Cuando Leandro era muy chico le pidió a su abuelo, un tanguero y cantor de vieja guardia, que le enseñara a tocar el bandoneón. Arrancaron con el vals La vestido celeste, popularizado por Ramona Galarza. "Mi abuelo tocaba todos los días. Después me compraron un bombo de juguete y empecé a tocar con él", cuenta Leandro sobre sus inicios con la música, a los 6, en la casa familiar de Boulogne Sur Mer. "Y en la primaria empecé a tocar la flauta dulce, y tocábamos con mi abuelo en centros culturales y centros de jubilados", completa.

Cuando su abuelo falleció, ver el bandoneón le empezó a resultar "muy fuerte". Tenía 16 años. "Entonces, me acerqué a la guitarra y aprendí de manera autodidacta", dice ahora, con 34 y un nombre artístico que eligió para transitar su proyecto solista: Perro Segovia. El cantautor bonaerense lanzó el año pasado su segundo disco, Cangrejo (2022), una obra centrada en la canción de autor con elementos de la música urbana, bases de hip hop y sonidos lo-fi.

Su disco anterior, Quiero ser libre (2020), producido por Yacaré Manso, tenía una impronta más rockera y por momentos folklórica. Pero Cangrejo tiene un carisma urbano y eso se debe al encuentro con Aaron Oliver, productor del disco, que trabaja con reggaetón y trap. "Iba a ser un álbum todo acústico hasta que lo conocí en la pandemia", cuenta el cantautor que este viernes 10/11 tocará en sus pagos, en Villa Ballester, en el ciclo Vociferando música (La Bemba, Prof. Agüer 4757, a las 20). "Al principio no me cerraba, porque no sabía si íbamos a poder entendernos. El primer tema que laburamos fue Mates y me flasheó. Íbamos a hacer un par de canciones pero hicimos un disco."

  • ¿Venías escuchando música urbana?
  • No, fue a partir del encuentro con él. Ahí empecé a meterme y a querer más sonido de eso. En la pandemia afloraron en mi escucha muchos artistas como Wos, Zoe Gotusso o Louta. Si no hubiera sido así, hubiera hecho un disco acústico en mi casa, a guitarra y voz.

"Lo siento nuevo al disco, pero también los tiempos de la industria o la producción llevan a que algo que salió hace dos semanas ya sea viejo, y más para un artista independiente", reflexiona sobre la inmediatez y la competencia que predominan en el mercado. "En la autogestión llega un momento en el que parece que se agotan las ideas y la energía, pero lo importante es disfrutar tanto del presente como del pasado. Los tiempos de producción son largos... y yo me banco la carrera musical con mi sueldo en la fábrica. La frustración muchas veces viene por compararse con las fórmulas de determinados artistas, pero cada uno tiene su camino y su sello. Me gusta mirar para los costados, pero para tomar cosas que me puedan enriquecer."

  • Cangrejo está basado en las emociones y los recuerdos, ¿por qué te interesó trabajar eso?
  • Es un disco muy introspectivo. Cangrejo es el caparazón con todas las emociones adentro. Cartas habla de la primaria, Mates de lo compartido en la ruta con mi ex compañera. Por ella llegué a adentrarme en muchos mundos, como el del Flaco. Yo venía de otros lados musicales y personales, de hacer música muy pop, venía de la música de Los 40 Principales. Y mismo también mi ideología y mi pensamiento, manejaba una violencia fascista. Ella fue un punto de quiebre muy grosso en mi vida.

  • ¿En serio eras un facho?
  • Me flashea decirlo, pero sí. Por mi entorno familiar y porque todavía no me había adentrado al mundo artístico, donde empecé a habitar la sensibilidad desde otros lugares. Nos conocimos y ella era militante peronista, y yo full Macri, De Narváez y todo eso. Me enojaba, pero después reflexionaba y de a poco fui desarmando un montón de cosas. Ella tuvo mucha paciencia. Y en esos años empecé a descubrir al Flaco, Jorge Drexler, la Negra Sosa, Pedro Aznar, música que antes no habitaba. Empecé a cantar y a compartir con otros artistas en casonas y clubes, y ahí terminé de pulir un poco lo que soy hoy. Pero, sí, venía de un lugar muy distinto.

  • ¿Pensás en cómo serías hoy si no te la hubieras cruzado?
  • Muchas veces me pregunto qué hubiera pasado si seguía con ese pensamiento, porque tenía mucho odio y también ignorancia. El mismo miedo a lo desconocido y a lo diferente transformado en bronca y repetición de frases armadas. Me siento agradecido por esa transformación.

Hace un mes lanzó una canción dedicada a su hija y a su actual compañera, Brenda. Es su primer reggaetón y se llama Vamo' a ser tres. "Cangrejo era un disco de género canción con una impronta urbana, pero entrar al ritmo de reggaetón lo veía muy distante", dice. La referencia para la producción fue Ojitos lindos, una canción de Bad Bunny con Bomba Estéreo. "Me pareció interesante explorar ese mundo, pero conservando mi sello personal, la voz aireada."

  • No es común que una canción de reggaetón hable sobre paternidad y crianza
  • También lo vi como una militancia. En todos los géneros musicales podemos decir algo lindo, y creo que muchas de las canciones de reggaetón son sexistas, aunque hay artistas que trabajan con otros temas. Fue un desafío abordar este género, no quería que fuera forzado. El video es una recopilación de todos los momentos del embarazo, un registro para ver en el futuro con mi hija, también.

"¿Qué vamo' a hacer/ cuando no quede ni una gotita de agua / ni una gotita de nada?", se pregunta Perro Segovia en Gotita de agua, una canción que reflexiona sobre el ecocidio y las crisis del medio ambiente. En el video del tema, que contó con la colaboración de la Coordinadora Basta de Falsas Soluciones, se muestran imágenes en contra del acuerdo porcino con China y de los diferentes incendios en Córdoba.

"Gotita de agua nace un poco del cansancio de ver tanta impunidad de personas y empresarios sobre los humedales y los bosques", explica. "Y también leyes que no salieron o no se cumplen, como la Ley de Humedales o la Ley de Bosques, que no se respeta. Hace unos años dejé de comer carne por una cuestión de ética con los animales, y de a poco me fui adentrando en ese mundo de conciencia ambiental. Es una pregunta la canción: ¿qué vamos a hacer cuando nos quedemos sin recursos ni agua?"

Leandro Segovia, además de músico, se define como obrero. No solo como obrero de la canción, sino porque es técnico electrónico y trabaja en mantenimiento en una fábrica de plásticos. "Las máquinas producen plástico las 24 horas, ésa es una gran contradicción en mi vida. Y yo atiendo cuando una máquina se rompe y tengo que arreglarla lo más rápido posible", dice.

  • Le das mucha entidad a tu trabajo en la fábrica y te presentás como músico y obrero, ¿por qué?
  • Porque siento que es mi identidad. Argentina tiene una larga historia de lucha obrera y me parece que está bueno reivindicarla. Me encontré con algunas personas dentro de la movida musical que me dijeron: "Che, no está bueno que digas que sos músico y obrero". Porque es como si quisiera dar lástima o tocar la sensibilidad de la gente. Pero para mí es un orgullo, ¿por qué tengo que esconder esta parte mía? Y mi arte de alguna forma aflora desde ese lugar, como una necesidad de escaparle a esas paredes.

  • ¿En qué sentido?
  • Casi todas mis canciones las compongo en la fábrica. Estoy arreglando una máquina y de repente me suena música en la cabeza y eso dispara una melodía. Entonces, la registro con el grabador de voz y, si tengo tiempo, a partir de esa melodía empiezo a armar una estructura, todo sin instrumentos, solo con el celu. Y según lo que me esté pasando en ese momento empiezo a volcar una letra. Después, en casa agarro la guitarra, pero está casi todo prearmado. Reniego de la fábrica porque también es toda una estructura de poderes y de responder a otras personas, pero me genera un equilibrio. Quizás estoy en un día muy difícil, con una máquina rota, pero en mi cabeza está sonando una composición.

Foto: Cecilia Salas


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