¿Por qué aumentó la delincuencia en América Latina? ¿Por qué las nuevas democracias no abordaron de manera eficaz un problema que aqueja a buena parte de los ciudadanos de la región? ¿Por qué las instituciones encargadas de aplicar la ley tienen un desempeño deficiente?
Esos son los tres interrogantes que Marcelo Bergman, doctor en Sociología por la University of California, intenta responder en El negocio del crimen (publicado por la editorial Fondo de Cultura Económica), investigación en la que analiza el desarrollo del crimen organizado como negocio en el continente y, en paralelo, la ineptitud de los organismos estatales a la hora de dar respuestas.
Bergman parte de la siguiente hipótesis: “A pesar de que la pobreza se redujo, la desigualdad disminuyó y los ingresos de las personas aumentaron, la región fue testigo del deterioro constante de la seguridad individual”. Esa paradoja latinoamericana es la que aborda en este libro que se propone indagar las implicancias sociales, económicas y políticas del fenómeno.