El candidato ultraliberal Javier Milei intentó la semana pasada provocar nuevas tensiones en los mercados cambiarios y financieros. Planteó que no negocia su programa económico y que las consignas de eliminar el peso, dolarizar la economía y cerrar el Banco Central se mantienen. Hasta la primera vuelta de las elecciones estas declaraciones hubieran causado pánico, alimentado la corrida y potenciado las conductas de refugio. Pero ahora los inversores parece que tienen indiferencia a las palabras del candidato ultraconservador.
Una manera de ver la forma en que se licuó el miedo Milei es con la dinámica del dólar ilegal y los dólares financieros negociados en la bolsa porteña. El blue se acercó en los últimos días a 900 pesos, luego de haber alcanzado el pico de 1150 pesos en octubre, en medio de la incertidumbre previa a las elecciones. El contado con liquidación se ubicó cerca de los 860 pesos, una cotización que esta más de 200 pesos por debajo de los picos de octubre.
Los intentos de generar presiones cambiarias no llegaron sólo a partir de los dichos del candidato de la Libertad Avanza, de su círculo más cercanos y del fragmento de Juntos por el Cambio que acompaña a Milei. También circularon rumores y ruidos de todo tipo a través de los informes de consultoras y agencias de bolsa. Se buscó generar nuevamente incertidumbre.
Una de las dudas que se intentó instalar es que el segundo tramo del swap con China no estaba realmente activado. “Algunos datos indicarían que los últimos vencimientos al Fondo Monetario Internacional se podrían haber pagado con un préstamo puente tal como ocurrió en julio y agosto. Esta posibilidad incrementa las dudas sobre la efectiva activación del segundo tramo del swap”. Estas fueron las palabras que usó una conocida agencia de bolsa del mercado para difundir la semana pasada un nuevo runrún especulativo entre sus clientes.
Sin embargo, lo dólares financieros tampoco se inmutaron. Se trata de hipótesis y especulaciones tiradas de los pelos que en otro momento podrían haber recibido atención, pero que ahora nadie parece tener en cuenta. La tendencia es renovar las apuestas por activos en moneda local, desde títulos en pesos ajustado por inflación hasta depósitos a plazo.
A partir de la primera vuelta de las elecciones se descomprimió notablemente el pánico financiero, y en los escenarios de los inversores se redujo sensiblemente la probabilidad de un estallido económico, una megadevalución del tipo de cambio oficial, una espiral de precios (hiperinflación) y un golpe en los ingresos con consecuencias sociales impredecibles. El mercado calcula que la motosierra y la dolarización sin dólares perdieron chances.
En los datos duros, la situación puede observarse al menos en cuatro variables financieras importantes. La primera son los futuros de dólares, en donde la devaluación implícita en los contratos bajó a la mitad desde las elecciones. La segunda es que se desplomaron los dólares financieros, con caídas de precios de hasta 250 pesos en menos de dos semanas.
La tercera es la recomposición del stock de plazos fijos, que había caída más del 20 por ciento en términos reales en los dos meses previos a la primera vuelta, y en los últimos días volvieron a registrar una tendencia ascendente. La cuarta es la recuperación de los depósitos en moneda extranjera, que previo a los comicios habían bajado en más de 700 millones de dólares, y a partir de las votaciones dejaron de bajar e incluso empezaron a registrarse nuevos depósitos.