Hernan Sachero carga con un riñón que no es suyo, en realidad no era suyo hasta hace doce años cuando lo recibió por un trasplante. Gracias al sistema de donación de órganos, y a una hermana decidida, Sachero pudo transformar su vida. Ahora, como ganador de un Mundial de Natación y campeón de los Juegos Bonaerenses, se dedica a la divulgación de lo que significa ser trasplantado y de los lazos comunitarios que pueden habitar las personas con trasplantes.
En el primer tramo de su vida la bandera de largada lo llevó directo al club de su barrio. “Prácticamente vivía” en Independiente de Burzaco, donde la familia lo llevaba a hacer natación, básquet y vóley. “Desde muy chiquito era muy deportista -contó Sachero- tenía una vida super activa y ese era el lugar de encuentro con mi familia y amigos”.
Arribada la adolescencia, se sacó la camiseta del club, agarró las baquetas y se sentó en el banco del batero: “Apareció el rock and roll en mi vida, comencé con la batería y fui dejando de lado el deporte”. “Empecé a rockearla -lanzó- Tenía una alimentación poco saludable, vivía más a la noche que de día, empecé a fumar, a tomar alcohol, a hacer desarreglos en mi vida. Llegué a los 30 y me sentía mal física y anímicamente”.
En 2009 Sachero recibió, lo que en ese momento pensó, fue la peor noticia de su vida. Luego de unos estudios de rutina, el doctor le dijo: “Mira hermano, hay algo en tus riñones y tenemos que estudiarlo”. “Ahí quedé internado, me hicieron una serie de estudios y me dijeron que un riñón ya no lo tenía completamente atrofiado y el otro estaba muy lastimado. Me tenía que trasplantar o pasar por diálisis, que es el tratamiento sustitutivo al riñón mientras esperas un trasplante renal”, recordó.
La donante perfecta
Sin ningún tipo de información, la única certeza de Sachero y su familia era la seguridad de que tenían que esperar a que apareciera un donante en la lista del INCUCAI. “Yo no sabía, pero para el trasplante renal hay varias posibilidades -explicó-. Podes tener un donante cadavérico, que son las personas que al morir donan sus órganos y dan vida, o un donante vivo relacionado. Cuando me dijeron que existía esta posibilidad y toda mi familia se enteró, nos tranquilizamos un poco”. Con la información esencial, apareció también la “donante perfecta”.
En su familia son tres hermanos: el mayor es Diego, Hernán el del medio y la más chica es Vanina. Sachero recordó: “Diego en su momento pretendía ser mi donante, pero no éramos compatibles sanguíneos. Con Vanny sí y después de una serie de estudios, resultó que teníamos casi un 100% de compatibilidad, ella era la donante perfecta”.
El trasplante casi no sucede. Hernan estaba entre dos aguas: “Yo al principio no quería. Me parecía como un acto de egoísmo hacia mi hermana porque ella estaba bárbara de salud”. Pero para Vanina la respuesta era más clara que el agua: “Vanny me agarró y me dijo: ‘mirá, sos un boludo si no aceptás mi ayuda porque si vos estás bien vamos a estar bien todos los que te rodean”. Entre ella y el médico le dieron la tranquilidad para que Sachero pegue el salto. “En el 2011 gracias al acto de amor superador de mi hermana, me pude trasplantar”, contó.
“Los primeros seis meses fueron muchos controles, estar en casa y empezar con caminatas y bici fija”, dijo Sachero. Cualquier bacteria podía poner en riesgo el trasplante con la medicación inmunosupresora que debía tomar para que el sistema inmunológico no rechace el órgano implantado. De a poco Hernan volvió al agua y como una máquina dió sus primeras zambullidas: “Cuando me transplanté sentía que me habían puesto un motor. Yo nadé toda mi vida y mi último deporte fue waterpolo así que lo que más quería era volver al agua”.
El divulgador
Después de que lo echaran de la fábrica donde trabajaba hace quince años, al nadador se le “abrió otro mundo” y aseguró que fue el deporte lo que le salvó la vida en ese momento: “No sabía qué hacer con mi vida, que te echen del laburo y con un trasplante te desestabiliza, pero empezaron a venir cosas nuevas. Así, pude dedicarme de lleno a entrenar y a divulgar la importancia que tiene la donación de órganos”.
En su rol de divulgador, Sachero advirtió que en Argentina el problema no es la falta de donantes, ya que desde la Ley Justina todos somos posibles donantes, “sino que el sistema de salud, aún siendo un ejemplo en Latinoamérica, tiene un montón de falencias, sobre todo en la detección de posibles donantes, que es la clave básicamente”. “Eso te da la pauta de que no es como dice el señor candidato a presidente libertario, sino que es mucho más profundo. No porque yo te venda un riñón, la lista de espera va a bajar. Es el sistema de salud el que tiene que estar preparado”, alertó Sachero.
En 2013, la natación lo llevó a los Juegos Mundiales para Deportistas Trasplantados de Durban, Sudáfrica. En la competencia se movió como pez en el agua y retornó al país con una medalla de oro, dos de plata y una de bronce. “Después de todo lo que había vivido, estar ahí era como un sueño hecho realidad. Yo siempre soñé con representar a mi país, pero a los treinta, con ciento veinte kilos encima, habiendola rockeado por años, no pensé que iba a suceder nunca. Y menos después del trasplante. Pero fue todo lo contrario”.
Un Estado que acompaña
Sachero no dudó a la hora de afirmar lo fundamental de la participación e involucramiento del Estado para acompañar: “Primero, porque gracias al Estado el trasplante es universal en la Argentina. Es decir que, tengas o no obra social, tengas o no un trabajo o un ingreso, si vos en la Argentina necesitas un trasplante lo vas a obtener”. “Por otro lado -agregó-, la medicación inmunosupresora, que se toma por el resto de la vida como trasplantado, es imposible de pagar. Si el Estado no solventara esa medicación para todos los trasplantados, sería casi imposible siquiera sobrevivir”.
“Además hay que resaltar las políticas deportivas”, dijo y usó el ejemplo de los Juegos Bonaerenses realizados en 2022, donde, por primera vez, se incluyó entre las categorías a las Personas Trasplantadas. “Para darle más visibilidad a la temática qué mejor que el resultado final de la donación de órganos que somos nosotros, los trasplantados, haciendo deporte y desterrando los mitos que hay alrededor de la temática”, reflexionó.
En este sentido, Leandro Lurati, Subsecretario de Deportes de PBA, dijo que: “desde la Subsecretaría de Deportes es muy importante seguir incorporando capacidades estatales que permitan que todos los bonaerenses tengan en los juegos un motivo para seguir encontrándose y hacer deporte. Sin el Estado no hay organización, es la ley del más fuerte. Y claramente lo que necesitamos en verdad es más y mejor Estado para que todos puedan acceder a sus derechos”.
Nadie se salva solo
La familia, los amigos, la pareja, los alumnos, su comunidad, fueron el impulso que necesitaba Hernan para volver a poner los pies en el agua. “No fue fácil, pero siempre estuve acompañado y contenido, por eso siempre voy a estar agradecido a las personas que me ayudaron en el proceso. El acompañamiento a las personas que pasan por un trasplante es fundamental. Solo no se puede”.
Hoy Sachero está a cargo de un programa de natación para chicos y chicas trasplantadas, en Almirante Brown. “Cada día que me levanto agradezco por estar disfrutando de esta segunda oportunidad de vida. No es fácil obtener un órgano, por eso todos los que tenemos esa oportunidad lo cuidamos como oro y le dedicamos tanto tiempo a divulgar la temática. Porque es verdad que donar órganos es salvar vidas, no solo es un slogan, es real, es palpable, es dar vida”, completó.
Informe: Lucía Bernstein Alfonsín.