desde sus comienzos en Moloko, banda que integró entre 1994 y 2004, hasta Róisín Machine (2020) y Hit Parade (2023), sus discos más recientes, esta cambiaformas tiene un interés casi antropológico en los errores humanos, la contradicción entre la conexión y la libertad, la búsqueda de la identidad, el amor y la muerte, en la que piensa por lo menos "una vez al día". Y sin embargo todas las críticas que describen su carrera como versátil y sorprendente son acertadas. El truco está en la experimentación estética, que atraviesa toda su discografía e influyó en gran parte del imaginario de artistas que hoy forman parte de la cartografía cultural, de Arca a Dua Lipa.
Si Róisín Machine fue un trabajo bien definido que la convirtió en una exponente del resurgimiento del disco, Hit Parade es la contracara que evade todos los rótulos. Es un monstruo fabricado a mano, con alma de house y garganta ensamblada a partir de géneros y adornos reducidos a su mínima esencia. Ensamblado el monstruo, el resultado es un pastiche deforme y maximalista que no se parece a nada que uno haya escuchado antes.
Antes de su presentación en el Primavera Sound Buenos Aires, y de su sideshow del 27/11 en C Complejo Art Media, la cantante europea disecciona sus trabajos más recientes, los patrones más importantes de su carrera en una industria que considera cínica y la controversia sobre el público para el que compone su música.
- ¿Qué historias querés contar con tu música, específicamente con Hit Parade?
- Me gustaría decir que realmente cambié mucho y canto sobre cosas completamente nuevas cada vez, pero no es cierto: desde el principio me mantuve igual. Suelo cantar sobre los mismos temas: rendirse, recordar las cosas que hice mal, ser fuerte. Hay mucha vulnerabilidad y un poco de filosofía. Siempre hay un toque de sensualidad y, con suerte, humor. Creo que mis canciones también hablan de la libertad, la autoexpresión y la lucha entre querer sentirse libre y querer sentirse conectada en la vida. Eso estuvo presente desde el primer álbum de Moloko.
- En tu obra anterior siempre hubo un toque autorreferencial: Murphy's Law, Róisín Machine. ¿Cómo lo trasladaste a Hit Parade y cuánto ponés de vos en tu trabajo?
- No creo que haya hecho eso en este disco. Ciertamente lo hice en Róisín Machine con el nombre y con lo de la "ley de Murphy". Toda composición implica hablar con una misma y trabajar las cosas, es como una terapia. Y la creatividad es, de alguna manera, intentar entender quién sos.
- Compusiste Hit Parade con DJ Koze, y usaron muchas capas de tu voz en cada canción, desde tomas bien crudas hasta versiones más refinadas. ¿Cómo fue el proceso?
- Pongo muchas ideas, doy demasiado, y ése es el mayor problema que cualquier productor tiene conmigo. A veces sigo y sigo y tengo otra idea lírica u otras voces y puede ser difícil concentrarse, te soy sincera. Pero soy una maximalista, como ves con mi ropa, mi carrera y mi estética. Siempre es mejor tener más ideas que menos. Y está bueno tener a Koze, que es muy hábil para eliminar las ideas que no son buenas. Tal vez demasiado hábil. Cuando hacíamos el disco, solía decirme "eso no es muy bueno" y rápidamente lo descartaba. En ese momento era mi trabajo calmarlo y decirle "esto es bueno, podemos trabajarlo y resultará bien". Algunas canciones pasaron por muchas fases.
- ¿Cuáles?
- Two Ways, por ejemplo, comenzó como un track con un sonido country y pasó por tantas etapas que nos enredamos y queríamos descartarla. Y yo estaba como "bueno, aunque no sea perfecta, es perfecta en este lugar del disco, es un collar muy fuerte y sin ese collar falta algo". Así que, a veces, mi trabajo consistía en no ser demasiado analítica y permitir que las cosas sucedieran.
- Hit Parade es un disco movido, pero que toca zonas oscuras. En Fader cantás sobre encontrarte con tu creador. ¿Cuál es el significado de esa canción?
- Es una forma coloquial de expresar la idea budista de que vivís porque te podés morir en cualquier momento, de recordar que todo podría terminar y lo preciosa que es la vida. Es algo que trato de recordarme cada vez más a medida que envejezco. Y no es una fuerza negativa, es una fuerza muy positiva pensar cada tanto en la muerte. Al menos una vez al día, de hecho.
- En Free Will explorás la arbitrariedad del universo a través de las relaciones humanas. ¿Te interesa tomar los "grandes temas" para hablar del amor?
- Mmm, no sé si Free Will es sobre la arbitrariedad. Es sobre la idea de libre albedrío, algo mucho más universal. Leí y escuché mucho sobre meditación y filosofía durante la pandemia. Soy un cliché, lo sé, entiendo que muchos hicieron lo mismo y tal vez no soy tan profunda. Pero la cuestión es que no podés controlar tu próximo pensamiento, y de tu próximo pensamiento viene todo lo demás. Siempre me interesó este concepto de no poder elegir a quién amás.
- ¿Y cómo lo trabajaste a lo largo de tu carrera?
- Creo que Overpowered, por ejemplo, lo aborda de una manera científica; trata de describir por qué no tenemos control: en realidad se disparan señales en tu cerebro y las hormonas circulan por tu cuerpo. Y supongo que CooCool, ahora, es la versión de la naturaleza de Overpowered. Esos cucú, cucú, esas llamadas y respuestas no son conscientes, surgen espontáneamente del acto de enamorarse. Entonces, CooCool es una mirada biológica, Overpowered es una mirada científica y Free Will es una mirada filosófica al mismo fenómeno: no podés controlar a quién amás.
- En 2020, Róisín Machine fue una de las contribuciones más interesantes al resurgimiento de la música disco. ¿Por qué le diste ese sonido a esa música?
- En sí, el álbum estuvo más de diez años en producción. Simulation, que fue uno de los singles, salió por primera vez en 2012, así que empezamos el proyecto hace mucho tiempo. No siento que encaje perfectamente con el nu-disco. De hecho, creo que es muy fácil explicar qué es Róisín Machine: es un disco de Sheffield. Lo hice con DJ Parrot (aka Crooked Man), a quien conozco desde adolescente en Sheffield, y ha estado involucrado en mi vida musical durante toda mi carrera. Siempre vuelvo a Parrot y le pregunto qué piensa de lo que estoy haciendo, es parte de mi familia. Volví a él porque quería hacer algo que reflejara nuestra experiencia compartida. Simplemente dijimos "bien, ¿de dónde venimos, qué sabemos de la música de baile, cómo nos sentimos al respecto?".
- ¿Creés que eso tuvo que ver con la recepción tan positiva del disco?
- Parrot fue DJ desde mediados de los '80 y dejó de hacerlo hace unos quince años, pero sabe mucho sobre ese mundo y fue parte del comienzo de la revolución del house y el dance en el Reino Unido. Yo no, pero lo conocí después y pasé muchos años yendo a las mismas discotecas que él, conociendo a las mismas personas y haciendo música en el mismo ambiente. Y de eso se trata Róisín Machine. Sin importar lo que estés escuchando, también estás escuchando algo en su raíz: lo que llaman un clang de Sheffield, un golpe metálico en el fondo de todo, que supuestamente recuerda que es una ciudad de acero, posindustrial. Y sí, para mí, eso es lo que es. Sea lo que sea, primero es un disco de Sheffield. Jamás pensé "oh, hagamos un álbum de música disco", eso sería demasiado... estúpido. Vino de un lugar muy real, de identidad y de historia compartidas.
En cuanto al tema de la identidad, recientemente Murphy recibió críticas de la comunidad LGBTQI+ en redes sociales, debido a sus comentarios sobre los bloqueadores de pubertad. Respondió que no hace música para un grupo en particular, pero todavía cree que "la gente no lo entendió" y que lo suyo "sólo es hacer música". El asunto es que una parte significativa de su audiencia, de la audiencia de esa música, es queer.
- ¿Qué buscabas? ¿Que tu música no fuera etiquetada como queer?
- Mi música está definitivamente influenciada por cientos de cosas y definitivamente influenciada por mis experiencias maravillosas dentro de esa comunidad en términos de música de baile y demás, pero no exclusivamente y no de manera cínica. Cuando surge, proviene de un lugar natural. Nunca hago mi música para un sector demográfico específico, porque eso me parecería muy cínico. Ese tipo de discos son frecuentemente planificados en board meetings que no podrían estar más alejadas de tu comunidad LGBTQI+. Por lo general son planeados de manera muy cínica, y yo no hago esas cosas. Nunca lo hice.
- Es una posición atípica dentro de una industria que parece más preocupada por la corrección política que por la buena música.
- El arte proviene de un lugar de libertad y siempre luché por mantener esa posición. Y por eso mi música es tan cambiante e intercambiable y también, creo, fascinante. Y si simplemente te diera lo que esperás cada vez, ésa no sería yo en absoluto.