Más de 100 años de historieta argentina: ésa es una definición posible para la nueva entrega de la revista Fierro, que llegará mañana a los kioscos como compra opcional junto a PáginaI12. Es que la publicación señera de la historieta local –ahora en su tercera etapa editorial– propone en este número ir desde páginas iniciáticas hasta los ilustradores más vanguardistas del siglo XXI. Ya su mero índice da cuenta de la enorme variedad de la propuesta que va desde “Mensaje presidencial de este rey de carnaval” –publicada originalmente en la revista Don Quijote en 1905– hasta autores centrales de la nueva gráfica como Jo Murúa o Juan Vegetal. Y en el medio, otra veintena larga de autores: El Tomi (con su “Alfabeto erótico”), el español Paco Alcázar, el boliviano Marco Tóxico en la mismísima tapa, las ilustraciones de Pérez-Ruibal, Grace Wilson, Feli, Pablo Vigo, Mr. Ed, Diego Parés, Ernán Cirianni, Diego Simone, Catinga, Souto, Diego Agrimbau y Martín Túnica, Maxi Luchini, Carlos Salem e Iñaki Echeverría, Deivid y Ruggieri, Otto Zaizer, Erica Villar, Delius, Cuervo, Rip Gordon, Ariel López V. y Enríque Breccia, quien vuelve a la revista con una versión de “Reunión”, de Julio Cortázar. Todo para un centenar de páginas dignas de colección.
“Me parece que la nueva etapa le dio una vuelta de tuerca a la revista, como jugar con las ilustraciones, y todo eso le dio un nuevo impulso”, reflexiona Iñaki Echeverría sobre el rediseño de la publicación. Echeverría (también en Sátira/12) solía publicar en la etapa anterior de la revista, habitualmente acompañado por escritores contemporáneos. Algo que repetirá esta ocasión junto al compatriota Carlos Salem, quien está radicado en España hace muchos años. Y la propuesta de la dupla es extrañísima: “El petiso milonguero”, una historia que cuenta un encuentro apócrifo entre Carlos Gardel y Adolf Hitler en 1928. “¿Viste que ellos nacieron en el mismo año? Bueno, Salem tomó ese paralelismo y armó un supuesto encuentro entre los dos, en el que Hitler quiere unirlo a sus fuerzas como músico oficial, y ahí juega un poco la cosa del argentino canchero que tiene Gardel”. El cuento gráfico (por buscar una definición posible) forma parte de La noche sabe, una serie de relatos en torno a la noche que la dupla publicará pronto en España. Siempre con una tónica de relato muy irónica, “muy del universo de Carlos”, señala Echeverría.
Lo más llamativo de la edición, sin embargo, está en unas páginas que rescató del olvido José María Gutiérrez, uno de los coordinadores del Archivo Nacional de Historieta y Humor Gráfico que funciona en la Biblioteca Nacional. Se trata de “Mensaje presidencial...”, la primera republicación (y restaurada, además) de la última secuencia historietística que hizo Eduardo Sojo (Demócrito) en la etapa final de la revista Don Quijote, en 1905, poco antes de que dejara de salir. Estás páginas, explica Gutiérrez a PáginaI12, tienen varias particularidades. Una de ellas es que están realizadas a dos manos junto a Manuel Redondo, que por entonces recién comenzaba su andadura. “O sea que es el último de Sojo y uno de los primeros del futuro autor de Sarrasqueta”, puntualiza Gutiérrez. “‘Mensaje...’ es un eslabón clave para admirar la línea tradicional de la alborada historieta argentina que perduró hasta los 30, que abrevaba en la sátira y la postura ferozmente crítica”, contextualiza.
Para Gutiérrez, esta última producción de Sojo “marcó el fin de la prensa satírica ‘militante’” y “centró su argumento ya no en satirizar al gobernante, sino a su discurso y a los agentes que lo producen y difunden: atacaba el rol de un nuevo periodismo que, según su óptica, se había profesionalizado pero en verdad estaba prostituido”. Y no resulta difícil advertir su vigencia temática aun 112 años después. “Tiene valor por la inflexión en el asunto argumental y como testimonio de la historia de la prensa política argentina”, considera.
Eduardo “Demócrito” Sojo había atacado a los gobiernos del liberalismo conservador (esas inestimables contradicciones de la clase política argentina) desde su periódico satírico. Pero fue Manuel Redondo quien ligó la antigua sátira política “con las nuevas fórmulas de los magazines, con su personaje serial Sarrasqueta, un periodista chantún”, y que explotaría esa fórmula en los años por venir, comenta el responsable del Archivo. “En esta obra que publica Fierro se puede advertir ya el tipo de estilo nuevo que aportó el genial Redondo”, observa. Además, opina, cuando Redondo se incorporó ese mismo año a Caras y caretas “le dio a sus producciones de secuencias un vigor caótico que no tenía ese medio”.
Otro rasgo llamativo de esta pieza es que hasta ahora sólo se habían reproducido seis viñetas en el libro La historieta argentina de la caricatura política a las primeras series, una indagación del propio Gutiérrez en 1989, publicado por este mismo diario en conjunto con la Biblioteca Nacional. “Esta obra expuso como ninguna otra uno de los grandes cambios operados en esa época: fue, por un lado, el canto del cisne de aquella sátira política dura, gruesa, insurreccional, pero que fijaba la mira en un objetivo más sutil que la precedente”, analiza Gutiérrez. “Apuntaba al discurso propagandístico del gobierno, en ese caso encarnado por el presidente Manuel Quintana. Denostaba a sus agentes de prensa, a su lectura deformante de la realidad. Este fue uno de los esquemas más utilizados por las secuencias de viñetas de los siguientes quince años: exponer las contradicciones entre lo que se decía y lo que realmente sucedía.”