“Sin la Universidad Pública, el Conicet, el Ministerio de Ciencia y las Agencias financiadoras del Estado, no hubiéramos podido hacer ciencia porque nuestro trabajo no se realiza en soledad”, dice a Rosario/12 Alejandro “Tato” Vila, doctor en Química, profesor de Biofísica e investigador del IBR (Conicet-UNR), quien fue reconocido con el Konex de Platino 2023 por sus aportes en bioquímica y biología molecular y celular durante la última década, junto a su colega Diego de Mendoza.
“La ciencia se dedica a estudiar lo que no se conoce mientras que la innovación y la tecnología generan productos, servicios o políticas, pero que sólo pueden desarrollarse si existe un conocimiento científico previo”, explica. Como ejemplo menciona la teoría de la relatividad o las bases para la tecnología láser que propuso Einstein y que tuvieron aplicación muchos años después. “¿Y quién va hablar mal de Einstein?”, dice para que quede claro que la ciencia es una construcción de capas, que no hay un salvador que tenga el descubrimiento mágico, que todo lo que surge es porque hubo décadas de trabajo previo sobre los cuales se construyó eso.
Vila cree que no se necesita un científico talentoso, sino un equipo. “Se necesitan grupos de científicos trabajando en distintos temas que no pueden predecirse si serán interesantes o tendrán impacto y además, un sistema científico robusto”.
Reconocido como líder en el estudio de la resistencia a antibióticos y pionero en el uso de la resonancia magnética nuclear en biología estructural en el país, su formación doctoral fue en la UNR y la posdoctoral en la Universidad de Florencia, Italia y en la de Caltech, Estados Unidos donde aprendió cosas que no se hacían en el país. Volvió por los afectos, la familia, porque quería que aquí crecieran sus hijos y también construir científicamente, devolver al país lo que había aprendido afuera. “Se están cumpliendo 30 años de esa decisión de la que no me arrepiento”, confiesa.
Retornó en los 90, había poca plata y el ex ministro Domingo Cavallo mandó a los científicos a lavar los platos. A pesar de las limitaciones, lo que lo motivó a quedarse fue un núcleo de investigadores de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR formado por Diego de Mendoza, Néstor Carrillo, Alejandro Viale, Eduardo Cicarelli que habían armado un esquema de trabajo cooperativo en el que compartían todo.
Su proyecto era instaurar una línea de investigación sobre estructura y función de proteínas que no se hacía en Argentina. Doce años después consiguió fondos para comprar el primer equipo de RMN del país, que costó más de un millón de dólares. Ocho años después accedió a otro más grande y generó una plataforma de biología estructural única en el país y una de las pioneras en Latinoamérica. Asimismo se formaron recursos humanos altamente capacitados.
Muchos de estos investigadores de las ciencias biológicas que trabajaron en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR y en los institutos de Conicet, luego montaron nuevas empresas de base tecnológica. Una es DETxMOL que se incubó en el IBR y generó los primeros kits de diagnóstico del Covid durante la pandemia.
“Los países que invierten en ciencia, ¿lo hacen porque son ricos o son ricos porque invierten en ciencia?”, se pregunta y asegura: “Son ricos porque invierten en ciencia”. Menciona como ejemplos Alemania, Corea, EEUU, Japón, Israel, los países escandinavos que tienen los porcentajes más altos y siguen incrementando la inversión en ciencia y técnica.
Vila sostiene que los países que dan trabajo de calidad y que pueden exportar productos con valor agregado son los que manejan la tecnología de la inteligencia: información, biotecnología y nanotecnología, que son “las tres grandes áreas que van a marcar el futuro de los mercados.”
Para el investigador es una falacia decir que se puede privatizar la ciencia porque “el camino que va desde el descubrimiento hasta la innovación que lleva un producto, en todos los países, empieza con una inversión inicial del Estado, luego hay un estadío público-privado y finalmente un privado que lo adopta, lo escala, lo convierte”. De hecho esto pasó con muchas empresas de base tecnológica o startups en los últimos cinco años.
“Frente a los dos modelos de país, me interesa tomar partido sin partidismos. Apoyo a la expresión democrática, que no abraza el negacionismo, que defiende la salud pública, la educación pública, que da posibilidades, que reconoce las diversidades, que genera consensos”, expresa.
“La mejor forma de matar la ciencia es desfinanciarla porque lleva a que los investigadores se vayan del país”, dice y recuerda que en Argentina hubo varios exilios: en 1966 por la noche de los bastones largos, en el golpe del ‘76 por cuestiones políticas y en el 2001 por problemas económicos.
Vila considera que hoy hay un sistema científico robusto, que este gobierno impulsó que se aprobara por unanimidad la ley de financiamiento de ciencia y tecnología que prevé un aumento del presupuesto hasta el 2030. Y en cuanto a la provincia de Santa Fe enumera varias ventajas: una ley de financiamiento y una Agencia de Ciencia y Técnica que se creó en la gestión de Antonio Bonfatti. Un Ministerio de Ciencia y Técnica, la aprobación de la ley de financiamiento en la gestión de Miguel Lifschitz y la aplicación del presupuesto durante el gobierno de Omar Perotti. Un ejemplo de que a pesar de los cambios políticos, se puso en valor a la ciencia.
“Crecimos mucho y no se puede detener por motivos políticos o económicos”, advierte. A raíz del Konex de Platino recibió felicitaciones de funcionarios, políticos y empresarios que miran la ciencia como un valor. “Eso ya está instalado en Rosario. Tenemos un ecosistema y hay que aprovecharlo porque es una madurez que ganamos como sociedad.”