El mapa del poder político está definido con la elección de gobernadores, senadores y diputados nacionales, intendentes, legisladores provinciales y concejales. La candidata del poder económico perdió y los dueños de las empresas más grandes del país no pueden modificar el horizonte político institucional de los próximos años. Quedó trunco el deseo profundo que tenían de derrota humillante del peronismo y el hundimiento hasta la extinción del kirchnerismo.
Ahora está en juego otra cosa. En el balotaje se elige entre dos opciones para determinar quién habitará la Casa Rosada con la responsabilidad de convivir con un escenario político diverso y fragmentado. Sergio Massa o Javier Milei tendrán que gobernar con un cuadro político global ya plasmado en el rally de comicios de este año. La decisión de a quién votar el 19 de noviembre próximo se remite a quién se considera con más capacidad para enfrentar los inmensos desafíos inmediatos y de mediano plazo que tiene la sociedad argentina, y entre ellos sobresale el económico.
Es un balotaje especial. A diferencia del de 2015, en el cual disputaban dos modelos de país, en éste lo que está en pugna excede las diferencias que puede haber en la cuestión económica en términos amplios. Se trata de una elección con uno de los dos candidatos que cuestiona pilares básicos de la convivencia democrática, de la protección social y laboral, de las históricas relaciones internacionales del país y de las creencias religiosas de la mayoría de la población. Un outsider del sistema político, parido en el show mediático de la televisión, propone un programa de ultraderecha violento y excluyente.
En otras circunstancias desentenderse del balotaje y no entregar un pronunciamiento público previo formaba parte del juego político tradicional. No es éste el caso. La plataforma libertaria, las ideas de sus principales referentes y las posiciones de ultraderecha de Javier Milei interpelan a partidos políticos, organizaciones sociales y culturales, centrales de trabajadores, entidades de pymes y también a las cámaras empresariales que agrupan a las compañías más grandes.
El deber de tomar posición
Como se mencionó al comienzo, el cuadro político ya está armado, entonces ahora se plantea una disyuntiva que exige toma de posición, que no es por preferencia política. En casi todos los ámbitos de participación pública ha habido manifestaciones a favor, en contra o de prescindencia. Por el momento sólo se ha escuchado un silencio estruendoso de las entidades o asociaciones empresariales representativas del poder económico. No así de agrupaciones que reúnen a las pequeñas y medianas empresas que, con las enseñanzas que dejaron experiencias políticas pasadas, saben visualizar el peligro que las acecha en un gobierno de ultraderecha Milei-Macri.
Las entidades del poder económico no se toman tanto tiempo de reflexión cuando tienen que fijar posición en aspectos institucionales como el juicio político a la Corte Suprema, medidas impositivas o normativas oficiales de administración de política económica. En estos momentos en cambio ignoran la crítica situación política-electoral como si no les afectara quién pueda ser el ganador del balotaje.
La Unión Industrial Argentina no se pronuncia pese a que Milei y sus economistas –propios y de Macri- postulan una estrategia antiindustrial que terminará barriendo a la mayoría de las compañías. Después de escuchar a Sergio Massa y del desplante de Javier Milei, la UIA sigue mirando para otro lado. Las visitas de los candidatos a la sede de la UIA es un acto protocolar. Lo importante es que sus integrantes hacen silencio sobre un candidato a Presidente que desprecia a los industriales y a la industria nacional. El mismo sentimiento que ellos recibieron en el gobierno de Mauricio Macri, interventor de la campaña de Milei. No dicen nada pese a los siguientes datos industriales:
* El empleo privado formal en la industria volvió a encadenar otro mes de crecimiento en agosto.
* Según datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, sobre la base del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en agosto el empleo industrial creció 2,9% interanual y 0,2% respecto de julio.
* De esta manera, acumuló 25 meses de crecimiento mensual ininterrumpido en el marco de 39 meses de crecimiento o sostenimiento de los niveles de empleo en el sector (sin estacionalidad).
* Se trata del período de expansión más prolongado desde 2009 (inicio de la serie).
La Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas, que reúne a empresarios destacados con una profunda vocación religiosa y moral, no dice nada a pesar de las declaraciones ofensivas de Milei dirigidas al Papa Francisco, máxima autoridad mundial de la Iglesia Católica Apostólica Romana, además de ser argentino. Por cuestiones menores de la política argentina, en general referidas a acciones del kirchnerismo, no ahorran críticas con presuntuosos comunicados.
La Asociación Empresaria Argentina no difunde ningún comunicado, ejercicio que tiene muy aceitado por casi cualquier cosa que involucra la cuestión política y económica, cuando Milei no puede afirmar, ante una consulta periodística, que la democracia es el mejor sistema político. La posición de AEA tiene relevancia porque se erige en la conducción política del poder económico con el liderazgo compartido de Héctor Magnetto, del Grupo Clarín, y Paolo Rocca, del Grupo Techint.
El Foro de Convergencia Empresarial no reacciona para cuestionar los arrebatos violentos dirigidos a dirigentes políticos y periodistas, o por las propuestas de venta libre de órganos humanos y de armas.
La reivindicación de la dictadura militar por parte de la fórmula presidencial Milei-Villarruel, como el agravio del "curro de los derechos humanos" de Mauricio Macri y repetido por Milei, no se incluye en las motivaciones que puedan despertar rechazo entre los miembros más representativos del poder económico. Con el resto del menú libertario sin embargo es impactante el aval silencioso que entrega el establishment.
El silencio es un aval y no es una abstención electoral
La afonía extrema de estas entidades del establishment impulsa a realizar un juego irónico de suplantar protagonistas: ¿cuál sería la reacción de estos grupos representativos del poder económico si algunas de las groserías, violencia discursiva y delirios de Milei hubiesen sido realizadas por Cristina Fernández de Kirchner?
La respuesta predecible a este interrogante retórico exige plantear un dilema que, con el riesgo global que implica un eventual gobierno de Milei, resulta increíble tener que exponerlo: en los hombres de negocios más poderosos del país la ideología política que profesan es mucho más importante que la viabilidad y perspectivas de sus empresas y de la economía en general.
En una forma más directa la pregunta sería: ¿el antiperonismo, hoy resumido en odio a Cristina y al kirchnerismo, es más fuerte que lo que pueda pasar en la actividad que les permite ganar mucho dinero?
El argumento-excusa referido a que no expresan preferencias electorales y que se trata de una decisión individual de cada uno de los miembros, se debilita, en este balotaje particular, porque uno de los candidatos implica un desorden de gestión y social de envergadura por la ignorancia que expone acerca del funcionamiento del Estado y de la economía en general, y de las carencias exhibidas para abordar las relaciones humanas.
Uno de los comportamientos señalados para describir la personalidad de Milei es que habla con muy pocos de los miembros de su equipo. No es un detalle insignificante para alguien que aspira a gobernar el país. Además muestra una escasez inmensa de equipos técnicos para ocuparse de cada uno de las áreas clave de un gobierno, además del desorden en el grupo encargado de diseñar y ejecutar un programa económico, más aún luego de la intervención directa de Mauricio Macri en el campamento libertario.
Crisis o colapso
Puede haber especulación mezquina de algunos o muchos grandes empresarios de no quedar descolocados ante la eventualidad de un triunfo de Milei. Es una jugada, en este caso, bastante audaz en relación a la proyección de la rentabilidad de sus negocios. Pueden suponer que la actividad específica en donde se desarrollan, por ejemplo medios de comunicación, producción de hidrocarburos o complejos exportadores, no se verá afectada independientemente de quién sea el próximo Presidente.
Es una muestra de autosuficiente sorprendente porque no es necesaria una memoria prodigiosa para recordar los quebrantos que han acumulado en los años del gobierno de Macri. Incluso algunos grandes empresarios fueron perseguidos, otros encarcelados y otros corrieron el riesgo de perder la compañía a manos de empresarios macristas. Considerar que Milei, subordinado a Macri luego del saldo que dejó la primera vuelta electoral, no es un peligro para sus negocios expresa una mirada corta. El eventual esquema Milei al gobierno y Macri al poder es muy nocivo en el objetivo de alcanzar un marco de estabilidad económica y política.
Existe una diferencia sustancial entre cómo enfrentar los desafíos de una crisis –escenario probable en un gobierno de Sergio Massa- y la forma de afrontar un conflicto generalizado hasta descender a niveles de colapso –drama previsible en un gobierno de Javier Milei licuado por el macrismo-. Si a esta altura, luego de estar alimentado el enfrentamiento político con el kirchnerismo hasta cuestiones que superan las disputas políticas y que se ha convertido en una obsesión patológica, no tienen capacidad de identificar que continuar fomentando esta grieta tiene elevados costos económicos además de incrementar el malestar social, es que han aprendido muy poco de esta prolongada crisis.
No tomar posición ante una situación tan delicada que puede extender otros cuatro años de inestabilidad hasta descender a un estadio peor que el del colapso, que sería la hecatombe nacional como promete la alianza Milei-Macri, sólo refleja una pasión perversa por el desastre. En esta instancia mostrarán que las anteojeras ideológicas son tan potentes que permiten desdeñar las consecuencias económicas, sociales y laborales del caos.
Tienen la oportunidad de observar la experiencia brasileña cuando el poder económico apostó por Jair Bolsonaro para que no ganara el PT con Lula encarcelado, para luego de cuatro años desastrosos para los negocios correr abrazarse a Lula para sacar del poder a un líder de ultraderecha que hundió a Brasil.