No deja de sorprender la manera en que el fenómeno mediático de Javier Milei se convirtió en una realidad política con diputados y senadores electos y la posibilidad de conquistar el poder ejecutivo nacional en la segunda vuelta presidencial. Para aprehenderlo, fue muy estimulante revisar teorías políticas consolidadas, desempolvar libros de la escuela austríaca de economía, sugerir nuevos temas de investigación sociológica. Además de la tonelada digital escrita al respecto, puede ser útil referirse a los libros de ciencia ficción, que en esta Argentina distópica parecieran tan valiosos como los de ciencias sociales.
En las numerosas charlas que han ocurrido en las últimas semanas, me sugirieron que Milei podría ser comparado con el personaje más fascinante de la Trilogía de Fundación de Isaac Asimov: El Mulo. Un personaje con un físico poco privilegiado, de aspecto inofensivo, que se convierte en bufón de los poderosos. Pone su capacidad de convencer al servicio de su ambición desmesurada y, aunque pase inadvertido, termina conquistando parte del universo sin que nadie pueda entenderlo ni frenarlo.
Si agregamos que una herramienta que usa El Mulo para su conquista es el visi-sonor, que le permite multiplicar sus encantos como lo hacen los canales de televisión en la realidad actual, los parecidos con Milei son sorprendentes: un personaje que empieza siendo funcional a la casta pero que termina socavando las bases políticas y partidarias del establishment. Esto llevo incluso a la cámara empresaria que reúne a los bancos privados de la Argentina y a las grandes fortunas del país (que antes alentaban su ingreso a la política) a emitir una alerta contra el peligro de las propuestas anarcocapitalistas.
Corrimiento a la derecha
En una Argentina en crisis permanente, donde la inflación es el emergente de muchos problemas económicos (macroeconómicos, financieros, productivos, distributivos), un personaje fuera de normas e imprevisible surgió como lo hizo Hitler luego de la hiperinflación alemana, aunque los parecidos llegan ahí. Lejos de una visión estatalista del tipo fascista, la propuesta se sumó a la ola derechista global con fuerte orientación al mercado, rompiendo muchos de los consensos y de la hegemonía cultural que se había impuesto en Argentina desde 2003: salud y educación pública, derechos humanos, jubilaciones, trabajo, distribución, desarrollo, democracia.
Conceptos que incluso el macrismo tuvo que adoptar en la campaña de 2015, aduciendo que “algunas cosas que se hacen bien van a continuar”. Ya sabemos lo que en realidad ocurrió: el gobierno de Macri atacó los derechos sociales y usó deuda externa para la fuga de capitales. Así y todo, los avances del modelo neoliberal macrista tuvieron como límite algunas poleas de contrapoder a nivel institucional, o incluso a nivel de su esquema de poder interno, y también limites externos a través de la movilización social que le impidieron avanzar en propuestas como la reforma laboral, o ir más lejos en las reformas impositivas y previsional. Son esos contrapesos del poder que en Francia les gustan llamar los “garde-fou”, literalmente los “guarda-loco”.
Sobre la derrota macrista se instaló un nuevo modelo más agresivo dispuesto a responder con argumentos al modelo kirchnerista y plantear una batalla cultural en favor del mercado como nuevo ordenador de la sociedad, reivindicando las políticas económicas de la dictadura y del menemismo, revisando la historia argentina (con fuentes de origen dudosas) y eficientizando la militancia virtual que ya preexistía.
Las críticas al kirchnerismo son más profundas de las que realizaba el macrismo, ya que se lleva puesto los elementos de relativo consenso que existía, como la salud y la educación pública, incluso algunas propuestas extravagantes relacionadas al derecho de los trabajadores, la democracia (la famosa paradoja de Arrow), el medio ambiente, el género, la ESI, la paternidad y en general la familia y la religión con consignas que podrían indignar al más fiel militante trotskista, en general proclive a criticar las estructuras familiares y “el opio del Pueblo”. En términos sociales, lo que hicieron los libertarios es poner en dudas todo el modelo social y político argentino, que incluía el proyecto kirchnerista, pero también el ideario de otros partidos, como la UCR.
Haciendo esto, Milei buscó la superación de la grieta exacerbando su postura en favor del mercado, y destruyó uno de los polos ideológicos de esa grieta, es decir el macrismo. Superado por una ideología ultraliberal, Milei se terminó convirtiendo en una pesadilla para Juntos por el Cambio, algo que se venía avizorando desde las elecciones de 2021. El partido de la casta por excelencia perdió contra el bufón que habían armado desde los medios de comunicación en 2018 para que la crítica “por derecha” a su modelo encauce la bronca hacia una ideología pro-mercado, cosa que no ocurrió ya que el peronismo triunfó en 2019 con un discurso de mayor intervención estatal.
Dos modelos en disputa
El proceso traumático que vivió el peronismo en el gobierno dio nacimiento a la candidatura de Sergio Massa que, desde sus inicios, estuvo habilitado para romper diques ideológicos que se había formulado el kirchnerismo, como el impuesto a las ganancias. Esto parece indicar que con él vendrá una reconfiguración del modelo económico que busque mejorar los resultados económicos de Argentina sin dejar de lado el modelo social y político argentino que logró tantos consensos en el peronismo y el radicalismo.
Massa y Milei aparecen como la personalización de dos modelos en disputa que son una continuidad respecto de los modelos canónicos (kirchnerismo y macrismo) pero a la vez los reconfigura. La destrucción ideológica del modelo macrista realizada por Milei es como la conquista de la Primera Fundación por parte del Mulo: a la casta le cuesta entender cómo eso pudo pasar. Una de las razones de la derrota macrista en la primera vuelta de las elecciones presidenciales es que seguían debatiendo dentro del paradigma anterior, acentuando su antikirchnerismo como en el caso ridículo de la prisión presentada por Patricia Bullrich, cuando ese ya no era el terreno de combate.
Ahora el Mulo va por la conquista de la Segunda Fundación, pero lo hace herido, ya a cara descubierta, con una victoria relevante pero que a la vez contiene su primera derrota, sin el encanto de sus primeras gloriosas y míticas batallas. Resta entender cuál es el campo de batalla ideológico: las ideas de Milei vienen a mercantilizar todas las relaciones sociales, ya que entiende que el mercado es la institución más eficiente, y puede solucionar todos los problemas, sean de educación, salud, justicia, democracia.
Mercado versus sociedad
Polanyi planteaba que la invasión del mercado sobre otros terrenos que antes no estaban mercantilizados solo conocen su límite en la resistencia de la sociedad, que surge porque la “desincrustación” del mercado tomando autonomía respecto de la sociedad en ámbitos que antes no eran de su jurisdicción (como el trabajo o la tierra) genera toda una serie de crisis que atentan contra la paz social.
Por lo tanto, el eje de la discusión es “mercado vs sociedad”, tanto o más que la contradicción “mercado vs estado”: si bien la intervención del Estado es necesaria, el argumento más eficaz contra Milei parece ser la defensa de un modelo social y político de la Argentina y gran parte de los consensos alfonsinistas y kirchneristas que se fueron forjando en los últimos 40 años de democracia.
Para tomar un caso, el deseo de Milei de eliminar los Consejos Profesionales en distintas disciplinas demuestra que las instituciones intermedias son territorios que deberán entrar en la batalla para su supervivencia. En ese sentido, Bourdieu ya demostraba que la división de la sociedad en campos diferenciados era también una protección de las distintas profesiones y comunidades sociales frente a la intemperie del mercado, más cuando ese viene impulsado desde el poder del Estado.
No es ocioso comentar que en el campo específico de la ciencia económica, Milei no cumple con el más mínimo reconocimiento, y por eso tantos ortodoxos como heterodoxos criticaron sus descabelladas propuestas, como la dolarización. El duro debate que los economistas reconocidos salieron a dar luego de las PASO sin dudas afectaron la capacidad electoral de La Libertad Avanza, generando dudas respecto de la factibilidad y conveniencia de sus propuestas. Ese debate no solo se daba por convicciones, sino también se daba en defensa propia de la profesión.
Merece narrarse el final de la trama de la Trilogía de la Fundación para concluir esta nota: El Mulo no logra la conquista total del universo, porque luego de su conquista de la Primera Fundación, el primer polo ideológico del universo, es frenado por la Segunda Fundación, el segundo polo, y condenado a seguir en una posición inofensiva, estéril y sin herederos.
* Coordinador del Departamento de Economía Política del CCC