Hay algo inmaterial en ese estado a oscuras que nos propone la escena. Las palabras se proyectan como en una pantalla de cine donde las imágenes están ausentes como si tuviéramos que inventarlas. 

Este recurso ya había sido utilizado por Agustina Muñoz en Las piedras, una obra estrenada en el año 2017 que podría pensarse como el extremo opuesto a Constelaciones del sur. Un poco porque esas piedras que suponían un territorio, una fuerza gravitacional, una pesadez del cuerpo inclinado, aquí son reemplazadas por el cielo. Entonces, en Constelaciones del sur todo es etéreo, la situación escénica ya nos lleva a mirar hacia arriba pero también a soportar la oscuridad, el vacío, la certeza de que puede no haber nada, que es posible experimentar el teatro en la permanencia compartida entre las sombras.

Las voces en inglés o en español nos hablan de esa capacidad perdida de mirar el cielo para orientarnos, para entender el mundo, para dilucidar lo que va a suceder, para sabernos seres enlazados con ciertas fuerzas que no manejamos, que no podemos controlar pero que tenemos la fortuna de aprender en la medida que recuperemos esa disposición para contemplar el cielo y dedicar un tiempo a descifrarlo.

Cuando la luz regresa el espacio diseñado por Laura Gamberg nos acerca una porción de cielo (un trabajo visual de Victoria Pereda y James Benning) como si toda esa inmensidad encontrara un resquicio o como si fuera un cuadro que cambia y se mueve de manera casi imperceptible y el escenario se convirtiera en un pequeño laboratorio donde nos detenemos a observar. Margarita Molfino y Rafael Federman ofician de narradorxs. Son la presencia corporal en una obra donde no hay estrictamente una noción de actuación. Lo que hacen Molfino y Federman es suscitar la ceremonia del relato oral, la posibilidad de enlazar una sucesión de imágenes a oscuras. Lo que sucede está en las voces, no en las acciones y este procedimiento remite a un pasado. La narración se sostiene más en la contundencia de los objetos, en la luz de Fernando Lockett y en su ausencia, y en una sonoridad calma a cargo de Aquiles Cristiani.

Esta creación de Agustina Muñoz recuerda las obras breves de Samuel Beckett cuando el dramaturgo irlandes parecía ir hacia lo esencial, hacia un despojo de la escena, a una forma más cercana a la instalación donde el teatro se animaba a prescindir de lxs intérpretes o de la noción de actuación.

Constelaciones del sur es una especie de ensayo teatral. La autora y directora realizó una serie de entrevistas a personas que viven en Israel, Argentina, Irak, Bolivia y Brasil para preguntarles sobre el cielo del lugar donde viven. Esa contemplación implica construir otro tiempo y es aquí donde la propuesta de Agustina Muñoz, al despojarse de una historia, de un argumento, de la construcción de un conflicto dramático facilita esa percepción de un tiempo que discute con nuestra cotidianidad. La escena deviene en una instancia para repensar nuestro usos y nuestras prácticas. De este modo el conflicto se instala más en el plano de lo real que de lo ficcional: ¿Por qué dejamos de mirar el cielo? ¿Por qué buscamos nuestra orientación en elementos más técnicos, en aplicaciones automáticas? ¿Por qué desestimamos nuestra capacidad de leer las estrellas, las nubes y las desechamos como parte de nuestra realidad?

Constelaciones del sur es una performance que dialoga con las artes visuales, el hecho que la obra se presente en ArtHaus, un espacio que es también un museo, habla de este cruce donde la imagen es pensada desde su opuesto, desde la ausencia de luz que propicia una interioridad, una escena que nos ubica en situaciones de interrupción de la acción y del tiempo. Mirar el cielo es volver a lo ancestral y supone cierta introspección. Una actitud tan romántica como arcaica que se actualiza a partir de la eclosión que los humanos causamos en la naturaleza y que tiene su inicio en esa desconexión, cuando dejamos de considerarnos como parte del cielo y de la tierra.

Constelaciones del sur se presenta el viernes 10, sábado 11, domingo 12, lunes 20 y martes 21 de noviembre siempre a las 20 horas en ArtHaus