“American Express Designers Buenos Aires”, el ciclo de moda con énfasis en la ídem de autor y la nueva alta costura, ahora patrocinado por la tarjeta de crédito, se fortalece en su formato itinerante enclavado en diversas locaciones de la ciudad; entre el 28 de agosto y el 31 de agosto en horarios del mediodía y del cóctel, los estilos para el verano 2018 se manifestaron de la cancha de Atlanta, adonde se trasladó la pasarela de la marca JT, pasando por la terraza de un piso 25 del microcentro para la firma Dubié, el jardín del Hotel Four Seasons para el diseñador peruano Omar Valladolid , los jardines de la Embajada de España para Fabián Zitta y el Museo de Arte Decorativo como pasarela de Laurencio Adot, entre otros sitios.
A continuación algunos trazos de la primavera 2018 vislumbrados allí: el miércoles a las 19 en G104, los galpones de la calle Gascón fueron la locación elegida por Kostüme para presentar su colección de verano que responde al número 34. Las paredes contiguas a la sala donde transcurrió el desfile - y algunas de Palermo, cercanas al local - exhibían pegatinas con retratos de modelos en blanco y negro grisáceo, que exaltaron tanto el tatuaje con la leyenda “Wabi Sabi” que en el pecho del modelo y como ornamento complementario de una cintura de ropa interior que asomaban debajo de un pantalón, portraits de jóvenes modelos sin curvas ni maquillaje, los recursos anticipaban el abordaje de la colección con guiños estéticos a 1990, el furor de la estética deportiva y de la ropa interior a la vista, según dictaminó por entonces Calvin Klein desde su colección unisex (y que en 2017 homenajeó el belga Raf Simons desde una campaña que celebró su ingreso a la firma y que fusionó calzoncillos con obras de arte y piezas de alta costura). El desfile transcurrió con ritmo calmo, una sucesión de prendas unisex y siluetas holgadas que no hacen distinción de género, dos rasgos que constituyen el ADN de Kostüme , irrumpieron tanto los pantalones holgados en negro y amarillo, cuyas cinturas dejaron ver la ropa interior a la vista, vestidos largos y holgados que exhibieron los hombros, pantalones derivados de la ropa deportiva, superposicón de remeras con un estandarte que aludía a los objetivos de ganar competencias deportivas.
La cofia símil calzoncillo con elástico en el pelo de lxs modelxs fue la apuesta redoblada por el recurso junto con los tops de algodón símil soutiens deportivos o crop tops en su mínima expresión.
Como contracara del ritmo sereno que en la pasarela, al final del desfile, los diseñadores de la firma invitaron a los asistentes a dirigirse a una sala contigua del complejo de los galpones con estética industrial; allí el desfile devino en una disco en la que tanto las modelos como lxs invitadxs se dispusieron en la pista y cerveza en mano, siguieron las cadencias hiphoperas de Juan Pablo Castillo (también llamado Maestro de ceremonias del under, un integrante del Combinado argentino de Danza, quien suele vestir ropas de la firma para sus coreografías trazadas por Andrea Servera).
El viernes 29, el segundo piso del Palacio Devoto, con sus salones de casa de fantasmagórica (están deshabitados hace varios años) lucían acicalados con senderos símil alfombra constituyendo pasarela color plata y un cuadro espejado en el mismo material. En ese clima, transcurrió la presentación de la colección de Juan Hernández Daels, que continuó modismos insinuados en el invierno. De variaciones sobre el tuxedo a reformulaciones de las transparencias para exhibir el cuerpo, ya con ropas de vinilo o tules exquisitos. En el ejercicio de estilo, pasó de un top transparente de tul de seda a pantalones oversized de plástico que lucen derivados de algún uniforme de trabajo, el uso de paillettes maximalistas, sumado a lazos y moños que recorrieron el cuerpo, ciñendo los torsos, deconstruyendo los vestidos y las faldas derivados de tuxedos, con juegos de tonos opacos y brillantes y simulando un new look punk mediante vestidos de vinilo en rosa y naranja. Junto a una instalación de flores pájaro, Moria Casán posaba con su largo trench negro de Daels, cuyos pespuntes fueron bordados por la artista Guillermina Baiguera.
El lunes 27 a la hora del cóctel y en el inicio del ciclo Designers Buenos Aires, la colección de Tramando apodada “Muda” convocó a seguidores de Martín Churba que colmaron desde la vereda al pasillo de ingreso, los salones con percheros de la planta baja y todo el primer piso de la casa Matriz, situada en Rodríguez Peña. Las modelos partían de la planta alta, descendían las escalinatas y culminaban en la vereda frente a los spots de luces cinematográficas.
Muda aludió en su denominación a la incorporación de tonos blancos níveos en puro lino, que se sumaron a la firma rebosante de colores y de artilugios textiles para construir necesarias pausas visuales y también hacer de hoja en blanco entre los experimentos cromáticos. Los vestidos con zigzags de cintas de goma en estética leather mutaron a tops matizados con jeans, otra variante de Tramando para el verano, que en sus lavados sumaron pátinas de colores en rojo o azul fuerte. Las modelos acarreaban grandes bolsas a modo de cartera, así como portaban chaquetas de denim con holgadas siluetas y sutiles recortes. En el hall devenido lounge y primera fila, las hermanas apodadas “Trillizas de Oro” observaban cada pasada con sus rostros bronceados que contrastaban con la palidez de la actriz Sofía Gala, seguían las pulsiones sonoras dictaminadas por dj Carisma. Como dictaminó el diseñador Martín Churba acerca de la colección: “Los textiles son naturales, arrugados y silenciosos, puros. El lino y voile enlazan el cuerpo en relaciones simbióticas entre las pieles. Las asimetrías y distorsiones en la silueta -cintura y botamangas- surgen de los ajustes, sustracciones y cortes. La paleta es predominantemente blanca, materializándose en lino, algodón y seda”.