Con celebradas presentaciones, a sala llena y con un devenir que comenzó en Teatro del Pueblo y llegó al Maipo, El brote sale de gira y visita Rosario. Con dramaturgia y dirección de Emiliano Dionisi y actuación de Roberto Peloni, El brote es un unipersonal que retrata la faena de un actor que se siente relegado por su compañía teatral, en un ensimismamiento progresivo que lo lleva a tensar el límite entre lo cierto y lo creído. El espectáculo de la Compañía Criolla, con dos nominaciones a los premios ACE, se presenta hoy a las 21 en Teatro Astengo (Mitre 754).
“Empezamos en 2022 en el Teatro del Pueblo, una sala independiente con una capacidad de 100 espectadores, y empezamos a llenar. Así que agregamos una segunda función y luego una tercera; y las entradas se vendían con dos meses de anticipación. Surgió entonces la posibilidad de pasar a la sala mayor del Teatro Maipo y fue como un paso muy natural, además porque en ese teatro tengo bastante historia, trabajando y haciendo espectáculos. Es una sala donde me siento como en casa, y el espectáculo sigue teniendo la misma estética con la que fue diseñado, con Agnese Lozupone en la iluminación y Micaela Sleigh en la escenografía”, comenta Roberto Peloni a Rosario/12.
“La respuesta del público y la fiesta que se vive en cada función es correspondiente con lo que fue el proceso de trabajo, como equipo, respetando también el libro excelente escrito por Emiliano (Dionisi). Ya cuando comenzábamos los ensayos, no nos adelantamos a ponernos una fecha de estreno, sino que nos dimos la posibilidad de llevar adelante el proceso sin apuro. Como somos nuestros propios productores, no queríamos apresurarnos. Finalmente, si hubiéramos deseado ir a una sala tan grande, no creo que hubiera sucedido; es decir, todo ha tenido un tiempo orgánico. Así que estamos felices y encantados con el proyecto”, continúa el actor.
El argumento de El brote indaga, como un acto reflejo, en la tarea actoral y teatral, pero lo hace de un modo universal; como destaca Peloni: “El brote cuenta la historia de un actor que está en una compañía de repertorio, y habla profundamente del mundo del teatro. En un momento, creíamos que podía quedar en un nicho de entendidos, porque hay muchas citas a los clásicos y estéticas, y se habla de muchas cosas referidas al teatro, pero nos dimos cuenta que el espectáculo trascendió. Creo que el tema en profundidad es el de la frustración del ser humano. Beto, mi personaje, es un actor muy trabajador, que ama mucho su profesión, pero ésta no le devuelve lo que él siente que debiera ser, y le tocan personajes muy chiquitos. Está también todo lo que le sucede con sus compañeros de elenco; pero sobre todo con Quique, su antagonista, a quien siempre le tocan los personajes importantes. En fin, él hace una gran descripción de todos sus compañeros e integrantes de la compañía; así que además de actuar a Beto y todos estos personajes, también me tocan los personajes que les toca actuar a cada uno de ellos, en las distintas funciones de los espectáculos que van representando cada semana. Soy el único actor, pero no estoy solo, son muchos personajes; además, lo que el dispositivo escénico propone da un gran atractivo y vértigo, que a veces defino como una montaña rusa teatral”.
-Entre lo dicho por el personaje y las líneas de los textos clásicos, seguramente surge una pretendida confusión.
-Tal es así que a este actor, Beto, se le empiezan a desdibujar los límites entre la ficción y la realdad, y ahí el público no sabe si lo que están diciendo los personajes, a través de los grandes clásicos como Antígona, Hamlet, La Tempestad, es de ellos o no; y se genera muchísimo humor y mucha tragedia. El espectáculo casi como que le pone la lupa a esas cosas mínimas, que uno puede ver también en la televisión y demás, en peleas por cosas que para los artistas no son pequeñas, como una frase que el otro te muerde o te pisa. Eso sucede en todos los ámbitos, como el no sentirse reconocido, tener una ambición y sentirse frustrado, o cuando la cabeza empieza a laburar y pensás que a vos no me toca lo que creés te corresponde. En esos momentos, ¿a quién está escuchando uno?, ¿a uno mismo o a todas esas voces con la que tenemos que lidiar, como mandatos?
-Con Emiliano Dionisi han construido una relación de caras recíprocas, ¿no?
-Con Emiliano venimos de haber trabajado juntos en el Teatro Nacional Cervantes, donde hicimos Cyrano de más acá, un espectáculo precioso; luego nos volvimos a encontrar en una reversión de Huesito Caracú, de Hugo Midón y Carlos Gianni; y volvimos a tener un encuentro artístico durante la pandemia, donde hicimos algo por streaming. Pero nos quedaron las ganas de seguir y yo quería hacer un unipersonal. Conociéndome, él supo de alguna manera escribir algo que, al primer momento de leerlo, sentí que era lo que quería hacer toda mi vida. Ahí empezó el trabajo fuerte, pero amoroso y respetuoso, que nos ha generado mucho crecimiento y entendimiento personal.
-Trabajaste también con Gerardo Rozín en La Peña de Morfi, ¿cómo fue esa experiencia, qué recordás de él?
-Cada vez que uno escucha “Rosario” después de conocerlo a Gerardo, es inevitable pensar en esa unión, porque él profesaba su amor por su ciudad constantemente. Lo que siempre destaqué y agradecí es que era una de las pocas personas que tenía la posibilidad de tener un programa muy visto pero con un contenido; era un hombre que respetaba profundamente a los artistas y les daba un espacio; algo que con la música ha estado a la vista. Con La Peña de Morfi logró poner la música popular otra vez en la casa y la mesa de argentinos, y uno sentía que por lo menos estaba llevando una bandera que valía la pena, donde poder mostrar el trabajo de nuestros artistas, de los más conocidos y de los que no tienen tanta visibilidad. Cuando comencé en el programa, yo no había participado en televisión, salvo en algún bolo, y él apostó por mí. Me había visto en el teatro varias veces, y si bien podría haber contado con un “número 1”, eligió tener a alguien no tan conocido. Para mí ha sido un gran comunicador de la cultura y un gran amante de su ciudad; algo de eso a veces falta, sobre todo en los grandes medios masivos de comunicación. Yo sentía que en ese espacio estaba a salvo, porque no iba a pelear por el punto de rating o por lo que los auspiciantes querían, sino que ahí había una concordancia pocas veces vista.