“Esta Maratón significa un corte en el tránsito regular de la escolaridad, porque abre otra escena en la cual nuevas cosas empiezan a suceder. Tienen que escribir y crear, tienen que interrumpir el ritmo común del día a día. Creo que ese es el gran logro, considerar que uno puede empezar de nuevo y escribir nuevas historias. La comunidad lo siente así porque es un momento de festividad y de encuentro entre las familias, los y las estudiantes, docentes, el equipo directivo, y el barrio", afirma Ana, la directora de la escuela Scuola Ugo Foscolo, una escuela del barrio de Ituzaingó que además de poner el foco en su bilingüismo, decide ponerlo en la lectura. 

Esta semana pasó la “Maratón de lectura: encuentro con la palabra”, que tiene lugar una vez por año en la escuela ubicada en la calle Gral. Alvear, paralela a las vías del tren Sarmiento en la estación Ituzaingó. Con el objetivo de inventar, día a día, una nueva manera de mirar el mundo, el encuentro con la palabra busca profundizar en la escuela el vínculo entre los libros, los textos, los estudiantes, docentes y equipo directivo a partir de diferentes actividades que los involucran en la creación, la escritura y el pensamiento crítico. 

El punto de partida

Toda la semana de la maratón en la escuela transcurre un cronograma de actividades dedicadas a concebir la lectura no sólo como una experiencia silenciosa y solitaria, sino como un acto comunitario, en el cual se ejercita la escucha, la atención, y el encuentro con la sensibilidad. 

Así, la jornada comienza con una lectura conjunta de un fragmento de “En busca del tiempo perdido”, la novela de Marcel Proust, que es el punto de partida para una consigna precisa y amplia al mismo tiempo: “buscar en la memoria cuál es el primer recuerdo de lectura que tenés: quiénes se involucraron, dónde ocurrió, qué sentiste, si volviste a experimentar algo semejante, cuándo…”. En ese momento, los y las estudiantes escriben en silencio, y luego pegan el pequeño papel en los pasillos de la escuela. “Toda la semana estuvimos siendo muy creativos, pintando y escribiendo, y me emocionó mucho porque pude explotar mi creatividad a través del texto”, señala una estudiante. 

De esta manera, el encuentro con la palabra cobra también una dimensión espacial: los pasillos de la institución son intervenidos con recuerdos, sensaciones, remembranzas y anécdotas de cada uno de los estudiantes de la escuela secundaria. En los recreos, el espacio escolar se transforma en una galería donde predomina el intercambio entre estudiantes, que leen y son leídos en esos papelitos de colores. Algunos papeles son conmovedores por su frescura infantil: “mi mamá antes de dormir me leía una historia de bomberos. soñaba que quería ser bombero”. Otros, por su tinte simpático “de chico, no me gustaba mucho la lectura. pero cuando cumplí 7 años me regalaron un libro de la época dorada de boca juniors. lo leía todas las noches antes de dormir”. Además, esta instancia fomenta un diálogo novedoso entre docentes y alumnos, habilitándolos a compartir experiencias y escenas emocionantes de las propias biografías lectoras.


La búsqueda de las profes

“Buscamos que se genere un extrañamiento respecto a las propuestas cotidianas, poniendo énfasis en que la escritura creativa es un puente para apropiarse de las experiencias de lectura”, señala Laura, profesora de Latín y parte del departamento de Literatura que co-organizó el cronograma de actividades. “El miércoles, la actividad constó de intervenir un texto y desacralizarlo. Primero, cada profesor o profesora compartió un texto de su materia, y luego jugamos a destruir, a romper ese texto, tachando algunas palabras y formando un texto nuevo. La actividad fue muy bien recibida por los estudiantes”. En ese sentido, Bruna, docente, bibliotecaria y co-organizadora de la Maratón desde hace varios años, resalta que “la idea es poder jugar con la escritura a través de propuestas disparatadas, que focalicen en lo sencillo y simple del acto de escribir”. 

En tiempos donde se tiende a pensar a los jóvenes desligados completamente de la experiencia de lectura, las propuestas buscan que el componente lúdico atraviese a las y los lectores. En este caso, se mezclan las tradiciones del pasado con los objetos tecnológicos vigentes. Así, todos los estudiantes son invitados a mirar videos como fuente de inspiración para escribir, a realizar una tarea en función de la propuesta de videos de tik-tok, a leer e intervenir lo leído, a escuchar a otros e ir anotando palabras desconocidas en hojas en blanco. Son invitados a pararse, transitar por el aula, recortar las hojas, modificarlas, tacharlas. 

“En esta semana cobra protagonismo la lectura bajo la premisa de que todo es susceptible de ser leído: las imágenes, el contexto, las personas, una fotografía, una obra de arte. Por eso, la comprensión lectora y el pensamiento crítico son los ejes principales para convertirnos en seres humanos más sensibles, más atentos, más creativos”, destaca Agustina, profesora de Literatura y co-organizadora de las actividades de este año. 

Por otro lado, la semana tiene también su parte oral comunitaria. El primer día, reúne a todos los cursos de la escuela alrededor de dos abuelas narradoras que, por medio de pausas y algunos susurros, comparten historias con los y las estudiantes. Ellas cuentan aquellas historias subterráneas que quedaron fuera de la Historia con mayúscula, compartiendo por ejemplo el amor profundísimo entre Carmen Puch de Güemes y Martín Miguel de Güemes, colocando el foco en “todas esas narraciones que no están en los libros”. Las abuelas narradoras, paradas en medio del comedor escolar, con todos los ojos casi hipnotizados posados sobre ellas, logran rasgar el acto de leer y develar su carácter transgresor: el de la duda, el cuestionamiento,y la pregunta permanente sobre qué se lee, cómo, por qué, para quién. 


Este tipo de experiencias no solo transforman a los alumnos, sino a los docentes por igual, que son invitados a un espacio de experimentación e interrogación de la propia práctica. “En mi intento por ayudar a los y las estudiantes me encontré con recuerdos míos que estaban escondidos”, cuenta Themis, profesora de Ciudadanía y Latín, también parte del área organizadora. En ese intercambio, la práctica docente cobra una dimensión afectiva, corporal, novedosa. El espacio del aula, que parecía estar predeterminado, con una dinámica y con unos movimientos decodificados, se resquebraja y da paso a un lugar de escucha atenta, de cierta horizontalidad breve. Durante los ejercicios, los docentes comparten el juego azaroso del encuentro con los textos y con las voces de los estudiantes. 

La sorpresa que generan todos estos intercambios confluye con un festival en la puerta de la escuela, con la asistencia de las familias y toda la comunidad. Allí, se leerán textos, se pasarán videos, y se compartirá un momento que dé cierre a la semana de juegos, de ojos que atraviesan textos, voces que comparten historias y escuelas que expanden la maravillosa experiencia del leer.