La asamblea realizada por cinco de los seis gremios que aglutinan a los trabajadores aeronáuticos, que ayer provocó la publicitada demora en el servicio aéreo comercial, tuvo como objetivo denunciar el proceso que lleva adelante el gobierno nacional de “liberalización del espacio aéreo” a través de las tan mentadas empresas low cost y las consecuencias que pueden sufrir los futuros pasajeros. En ese sentido, Pablo Biró, del sindicato de Pilotos (APLA), fue tajante al sostener que “producirá el quiebre de la totalidad de las empresas” con la consecuente flexibilización laboral. Dos ítems que para los gremios redunda en un resquebrajamiento del sistema de seguridad de los vuelos aerocomerciales del país.
La reunión de la Unión Personal de Seguridad Aérea (UPSA), Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA); Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA); Asociación del Personal Aeronáutico (APA); de UALA; controladores aéreos y personal de Aerolíneas Argentinas y de LAN, se realizó casi al mismo tiempo que se concretaba la segunda audiencia pública donde el Gobierno busca habilitar nuevas rutas aéreas a empresas que se hacen llamar low cost (ver aparte).
“Esto es un relato que construyó el Gobierno, pero el formato no va a funcionar”, indicó Biró. El titular de APLA aseguró que la razón principal es que este tipo de empresas “requiere cero sindicalización. Eso es la precarización extrema y es algo que en la Argentina no ocurrirá”.
La sindicalización no es sólo la simple afiliación sino fundamentalmente la garantía de la contratación de empleados aptos para la tarea que significa el servicio aerocomercial tanto en la aeronave como los que les hacen los mantenimientos. Ese dato para el sindicalista es fundamental porque implica la seguridad necesaria de los vuelos.
Hay un dato más que los cinco gremios manejan en cuanto a su rechazo al cacareado proyecto de aerolíneas de bajo costo. En el mundo este tipo de aerolíneas utilizan aeropuertos alternativos para bajar sus costos. Algo que en la Argentina prácticamente no existe.
El Gobierno evitó responder sobre estas observaciones y el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, recurrió a un viejo argumento al sostener que “en lugar de festejar que estamos realizando una nueva audiencia que va a significar más trabajo para todos, no permiten que en estos momentos se pueda volar en Argentina, tomando como rehenes a miles de pasajeros que ahora están varados en los aeropuertos”.
Los gremios no creen que vaya a producirse un boom laboral como afirmó el ministro. Por caso, Biró advirtió a PáginaI12 que se ha autorizado el ingreso de empresas “multinacionales al cabotaje argentino, que sin estar constituidas en el país se les permite sacar pasajeros desde el interior directo hacia sus centros de distribución regionales”. Esto es la salida de pasajeros argentinos hacia Panamá, Lima, Santiago, Bogotá o San Pablo, a través de estas aerolíneas sin que las empresas argentinas realicen un servicio similar y en igualdad de condiciones con estos países. “Es una liberalización de hecho que no crea trabajo para pilotos en la Argentina y que, muy por el contrario, terminará irremediablemente destruyendo nuestras fuentes laborales”, dijo Biró.
Pero para Dietrich ese problema parece no existir porque ayer sostuvo “se están generando las condiciones para un crecimiento histórico del mercado aerocomercial argentino” y, por supuesto, “habrá más conectividad y más competencia”. Una afirmación que para Biró tiene serias falencias porque “la expansión sin una planificación debida puede significar la degradación total del sistema aéreo, como ya ocurrió en la década del ‘90 con graves hechos de inseguridad que costaron vidas humanas”. Pero además, el dirigente sindical entiende que lo que se está produciendo es “la pérdida de la soberanía”.
Por otra parte, Dietrich entendió que la asamblea de los gremios estuvo vinculada a intereses políticos e incluso gremiales porque la paritaria de este sector laboral no se acordó. Si bien los gremios rechazan esa acusación también reconocen que no es descabellado esperar represalias.