Un encuentro con los libros. Con ese objetivo, vuelve la 13º edición del FILBITA, el Festival de Literatura Infantil que convoca a las infancias y también al público adulto. Desde este jueves hasta el domingo, en las sedes de la Alianza Francesa (Av. Córdoba 946) y el Centro Cultural de la Ciencia (Godoy Cruz 2270), habrá más de 50 actividades gratuitas y presenciales con lecturas, entrevistas, conversaciones, paneles, música, performances, talleres, clases y experiencias literarias, entre otras. La programación completa puede consultarse en: filba.org.ar/filbita

“Queremos invitar a chicos y adultos para seguir multiplicando las experiencias de encuentro entre lectores, y para eso pensamos en actividades muy variadas que pongan en juego todo eso”, anticipa Larisa Chausovsky, directora del FILBITA, en diálogo con Página/12. Así, durante las dos primeras jornadas habrá propuestas para adultos interesados en la literatura para las infancias, mientras que el fin de semana estará dedicado a visitantes de entre 1 y 12 años.

Para los más grandes, habrá mesa de lectura y otra sobre traducción, talleres de ilustración y narrativa y, como broche, una entrevista especial a Graciela Montes, una de las máximas referentes del género literario infantil. “Graciela ha estimulado la apertura de horizontes de pensamiento para muchas personas, y forma parte de la educación emocional de muchas infancias”, apunta al respecto Chausovsky.

Durante el sábado y domingo, la agenda estará enteramente pensada para los más pequeños, desde los más bebés hasta los adolescentes. Narraciones y juegos, talleres de filosofía, de ilustración, de historieta, de curiosidades y escritura serán algunas de las opciones. Y, además, se podrá asistir a un homenaje a Elsa Bornemann, que incluirá un taller de origami en el que se podrá hacer grullas inspiradas en “Mil grullas”, uno de los más recordados cuentos de la autora fallecida en 2013. “Para esta actividad, queremos que chicos y chicas, y también adultos que fueron niños lectores de Bornemann, traigan su cuento o poema favorito de la autora para compartir”, agrega la directora.

-¿Cuáles serán los ejes destacados de esta edición?

-Como todos los años, pensamos algunos ejes temáticos que atraviesan toda la programación. Y este año, en el que celebramos 40 años de democracia, esa temática no podía faltar. Pensar en la democracia con chicas y chicos, y también entre adultos, no sólo tiene que ver con repasar nuestra historia, sino con volver a preguntarnos y conversar acerca de cuántas maneras construimos y alimentamos una sociedad democrática. La propuesta misma de seguir apostando a los libros, al arte y a la cultura, como espacios de construcción ciudadana de libre acceso, es una manera de hacerlo, pero también queríamos debatir sobre qué significa la democracia en el día a día. De eso se trata tomar la palabra, ser escuchados, aprender a escuchar, trabajar para que los espacios de convivencia sean respetuosos y amables, y para que el ejercicio de la ciudadanía comience desde que llegamos al mundo facilitando el acceso a la cultura. Y a eso nos referimos cuando decimos que queremos que el festival haga lugar a la experiencia de la literatura y que sea a su vez una puesta del cuerpo y exploración de todo eso que nos preguntamos o que funciona como ejes temáticos. Buscamos que haya lugar para la experimentación, la circulación de la palabra, la creación colectiva, la escucha y el intercambio.

-¿Cómo evaluás la actualidad del campo de la literatura infantil?

-El campo siempre está creciendo y explorando. Es innegable que, en este contexto nacional y de la historia mundial, los desafíos -y a veces los obstáculos- son muy variados. Pero una cosa es la industria que puede tener más escollos, y otra cosa es el campo. En el de la literatura, siempre que siga existiendo la humanidad, hay un horizonte de expansión, porque justamente la literatura, los libros, el conocimiento y el arte van a seguir expandiendo preguntas, ensayando respuestas, haciendo espacio al pensamiento, a la expresión y al encuentro con otros.

-¿Cuál es el vínculo actual de los chicos y las chicas con los libros de papel?

-Eso puede variar de acuerdo a las edades. En los primeros años de vida, desde el nacimiento y la primera infancia, hasta la adolescencia, el vínculo con el libro es fundamental porque instala un escenario de lectura y de encuentro. Y ese vínculo existe, y va a seguir existiendo, siempre y cuando lo facilitemos y ayudemos a sostenerlo. Cuando hay un libro, nos reunimos alrededor, dirigimos y compartimos la mirada hacia un objeto cultural que funciona simbólicamente como espacio de encuentro. Y ahí, la intermediación del adulto hace la diferencia. El objeto libro llama la atención de los chicos, y sobre todo también los convoca a un espacio, a un momento en el que hay una atención puesta en ellos. Y a medida que van pasando los años, es innegable que aparecen las pantallas y empiezan a tomar mucha parte de nuestro tiempo y atención, tanto de los chicos como de los adultos. Por eso, creo que es importante ayudar a sostener ese vínculo, pero también saber que la lectura es una construcción de sentidos permanente, porque podemos leer libros, pero también leemos rostros, expresiones, escenarios y medios audiovisuales de todo tipo. Hay algo más sólido que parece trascender con el libro físico, pero también hay que considerar la importancia de estimular la lectura y la construcción de sentidos con elementos variados, a partir de distintos medios y soportes.

-A propósito, ¿qué desafío tiene la literatura en este contexto de sobreexposición a las pantallas?

-Creo que no tiene que plantearse como una competencia en la que la literatura debería desarrollar más recursos para ganarle a la tecnología. Ambas cosas existen, están instaladísimas en la vida cotidiana y, justamente, coexisten. Si bien hoy puede parecer que la tecnología está mucho más presente que la literatura, si nos detenemos un momento a pensarnos, ¿de cuántas maneras nos contamos quiénes somos? ¿Cuántas veces, sin que la llamemos, viene la literatura a darnos palabras para nombrar lo que pasa? Estamos hechos de relatos y ficciones, y la literatura está ahí para recordarnos que somos parte de una familia, de una cultura y de una especie. Creo que el desafío, más que para la literatura, es para adultos y adultas: que podamos siempre recordar que estamos hechos de palabras, que desde los primeros meses de vida demos a chicas y chicos la posibilidad de acceso a la cultura, que los recibamos con palabras amorosas, variadas, curiosas, para que puedan encontrar las propias y dar sentido a la vida. A veces son unos minutos, y algunos párrafos, porque se trata de darle consistencia y espesor al tiempo que tenemos entre tantas demandas del mundo externo y tanto estímulo de las tecnologías.